Cinco poemas de Alan La Veglia

A oscuras.
El fuego en la hornalla te ilumina la espalda.  
La brisa en el charco, 
                              hojas,
nubes se dispersan como peces.

Arrastran un bote por la tierra.
Escuché tus palabras en el trigo
cuando la tarde se rendía 
en el oficio de las estrellas.

Un loto se aleja en el estanque,
                      así fueron tus palabras.




El brillo del fuego
en las hojas pequeñas de los nogales
sugiere la derrota de la hoguera,
la pronunciación clara de la noche.

Un balde con agua puede retener
el cuerpo difuso de una estrella
o la caída de un mes en los juncos.

Pero la belleza no alcanza.
Hay que reconocer el trabajo del invierno,
las palabras que usamos para mostrar
los sitios que envejecieron con nosotros.




Ōshikōchi no Mitsune huele las flores*

Madrugada.
Hundo el pincel en la tinta.

Ya casi florece el durazno.
El vapor en las tazas asciende 
como las ramas oscuras;
el aroma de los capullos entreabiertos
se confunde con tus palabras.

Nota: hay un haiku de Santôka que dice: qué será qué… / todo está floreciendo
*Ōshikōchi no Mitsune es un poeta incluido en el Kokinshuu.



Aunque nadie llegue a preguntarnos
el nombre de una calle sin asfaltar 
y sólo nos quede escribir
algunas palabras por costumbre, 
las estrellas seguirán delatando el nombre de la tierra;
nuestras sombras amontonándose en una pared;
la abuela contando las reservas de alimento
frente al conjuro de la escarcha.
Seguirán repitiéndose los hechos, 
como un almanaque cuyas fiestas 
han pasado hace años,
ahora, que ha envejecido hasta el sonido
de las gotas de la lluvia.




Recuerdo
el olor de los pinos
al caer octubre.
 
Hojas húmedas
aún se encienden
en la lengua del día.
 
Rosarios, la Colt 45,
una hebilla caída
entre jazmines paraguayos.
 
Dios
era el color oscuro
de las semillas
al ensamblarse el otoño,
las entrañas
en un balde de metal.
 
Alguien se arrodilla
al final del mismo invierno.
La llovizna discurre sobre el musgo.

Alan La Veglia Nació el 25 de marzo de 2001 en San Miguel del Monte, provincia de Buenos Aires, localidad donde reside. Estudia Profesorado en Historia y, además, poesía con Javier Galarza. En octubre de 2021 publicó el poemario El pasto muerto cría luciérnagas (ed. En danza). Integra la antología Jardín, 100 poemas sobre flores, 100 poetas argentinxs (Camalote). 


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