Poemas de Aixa Rava

Poemas de Barda (Buenos Aires Poetry, 2014)

Estarse vacía

Se me van los recuerdos de ese suelo
y con ellos
un poco me voy,
un poco me pierdo.
Y quizás
yo tampoco quiero
perderme de a poco en este tiempo.

Primero fueron los olores.
Aquel perfume dulce y viejo
que moraba en un tapón 
de frasco sin cuerpo.
El olor de la tierra y de los troncos,
de las flores del jardín de casa, 
el olor de mi cuarto, de mi cama.
No hay olores de toda esa pequeña infancia.

Tampoco junto las piezas del barrio donde vivía,
el dóberman de la vuelta, los gatos de la vecina.
Había extremos y aridez en las aristas
tierra y cemento helado, ñires
barbados, lejos,
y mucha sal en el viento —ese sabor sí que había.

Se me van los recuerdos, 
qué ironía,
tanto quise que se fueran
y hoy me extraña
como si pesara la ausencia
este estarse vacía.

Con la barcaza se aleja,
mi niñez de isla.

Barda

No escucho más que la voz
del viento,
la veo quebrar
instantes como frutos secos.
El valle —un infierno verde
nos hunde en este desierto 
y son dos
los cauces que irrigan tu perfil bermejo.

Yo corrí esa piel muchas veces,
me enredé entre alpatacos
y le di mi carne a las espinas.
Pisé —y resbalé
tus piedras sueltas
y el hueso de algún cocodrilo
enraizado en tu vientre.
Desde el mirador, junto al canal de la ciudad
y la avenida, vi extenderse el campo de golf 
—otra conquista
sobre tu parte dormida.
Me sentí libre en tus venas
—creo que también me sentí presa
y me fui antes de morderte más las uñas,
un intento voraz 
de escaparle a la locura.

Poemas de La luz no se corta como el papel (Ediciones con doble zeta, 2016)

Estancia

Mi casa es otro cuerpo
y yo aprendo de su respiración
de su descanso, de su trabajo
mientras la habito.
El ruido de los órganos que se acomodan
el pitido del lavarropas, la cortina 
golpeando el marco de aluminio,
el hielo de la heladera 
y su crack —mi casa tiene ritmo. 

Funciona mecánicamente en paralelo
a las corridas tempestuosas sobre la escalera,
a las bisagras y los golpes de la madera, 
la urgencia del baño y el llamado
del horno y la comida. 
Encastra 
su engranaje a nuestra estancia 
al flujo constante de vida, mirá
cómo se agita cuando abrimos la ventana
y entran con el viento 
revoltijos de hojas; así
dejémosla ligeramente abierta
por unas horas, todo cuerpo 
precisa del reposo.

Nieve

La última vez que toqué la nieve
mis manos recibieron las partículas
minúsculas de aquella otra
que alguna vez odié.
Una bola de nieve es como una bola de cristal:
puedo ver a través las calles blancas
las piernas enterradas hasta la rodilla
los techos cubiertos, las ramas vencidas
las huellas cimbreantes, barrosas
de los autos y camiones.
Puedo ver también las tardes 
de juego en casa: 
la danza en el living
el montaje en la escalera
mamá que teje y toma mates y nos mira.
Una soledad plomiza entra por las ventanas,
papá está lejos, en el campo 
imprime sobre esta misma nieve 
la rúbrica de sus borcegos.
La nutria que cuidamos está en mis brazos,
caliente el cuerpo se hincha y retorna, 
nos mira hasta que se duerme y la nevisca
se funde con las voces de Sui Generis.
Mis manos aclimatadas se acoplan al fuelle,
la última vez que toqué la nieve
eché en falta ese pelaje denso 
por sentirlo otra vez dejé
que me quemara el frío.

Poemas de Los sitios de mi cuerpo (Añosluz Editora, 2019)

Cuando no haya nada

No sé cómo suena tu voz, hermana,
cómo danza tu risa y tus ojos cómo transitan
las cosas, los bordes, lo amplio, lo angosto.
No sé cómo tocan tus manos
lo rugoso, lo suave,
lo que amás, lo que te hastía,
ni cómo sueña tu mente, tu pecho
cómo abraza lo que te ilumina, lo que te calma.
No sé si lloraste anoche, si bebiste
¿te alimentaste?
Si hubo un hombre o una mujer
a tu lado, si fue hace mucho,
ayer, si será quizás la próxima semana 
esa felicidad inmensa
o esa tristeza abisal 
que poco a poco mata.
No sé de vos casi nada
solo lo que importa: que sos hermana
y basta para armar un cuerpo de palabras
que te abrace cuando el tuyo se vuelva parva
una casa para que habites en la distancia
una carta para que leas cuando no haya nada

Los sitios de mi cuerpo

Sitiar tiene impronta latina 
y su forma replica la de una muralla.
Sitiar es acción colectiva, individual, acción humana.
Sitiaste una parte minúscula, suelo de mi pelvis.
Sitié entera la corteza donde se alojó el recuerdo.
Sitiamos los ratos libres, las noches de celo
cada vocablo dulce, cada veneno.
Poco a poco cercados 
los sitios de mi cuerpo.
No, no lo hice sola 
no puedo sola con tanto 
territorio vivo.

Poemas de En el patio crece una planta rosario (Qeja Ediciones, 2021)

Edda

De una casa a la otra despereza las plantas 
junta los huevos tibios, la ropa tendida
y en un pasillo se demora entre los brazos
de algún hijo que retorna.
Hay palabras que recorre todos los días
con la misma devoción
nombres amados, nombres
que ya no contestan
y otras que deja a la vera de una charla
cómo se llama —mientras colgamos
de su silencio —cómo se llama…
Hace años que intercambiamos regalos
un perfume, un chal, un par de aros,
un sombrero que me da un aire
a la Hepburn desayunando. 
Yo no soy su nieta pero poco importa 
al amor esa cuestión del árbol
la escucho buscar otra vez entre la lengua
cómo se llama… cómo se llama…

al idioma del abrazo se le fugan las palabras.

Un antes

Una vez me contó del padre.
Hizo un té de cúrcuma y jengibre
y nos sentamos a imaginar un antes:
el barco zarpando de Treia,
el niño sin hermana ni madre,
la tierra nueva y la promesa
de una vida mejor fuera de Italia.
Cuenta de la falta y de los castigos
—pica con las uñas migas del mantel,
cuenta del dolor y de lo perdido
—hebras de tristeza se cuelan también.
Toda la memoria macera en la taza,
el tiempo y el silencio ahora nos separan.
Dice “mi papá” y es de nuevo una niña,
me inclino fugaz, sólo puedo abrazarla.

Aixa Rava (Tierra del Fuego, 1982). Profesora en Letras por la UNCo. Está a cargo de la cátedra Didáctica de Segundas Lenguas del Profesorado de Sordos e Hipoacúsicos del IFD N.º 4 (Neuquén). Dirige el sello editorial de poesía ilustrada Tanta Ceniza Editora y forma parte del Comité Editorial del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” (FADU-UBA). 

Publicó Barda (Buenos Aires Poetry, 2014), La luz no se corta como el papel (Ediciones con doble zeta, 2016) y Los sitios de mi cuerpo (Añosluz Editora, 2019). Participó de las antologías Rumiar. Volumen I (Rumiar Editorial, 2018), Poesía Añosluz (Añosluz Editora, 2020), Poesía Neuquén (Honorable Legislatura del Neuquén, 2020) y Camellia. Mujeres que toman té (Tanta Ceniza Editora, en prensa).


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