Seis poemas de Gabriel Pantoja

Estas son mis posesiones:
La lluvia interminable en los patios de un pueblo anaranjado
Yo que estudiaba algún asunto sobre los poetas sirios
Yo que escuchaba en las pausas la Cantata de los puentes
Yo que era todo lo que no estaba aquí, y aquí eran todos los lugares
Yo que iba hacia una estación vieja y anunciaba el Otro es un lugar
Y ese patio ahora es un lugar
Fumo mirando el agua reluciente en los pastos
Me acuerdo de la carta de Nazim Hikmet a una hija, me acuerdo
de la carta de Al Magut a su mujer
Tengo ya la nostalgia del momento de esa nostalgia de momento
Había un ruido en la madera de la persiana
El agua de lluvia crecía como el aullido de los lobos 
en una estación vieja
DESDE alguna parte alguien
viaja hacia vos
a una velocidad increíble y te despierta
del sueño que tenías: donde había
alguien que viajaba hacia vos
a una velocidad increíble
como si hubiera una parte tuya
en el sueño volviendo del futuro y
se uniera tan pronto a vos para encontrarte
todavía durmiendo y te despertara
para decirte a una velocidad increíble
estas cosas que luego con la misma
velocidad anotás y olvidás y dejás 
en alguna parte donde algo
tremendamente increíble viaja
a toda velocidad
comienzo de clases. COMPOSICIÓN
 
……………..

MAMÁ hice el dibujo 
de una vaca. Pero 

cuando al costado escribí 
vaca al dibujo se le 

cayó una oreja. Me puse 
la oreja yo, pero cuando 

escribí yo, a mí se me 
cayó la cartuchera. 

Cuando fui a buscarla 
vi que a Ramiro 

también se le cayó la 
cartuchera. A Ramiro 

y a mí, se nos habían 
caído los lápices. 

El lápiz azul con que dibujé 
la vaca y la escribí 

quedó en el suelo, gris 
y entristecido.

Lo levanté y me lo puse
ahora en la oreja, así 

escucho todo lo que escucha 
la vaca, pensé: 

¿Y si la oreja que se 
le cayó a la vaca cuando

escribimos vaca es nuestro 
verdadero mundo, má?
Si mirases de cerca la vaca, y si 
te propusieses dejar de pensar 
y danzaras con la flor de las ideas
en la carne, de la vaca, en el abierto 
borde de lo dejado, y si dejases 
también lo dejado en el cuello de
la vaca, y cantaras en la flor de la 
danza, si el canto dijese esta es 
una vaca, el ojo oscuro y espeso 
de la vaca, si fuera un pozo al revés 
el ojo, y te hundieras ahí y hubiese 
materia y lodo y calor y pasto  
y dios y haber hubiese y si bombease
el haber como un corazón, el haber 
tan pronto en la abierta flor de la 
danza, y si fuera verdad la danza, 
y si verdad fuera la verdad.
Riéndome como si hubiera 
espantado viejas ideas escribí 
“ciruelo” y vi pronto al perro 
bajo la sombra, el hilito 
de agua de donde bebía, la gota 
que iba cayendo entre las flores 
y fue como si algo tirara de mí 
y de lejos me llamara y rápido 
acudiera y rápido me volvía
yo su escena, pasto circular 
alrededor del árbol, colina azul 
entre las casas, brisa caliente 
en unas hojas, de tal modo
movía mi cabeza y ladraba
sacudiéndome las moscas  
Si esto fuera cierto y yo fuera 
cierto y ustedes aún fueran esto, 
debería empezar así: hace mucho 
llueve sobre las baldosas de un 
patio. Entonces si esto fuera cierto 
debiera  “empezar”, por un lado. 
Y debiera, además, hacerlo así: 
este lado es un  patio. Pero debiera 
todavía decir más.  No. Solamente 
ahora estoy en condiciones de decir: 
es domingo, y amanece. Recién 
ahora digo: si esto fuera cierto yo 
debiera ser el domingo y el amanecer. 
O quizá, más animado  todavía, 
debiera poder decir así: un cuerpo 
no es sino el modo en que aparece 
diciéndose.  Si esto fuera cierto 
entonces “empezar” sería un asunto 
como éste: no dejó nunca de llover 
en estas baldosas. O bien: siempre 
que llovió hubo patio y baldosa y 
todo fue patio y baldosa y domingo. 
Si ustedes fueran ciertos, en suma 
esto de ahora (el comienzo) más 
esto de ahora (el domingo) no 
ocurren en verdad. Otra vez: 
ustedes son las baldosas de un patio 
sobre el cual cae toda posibilidad 
de que algo sea cierto. Por esa 
posibilidad ahora resbala la historia. 
O digo: si fuese cierto todo esto que 
recién dije, también debiera aclarar: 
este es mi cuerpo y le han sucedido 
ciertas cosas. Corrijo. Estas cosas 
constituyen  el punto sobre el que 
me baso –parado sobre una baldosa-  
para decir que soy el efecto de algo 
que se basa en decir que es el efecto 
de algo pero solo para basarse en algo 
y nada más. Porque nada. Porque 
no hay domingo, ni llovió, ni es un patio 
con baldosas éste, sobre el que gotea 
la apenas interrumpida constancia 
de la historia que viene hace rato 
diciéndome  (como un cuerpo) 
no sé qué. 


GABRIEL PANTOJA. Es psicoanalista. Trabaja en publicaciones relacionadas al psicoanálisis, escribiendo, seleccionando y corrigiendo artículos. También se desempeña como docente en distintas instituciones. “Crack” es su primer poemario publicado.


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