Didascalia 2 – Los inicios de la pasión teatral independiente cordobesa

En la ciudad de Córdoba sobre la esquina de Santa Rosa y Figueroa Alcorta (el nombre urbano parcial de la famosa “cañada”) se sitúa el colegio Jerónimo Luis de Cabrera, allí hacia principios de los ´50 tres jóvenes del 5to año de “la nocturna” escuela de comercio empezaron a bocetar, a base de pasión y dedicación, los cimientos del teatro independiente de dicha localidad.

Mario Mezzacapo, Alcides Carnevalis y Ernesto Heredia fundaron el grupo de teatro “Siripo”, en honor a la primera obra de teatro no religiosa escrita en Argentina por Manuel José de Lavardén hacia mitad del 1700.

La instrucción de estos muchachos tenía base en el teatro clásico y la actualidad de ese momento en Europa y los Estados Unidos. Por supuesto que también con un ojo puesto en lo que acontecía en Buenos Aires.

Cada lunes realizaban puestas en escena en el Teatro Comedia (hoy en día clausurado por un incendio y con las promesas inconclusas de la reposición en más de 10 años) cada lunes, que era el día en que la institución prestaba su espacio a los grupos que no poseían un lugar para actuar.

Una de las fuentes importantes de información de este trío era este elemento clave que hoy en día no falla a la hora de recomendar un espectáculo: “el boca en boca”. También cabe destacar lo compartido con diferentes colegas de diferentes partes del país. Una verdadera nutrición teatral hecha de persistencia y amor al teatro.

El lugar de ensayo era el salón de actos del colegio. El día estipulado era el domingo, pero cada vez que podían se escabullían a trabajar lo aprendido. Recordemos que en una escuela de comercio no había siquiera algo que se le pareciera a una currícula artística.

El avance inevitable y esa energía contagiosa por esta pasión artística sobre las tablas pronto sumó a otros estudiantes hasta conformar un elenco estable. El bautismo llegó cuando a las autoridades del colegio se les ocurrió formar una biblioteca, el incipiente grupo Siripo ensayó durante un año la por entonces reciente obra “Los Árboles mueren de pie” del español Alejandro Casona.

El costo de la entrada era la donación de un libro. Es así que en 1952 en el teatro Rivera Indarte (hoy Teatro San Martín) debutaron de manera oficial con un consolidado éxito.

Heredia se dedicó de lleno a la pedagogía del teatro, su pasión de enseñar encontró su destino. El grupo fue haciendo obras de Moliere. Chejov y otros, los domingos por la mañana en el Rivera Indarte, cuya entrada era gratuita. Formaron parte de las llamadas Misiones Pedagógicas Rurales, realizadas durante el segundo gobierno de Juan D. Perón y afianzaron aún más ese convencimiento de educar al pueblo mediante el teatro. Llegar a los pueblos y parajes más pequeños de cada provincia llevando a cabo esas historias increíbles que hacían soñar, inquietaban y dejaban pensando a cada espectador.

En ese momento nacía ese fuerte lazo que nos trae al presente, los hacedores del teatro que soñaron, con los que sueñan hoy, ensayando esa vida ficticia para interpretarla en pos de una satisfacción colectiva.

Como voy a acostumbrar, cierro esta columna con una canción. En esta oportunidad van a escuchar al grupo Posdata (hoy disuelto) con su canción “Aguas de la cañada” https://www.youtube.com/watch?v=w5tO2uNXc_Y

Fuentes consultadas:

  • Drincovich, Susana. Homenaje a los fundadores de las escuelas de maestros de profesores de teatro de Córdoba.
  • Entrevista a Mario Mezzacapo por Juan Adrián Ratti. FM Cielo

¡Hasta la próxima!


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