En minería, la ley es una medida que describe el grado de concentración de recursos valiosos (metales o minerales) presentes en una roca. El poeta ruso Boris Ryzhy encontró la forma de dar testimonio de su lugar y época con poemas, podría decirse, de alta ley. Una vida breve e intensa en tiempos de la caída de la URSS y el auge del neoliberalismo.
La escenografía de esta historia son los Montes Urales, esa cordillera montañosa rusa, muro natural entre Europa y Asia, pero que de los dos lados es igual, en paisajes, en etnias, en clima, en lenguas, en historias.
Boris Ryzhy, el protagonista de esta historia, nació cuando el verano de 1974 comenzaba a terminarse. Siendo niño se mudó con su familia a la ciudad de Sverdlovk (así se llamaba Ekaterimburgo en el periodo soviético). Su padre era un destacado ingeniero de minas, esa zona de los Urales desde tiempos inmemoriales ha sido conocida por la minería, la metalurgia y las plantas militares. Boris se graduó como ingeniero de minas. Esto me recuerda a otro poeta minero, el sanjuanino Leónidas Escudero que también buscó el oro en las rocas y lo encontró en las palabras.
A Boris le tocó crecer en una URSS que se desmoronaba entre las reformas de Gorbachov, a mediados de los ochenta, conocidas como la Perestroika. Luego vendría la desilusión y la disolución de la Unión Soviética y la aplicación de forma bestial de políticas neoliberales. Rusia se desangraba en aquellos años. Las políticas económicas impactaban, como siempre, en los más vulnerables: los ancianos y los niños.
Por estos lugares, a miles de kilómetros aquí en el sur, en la década de los 90, padecíamos políticas semejantes si bien habían comenzado con los genocidios de las dictaduras latinoamericanas dos décadas antes.
En 1992 Francis Fukuyama era aplaudido por el libro El fin de la Historia y el último hombre, donde sostenía que la historia humana como lucha entre ideologías había concluido; se iniciaba un mundo basado en la política y economía de libre mercado y la prueba contundente era el fracaso del régimen comunista, esto demostraba, para Fukuyama, que la única opción viable era el liberalismo: las ideologías ya no eran necesarias y habían sido sustituidas por la Economía. Ese enunciado era el visible, pero el principal logro del neoliberalismo no está en lo económico tan sólo sino en ser productor de nuevas subjetividades basadas en la idea del consumo y competencia (o mérito), de construir trampas para convertirnos en individualistas dificultando nuestra capacidad de establecer vínculos afectivos y solidarios.
Las formas de producción de la subjetividad son propias de cada momento histórico, la subjetividad es producida por la cultura, es decir que el individuo es el productor de ésta, dando vida a la forma social, por lo tanto, la subjetividad es una producción histórico-social.
El poder del capitalismo neoliberal, da cuenta el filósofo surcoreano Byung Chul Han en su libro Psicopolítica, utiliza la seducción para llevar a que los individuos se sometan al entramado de dominación, estableciendo un psicopoder donde el individuo se cree libre, cuando en realidad el sistema es que el que lo está sobreexplotando.
Nuestro poeta en los 90 era un adolescente intentado hacerse un hombre entre las ruinas de la URSS que se encontraba en un viraje acelerado a la economía de mercado. En la presidencia de Boris Yeltsin lo primero que sucedió fue una devaluación del rublo y una brutal hiperinflación, el retiro del estado de las políticas sociales causó a corto plazo el empobrecimiento de la mayoría de la población con un crecimiento descomunal del desempleo. El gobierno comenzó, por entonces, un proceso de privatización de las empresas estatales obsoletas que fueron compradas por la casta minoritaria de privilegiados poderosos de la época soviética. La crisis asiática del 97 profundizaría la situación. Rusia sobrevivía entre los escombros. En esos mismos escombros, la región de los Urales ebullía como uno de los centros más importantes, en esos años, para la producción de arte ruso contemporáneo. Las bandas de rock, los colectivos literarios con sus revistas competían con las de Moscú, estaban mojadas por la mezcla fatal de alcohol y drogas. Las ciudades industriales se encontraron con un crecimiento descomunal de la criminalidad. Las guerras entre pandillas y los asesinatos se convirtieron, entonces, en algo común.
