Seis poemas de Sofía Perea Acosta

Sakura

Esta noche miro las paredes blancas,
las mismas paredes blancas de todos los días,
y me pregunto de qué color serán tus paredes,
y si también pensarás en mí.

¿En tus paredes también hay
sombras de relojes parados?
Los míos marcan la misma hora
desde hace tanto tiempo
que a lo mejor se olvidaron
de que nacieron para girar.

¿En tus paredes también hay
espejos quebrados?
Me paro frente a ellos y veo
mil veces repetido mi rostro
y un solo cuerpo asustado
de sus propios sentimientos.

Y la única certeza,
desnuda como el hueso
de la cereza de mi pecho,
es que te extraño.

Cada día que pasa falta menos
y sé que pronto voy a verte
con los ojos llenos de ilusión
y el rostro pintado de aurora.

Sé que nuestros corazones
se reconocerán en el encuentro
de ese abrazo que los dos
hace tanto nos debemos.

Porque cada noche sin sueño,
con las ideas bailando el vals sobre mi cabeza,
tu nombre se me escapa de los labios
y una sonrisa cómplice
se me dibuja en el alma.

Porque en el inconsciente ya sabía,
y sé que vos también sabés,
que los latidos no piden permiso
cuando la cereza ya está en flor.

Canto a la injusticia

Las cabezas de plata 
instaladas en sus poltronas
echan raíces profundas
para absorber las esperanzas
de los vástagos tiernos 
que buscan un asiento 
-cualquiera sea, donde sea-
entre las agujas del reloj.

Las cabezas de plata
riegan sus raíces con ignorancia,
dan flores de soberbia
y de acomodada estancia.

Reclamar no hay quien reclame
porque batallar es entrega
y las bocas sin voz
ni un dedo se arriesgan;
por eso lustran las poltronas
con lisonjas inciertas
para que al menos a sus pies
parte del dominador se sientan.

No les importa el pisoteo
ni la humillación constante,
pues para ganar el muelle asiento
una cabeza de plata ha de adoptarles.

Yo no quiero la tiranía 
de las cabezas de plata
que en su despótico dominio
nos quitan hasta las ganas;
yo quiero el dominio joven,
la voz del vástago rebelado
que incendia cada poltrona
del que limpiamente
no la ha ganado.

El abrazo

La piel quema y se funde
en la fragancia, en el perfume,
de la piel que la abraza,
en la piel que la abrasa.

Son tus dedos inquietos
que recorren las líneas
ajadas de mis manos
como ríos sin agua,
ansiosos por la sed.

Tu cabeza de mil ideas
que se apoya sobre mi pecho,
y mi corazón desbocado
que te aviva la sonrisa.

Son mis dedos, temerosos,
que buscan a escondidas
tocar tu cuerpo sin que notes
que te quiero hacer caricias. 

¡Qué deseo de que no me sueltes,
qué ganas férreas de abrazarte!
El canto dulce que nos envuelve
de Morfeo me distrae.

Ya tu mano que se cierne
contra mi mejilla desvelada,
y mis ojos que no te sueltan
porque me derritís el alma.

Las hijas de Eva

Dicen que soy la carne de la carne
un cacho de costilla hurtado,
la compañera del hijo del padre,
la serpiente que a la raza ha condenado.

Dicen que a la mancha yo la hice,
que la felicidad eterna yo les he quitado,
que el dolor de la vida me merezco
y el sometimiento atroz de un esclavo.

Ellos dicen que mis carnes son pecado,
que mi cuerpo a Dios ofende, desvelado,
que mi esencia de fémina lunática
de tan real deja al hombre avergonzado.

Ellos taparon de mi desierto las dunas,
la cabeza a fuerzas me agacharon,
la garganta a sangre fría me cortaron
y mis manos al quehacer han subyugado.

Yo no soy de mí, no me pertenezco,
mi padre me decía su tesoro más preciado,
una posesión soy, como un objeto,
que para un trueque provechoso han reservado.
 
Y en la historia de los tiempos ignorante
sin estudios racionales me han dejado,
todo para hacer más sencillo el controlarme
cual muñequita del hogar y del bordado.

«Niña, así no te sientes si eres bien educada»,
«Niña, esos juegos son solo para hombres»,
«Niña, la mujer para el parto fue creada»,
«Niña, tú ve a la cocina y mejor no digas nada».

El espíritu de mujer que ha atravesado la historia
nos hermana aunque seamos distintas,
nos hace una para borrar la injusticia,
nos abraza en este cielo de amatista. 

Es este el grito de la lucha que me consume:
el deseo de ser por fin libre y cortar las cadenas,
ser mujer no es un castigo ni una pena,
ser mujer es un designio de grandeza.

Fortaleza

A mis pies la tierra árida
me da el beso maternal del polvo.
Yo no elegí nacer en este valle;
no elegí ser hija de este suelo,
no escogí llevar esta lengua
enquistada en los dedos.

Pero elegí ser tierra;
elegí ser vientre fecundo
para otros seres de barro rojo,
elegí ser polvareda que los unja
de tradiciones antiguas
olvidadas en la vergüenza.

Yo soy la voz del viento
que susurra entre los algarrobos,
que late viva en las montañas
para quitar el hambre del alma.

También soy el agua del río,
en un cauce armonioso y eterno,
que recoge las penas amargas
de los hijos del barro.

Y soy el fuego;
la ardiente llama que ilumina
la oscuridad de la ignorancia,
la oscuridad de la vergüenza
y del olvido mezquino.

Soy tu madre y tu hermana,
de mi ser naciste desnudo
y a mí en los huesos volverás.

Polvo serás como polvo antes fuiste,
te unirás a mí, que soy polvo,
y de nosotros la vida una vez más
surgirá morena y aborigen,
renegando tristeza en la vidala
que canta su nombre: Catamarca.

Poema irresoluto

A veces el sol brilla en lo más alto 
y la brisa del día es una caricia cálida;
¿pero qué soy yo mientras tanto?
¿Qué más que una máscara gastada?

A veces el cuerpo se siente diferente
y ya no es una parte de mi todo,
sino un envase de pasiones y miedos,
un contenedor que apenas si contiene.

A veces el mundo es como una perla
bella en cada ínfimo destello,
pero ante mis ojos solo hay tinieblas
y no tengo luz para disiparlas.

A veces tampoco quiero.

Sofía Perea Acosta nació en San Fernando del Valle de Catamarca en el año 2000. Una de sus grandes pasiones es la escritura -principalmente de poesías- desde los inicios de su adolescencia y es uno de los motivos que la llevaron a estudiar Profesorado en Letras. Participó en algunos concursos y talleres literarios hasta sus primeras publicaciones en antologías (Libro con alas y palabras duendes y Voces del viento joven) durante el 2019. Actualmente, publica sus escritos en el sitio Espacio Menesunda bajo el seudónimo Minerva di Barbaro.


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