Alguna cosa fuera del papel: «Expedición: nebulosa» de Marília Garcia

Muchas poéticas intentan absorber el fondo de una época, pero pocas lo respiran. La de Marília Garcia es una de estas últimas. Su metabolismo le presta naturalmente oído al susurro del lenguaje y en sus poemas no se encuentran modismos, cotidianismos, oralidades a la moda, sino pinceladas embebidas en tonos livianos, casi imperceptibles del aquí y ahora. El lirismo en el que se encabalga, en lugar de valerse de expresiones descarnadas, suaviza todo lo que tiene por decir, al punto de reducirlo a meros suspiros. La voz se deshila, y de ella solo queda una hebra finísima que se aloja y le otorga forma al verso, haciéndolo coincidir con su propia figura.

Expedición: nebulosa promueve ese desafío en zonas divergentes, tanto en lo formal como en lo temático. La simbiosis forma/sustancia se evidencia en las cuatro partes del volumen («Días contados», «Expedición: nebulosa», «Historia natural», «Entonces bajamos al centro de la tierra») con una claridad a veces espeluznante, a veces venturosa. En el poema «Canción de la línea» se nos canta: «frente a la ventana / alto y verde / clavado en un terreno de piedras / un pino / parece parado / pero si miro bien siento un ligero temblor / metros de árbol cayendo para un / lado es así como el mundo / se acaba: bang // entiendo / que llegó el fin / lo que debe quedar es el color». ¿No se vuelve performático el decir, no cae el pino por el fiat de la voz, no ocurre la explosión en el bang, no adquiere consistencia el color al pronunciarse su palabra?

Como ya marcara Agamben, lo contemporáneo, más que en las luces, se concentra en las oscuridades, y la época en la que la poeta nos habla, atravesada por el hiato entre acto y dicción, aspira y exhala en la negrura de ese hágase que late en un lenguaje que ya no se siente potente de alterarse ni a sí mismo ni a su entorno. Lo que queda son las palabras en las que “se vive” el mundo («imagínense que esto es un mapa / que no sé a dónde me va a llevar») y el deseo de «una línea de papel que pudiese // hacer alguna cosa fuera del papel». Sin embargo, la vivencia no se hace desde la sordidez, sino fundiéndose con los afectos que provienen del afuera sobre la lengua. Son las ráfagas fugaces de claridad melódica las que nutren el corazón.

Así, cuando el yo anhela «estar en el centro de la palabra ocupación» algo se transubstancia, algo atraviesa de un plano al otro. El ojal, el puente, el túnel es el tono y el posicionamiento de un yo que afronta la tarea del pararrayos celeste al ras del suelo, entre la multitud. Ser uno ahí, entre los otros, entretejiendo las sonoridades después de haberlas desatado de sus lastres de pasiones tristes, separando ruido de melodía en la urgencia de las expresiones. El vaso comunicante entre la instalación, la performance y la perentoriedad (como formas que dan cuenta de un contexto alisado y puesto al servicio del tráfico de la riqueza expropiada) es la nebulosa gravitante del poema, que permite las constelaciones del desconcierto emergente: «fibras de vidrio transportando lenguaje» mientras «las palabras entran en la piedra».

Ni ingeniosa ni ingenua, esta poética se entrega a una atención inocente, que invita a entrar con ella en esa otra línea de flotación más ligera, la que rompe las reglas de una materialidad prefijada y conducida («vos que vas leyendo / conmigo de la mano / confiando / en que vamos a llegar / al final / de la línea»). En esa gracia del encuentro, podemos ver resplandecer la oscuridad de una era. «Ni reír, ni llorar, ni indignarse, sino comprender», decía Spinoza, y los poemas de Marília Garcia hacen suya la premisa, dándonos la oportunidad de escuchar dentro de nuestras voces apremiadas aquellas partes que admiten salvarse por la tangente de la música: «buscar en estas capas / un detalle que venga del futuro / un grano de estrella que flote ahí / discreto en el aire / una pequeña diferencia que muestre / lo que está por venir». 


Marília Garcia (1979, Río de Janeiro) es poeta, traductora y doctora en Literaturas Comparadas por la UERJ (Universidad del Estado de Río de Janeiro). Ha publicado siete libros de poemas, de los cuales cuatro ya fueron traducidos al castellano.


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