La adolescencia de Boris transcurrió en ese ambiente, siendo vecino y amigo de criminales, conocía sus leyes y jerga. Estos amigos se transformarían en literatura al ser retratados en muchos de los poemas de Ryzhy como por ejemplo el ladrón filosofador «Tío Sasha», que promete darle al pequeño Boris un cuchillo finlandés de regalo; el paracaidista retirado Serega Melnik, que sobrevivió en prisión a fuerza de puños; Serzh, que golpeó a un policía en la mandíbula y tuvo que cumplir una condena y así otros amigos con sus historias, heridas y cicatrices.
Boris retrata, podría decirse desde adentro, como un espectador privilegiado de primera fila la violencia y fragmentación de una sociedad donde sus personajes son tratados con compasión y sinceridad. Para Boris sus amigos tienen un profundo sentido del honor. Él verá a muchos de sus compañeros de la infancia yacer bajo las lápidas del cementerio de Ekaterimburgo y dejará escrito casi en tono acusatorio y con total conciencia que “cayeron” como consecuencia de la perestroika.
Comenzó a escribir poesía a los catorce años. A esta edad también era conocido por sus amigos como un campeón de boxeo que sobresalía en esa disciplina. «¡Todos pensaban que yo era un boxeador, mientras que yo soy un poeta, poeta!» -escribirá más tarde sobre esos días-.
En 1991 ingresó en el Instituto de Minería. Mientras estudiaba, Boris participó en la vida literaria del instituto -que cuenta aún con una fuerte tradición literaria- con la publicación de libros de versos y un seminario de poesía. En esos días nuestro poeta siendo muy joven se casa y tiene un hijo. Por esos años, también, el seminario estaba dirigido por Yuri Lobantsev, un poeta talentoso y que animará a Boris a participar en los festivales de poesía de los estudiantes, allí el joven poeta sería premiado.
A partir de 1997, Boris comenzaría a publicar en importantes revistas y periódicos literarios, con muy buena crítica por parte de poetas prominentes. Su voz lírica se diferenció del modo en que se estaba escribiendo en los Urales, acercándose a una forma más clásica. Boris usaba con frecuencia formas en verso características del siglo XIX, como el romance y la «epístola amistosa», esta última, un género empleado por Pushkin y sus contemporáneos. El poeta y ensayista Aleksei Arnoldovich Purin, que conoció a Ryzhy, sostiene que:
“La decisión de Ryzhy de utilizar tales formas de ninguna manera hizo que su trabajo pareciera menos contemporáneo y vital. Lo importante en el verso de Ryzhy no es la forma o el contenido en sí mismos, sino la prosodia, la «música», la compleja polifonía de las «voces» rítmicas, fonéticas, entonaciones y semánticas del texto. Ryzhy sabía cómo lograr esto mejor que cualquier otro poeta de su generación y quizás mejor que nadie en la Rusia de principios del siglo XXI.
[…] Ryzhy amaba la poesía genuina y seria: Pushkin y Blok, Annensky y Mandelstam, Georgi Ivanov y Brodsky … En general, el espectro de sus intereses poéticos era envidiablemente amplio: le gustaban los poetas de la escuela romántica soviética: Bagritsky, Slutsky, Shteinberg. Estaba asombrado por Rein y Kushner. Conocía y valoraba la obra de los poetas líricos de la generación anterior: Soprovsky, Gandlevsky… no tiene sentido enumerar todos los entusiasmos de Ryzhy en la medida en que percibía la poesía como indivisible y universal.”
También en 1997, Boris se graduó del Instituto de Minería y comenzó sus estudios de posgrado en la Academia de Ciencias en el Instituto de Geofísica de los Urales. En 2000 se convirtió en investigador y desde ese momento publicó numerosos trabajos sobre la estructura de la corteza terrestre y la actividad sísmica de los Urales y Rusia.
A partir de 1998 hasta su muerte, será publicado, recibirá premios e invitaciones a festivales en el extranjero. «Boris Ryzhy fue el mayor talento poético de su generación» sostiene Evghenij Rejn, famoso crítico y poeta ruso.
Su obra literaria se consolida con respaldo de la crítica, cosecha adeptos, es traducido a varios idiomas, si bien en español todavía es muy poco el material que puede encontrarse en internet. Hay especialistas que lo han descrito como un nuevo «poeta del pueblo» e incluso ha sido definido como el sucesor del padre de la poesía rusa, el incomparable Alexander Pushkin.
Los jóvenes rusos en plena pandemia revivieron hasta hacer viral en Tik Tok una canción basada en un poema de Boris que una banda de rock en los 90 puso música: Molchat Doma.
