Escucho el trino que me acerca el viento no veo al ave
Resignación
Jamás podré escribir como Vallejo : me faltan cuero y dolor, me faltan el hastío y los huesos; ni sangre tengo. Ni silencio. No bastará siquiera haber nacido los hijos que me han dado y que no; ni la sintaxis, o esas pobres derrotas; los ronroneos ni los abandonos... Ni haber servido a lo inservible, bastará. Tampoco alcanzarán mis tantas muertes, este ingenuo esperar en la llovizna, mi gata perdida, fusionarme al monte, mis gritos, la intemperie.
Impropia
-No; no es mía-, negó en tono extrañado el tipejo; un oficial de aduanas griego le mostraba, sosteniéndola frente a sus ojos con obvio esfuerzo, una enorme bola de boliche en una funda de cuero con manija de la que colgaba una etiqueta de equipaje. Revolvió un bolsillo de la mochila de excursionista que descuidadamente pendía de su hombro izquierdo, y mostrando su pasaporte abierto, tomó con la derecha la etiqueta colgante y aclaró: -¿Lee?, mi apellido no es Sisifus-.
Extraterritorial
Escribo sin que eso inscriba memoria en la literatura o haga mella en los oídos ávidos de lírica de los doctos de los jurados de certamen de los compiladores que inventan otra vez métodos de análisis sistemas de calificación criterios selectivos. Ex-isto: Fuera de territorio ni por acaso llego a ser un poeta excéntrico distanciado del ambiente, misterioso, lejos de La Gaceta, del cientificismo y del tinto barato, expuesto a la intemperie de fuera de La Carpa (¿exótico?) o netamente ajeno a todo y hasta al corpus localista. Insisto: Nada de lo cotidiano. O de lo urbano. De los paisajes agrestes de los cerros. De la miseria romantizada en la esclavitud de la caña. Del ingenio cerrado. Del ingenio moliéndonos. Del Familiar moliéndonos. Del párroco moliéndonos. Del policía moliéndonos. Del periodista moliéndonos. Del televisor moliéndonos. Del general moliéndonos. Del político moliéndonos. De lo amado moliéndonos. Del smartphone moliéndonos. De la resiliencia moliéndonos. No soy un poeta ni siquiera uno de fuera del canon. Persisto: Apenas si soy parte de lo que resta de esa camada huérfana de héroes, desencantada y llena de fantasmas: la última en tomar leche de botellas verdes, la de dos dictaduras, la enterrada en la piedra de debajo del hielo en esas islas.
Telescope
Eso allá ¿ves? es Nergal, en la constelación de Sagitario. La luz que llega a tu ojo, dicen los que saben, partió hace trescientos setenta y dos millones de años; día más, semana menos. Entonces yo no era tu último tren ni vos mi maquinista. Cercano en paralaje ahora -si pudiésemos verlo- ronda Plutón (siento su nombre como el de un viejo amigo que no necesita hablar y no traiciona) Nada me hace pensar que no han colgado de este cielo un montón de misiles y de cíclopes curiosos de tu sexo, tu lista de compras, tu club de barrio, tu opinión sobre sus cíclopes y sus misiles, tus parientes lejanos migrando al norte, tu inútil voto, mis ganas de sentarte arriba mío y enroscar otra vez tu mechón en mi índice tres vueltas. Nuestro cielo de todos. Nuestro cielo de tontos vigilados en vano, inofensivos frágiles superfluos. Te hizo ese guiño, Nergal, aunque nadie lo sepa y pese a todo, ese destello de unos pocos minutos hace -dicen los que saben- trescientos setenta y dos millones de vueltas de tu mechón a mi índice en el viento de agosto con Plutón acechando invisible silencioso mi espera tu gemido Nuestro cielo de tontos.
El gato empuja una copa servida libera el agua
«para revista El Ganso Negro; fines de noviembre de el año de la peste»
GAB
Gabriel Amos Bellos
es hijo de una bibliotecaria colegial y un minúsculo industrial textil (Z”L), santafesinos afincados en Tucumán poco antes de la época del cierre de ingenios. Judío laico egresado de bachillerato comercial no tan laico, ex boy-scout jalutziano, aikidoka no muy esmerado, ambientalista poco convencido, antibelicista escéptico, anticolonialista resignado y humorista mal comprendido, ha devenido en un licenciado en psicología ligeramente excéntrico, formado además en otras ciencias sociales, filosofía y psicoanálisis. Describe el clima tucumano como «subtropical semiárido», creyendo justificar así una sostenida actitud de amable cactácea. Investigador y docente universitario, amador de la fotografía y el teatro. Escritor casual desde su adolescencia (bastante inédito o escritorzuelo, según se mire), fue parte de varios ignotos grupos literarios y publicó esporádicamente en revistas de circulación local; apenas ha compartido su obra en uno que otro festival, y merecido algunas ínfimas menciones en tres o cinco olvidados certámenes de poesía, sin que ello baste para disuadirlo. Entre 2011 y 2014 fue asiduo colaborador de la Biblioteca Parlante Haroldo Conti, en cuyo marco fundó y codirigió Ediciones de La Eterna. Mejor destino ha tenido su dispersa ensayística, y entre sus publicaciones cuenta un libro de apotegmas, «Noccidental», agotado en papel pero disponible en línea. Tiene comprometida con Falta Envido Ediciones (del Colectivo Escuchara), la 2ª edición de su poemario «Diáspora» para 2021, mientras pergeña la reedición jujeña de «Refracciones», su dubitabundo tomo de microensayos.
Una idea sobre “Tres poemas, dos haiku y un microcuento de Gabriel Amos Bellos”
Excelentes poemas y textos de Gabriel Amos Bellos!! Iba a enviar unos poemas míos, pero ya no me animo!!