Boris Ryzhy se ahorcó el 7 de mayo de 2001.
La documentalista holandesa Aliona Van Der Horst, en 2008, filmó BORIS RYZHY. La película es un intento de reconstrucción de la vida de nuestro poeta a partir del relato de las personas que lo conocieron. Sobresale la entrevista a su hijo, donde a pesar del resentimiento y recriminación por el abandono de su padre intentará justificar el suicidio casi con una figura poética: “los poetas sienten el dolor de los otros”.
En las fotos de Boris desde niño y aunque sonría, su mirada tiene un brillo de melancolía, cansancio y derrota. Como la cicatriz que divide su rostro. A los 26 años, Boris tenía su alma también escindida por el alcohol, la compulsión y la desesperanza. La desesperanza es un pan cotidiano en muchos de los jóvenes que no pueden vislumbrar un futuro en el marco del neoliberalismo. Cuando te alcanza la desesperanza y uno se encuentra solo, es una niebla cerrada que impide la visión del horizonte.
Este muchacho que creció rodeado de maleantes y en apariencia sin miedo no pudo, tal vez, nockear a las sombras y descendió a las profundidades del abismo, ya no de la corteza terrestre, sino de su alma. Quedan sus poemas, con palabras que permean la fragilidad de su existencia, que profetizan su tragedia: “Todo poeta necesita una tragedia. Y el mero hecho de ser poeta, de nacer poeta, es una tragedia en sí misma, no hay nada más».
El sol se cernía sobre las fábricas (fragmento) Overoles, cárceles, dormitorios, edificios de departamentos rojos y destartalados, cuarteles, un sin fin de incidentes y eventos, asesinatos, vandalismo y peleas. Con las costillas golpeadas, después de salir de cuidados intensivos viven malhumorados sus vidas, bebiendo vodka a la sombra de las acacias. Sobre la valija en el arco negro Sobre la valija en el arco negro el saxofonista tocó toda la noche. Un vagabundo dormía en un banco del parque sobre las hojas de un periódico. Yo también me convertiré en músico y lo haré, si no muero, jugaré de noche en el viento, con camisa blanca y moño negro. Para que el borracho duerma con una sonrisa bajo el vaso vacío del cielo. Duerme: no te preocupes por nada, sólo existe la música. Mejor toma el tranvía Si vas al pasado mejor toma el tranvía con su campana, el borracho a tu lado, el niño sucio de la escuela, la vieja loca, y, por supuesto, las hojas del álamo dibujadas a su paso. En cinco o seis paradas cabalgamos hacia los años ochenta: a la izquierda - fábricas, a la derecha - fábricas, no te apagues, enciéndete. ¿Qué estás murmurando, escéptico? algo de la prosa de Nabokov, él es descendiente de la aristocracia, tú y yo somos las sobras, sonríe, hay lágrimas en tu rostro. Esta es nuestra parada, carteles, aquí y allá, el cielo azul, las corbatas rojas, el funeral de alguien, músicos tocando. Tocas con ellos tu silbato y luego partes con sonidos hermosos. Chaqueta de cuero, manos en los bolsillos, por ese camino de despedida sin fin, por ese camino de tristeza interminable a la casa donde naciste, fundiéndote con el ocaso, la soledad, el sueño, las hojas caídas, vuelve como un soldado muerto. Sobre qué guardan silencio ¿Sobre qué guardan silencio las piedras encanecidas? ¿Por qué motivos están sordas al silencio de la tierra? Su gravedad está cerca de mí. En cuanto al verso: En verso, el silencio es aún más importante si las rimas son verdaderas o no. ¿Qué es una palabra? Solo la esperanza de un conmovedor silencio. El verso se diferencia de la prosa no solo por ser huérfano y diminuto. Temprano en la mañana con la palma de mi mano tibia Sequé las lágrimas de la piedra.
Para versionar los poemas expuestos en el artículo se tomaron traducciones en inglés.
Poemas de Ryzhy, que son parte del documental de Aliona van der Horst
Sudno (Molchat Doma) con subtítulos en castellano
Molchat Doma en Tik Tok, compilación.
2 ideas sobre “Poesía: Metáfora y Resistencia VI – Palabras de alta ley”
Conmovedora su historia con un final agrio.
Me gustó mucho como se hizo este texto, gracias en verdad.
Excelente laburo. Gracias!!!