Un café con Pat Dezalot: acerca de «Sementerio» (La Cascotiada, 2023)

Patricio Dezalot es diseñador, historiador biográfico y archivista, ha trabajado en Gato Gordo Ediciones y actualmente es parte de la Cooperativa de Trabajo La Cascotida. Publicó Balcones, por María Perseveranda (Gato Gordo ed., 2015), Historia gráfica de las Marchas del Orgullo Tucumán 2013-2016 (La Cascotiada, 2020). Sementerio (La Cascotiada, 2023) es su primer libro de cuentos, que desde su título homenajea a Juan José Hernández, quién publicó Escritos IrreBerentes. Si quieren podemos encontrarle más sentidos a esa ese, por lo pronto anticipo que es el primer guiño del libro hacia Juanjo. 

Patricio Dezalot con un ejemplar de Sementerio (Fotografía: Zaida Kassab)

Sementerio se compone de siete cuentos, uno de ellos homónimo al título del libro y, como la gran mayoría, vinculado al espacio del cementerio, la tierra, el duelo o la muerte. No se puede negar la presencia del realismo mágico y del humor que hacen equilibrio con la dureza en su narrativa, en lo que cuentan estas historias.

En esta nueva propuesta editorial cada cuento sostiene al siguiente, como un universo de relatos relacionados entre sí, no solo por la tierra o el duelo ni por lo mágico y el humor, sino también por los personajes; si prestamos atención, descubriremos más de una relación entre ellos. Una paloma negra se posa en la tapa del libro sobre la tipografía de un diseño vertical que propone el mismo autor, que si se quiere es un personaje más que se repetirá en alguno de los cuentos y como el mismo Patricio nos dice «están en todo el libro señalando lo mágico, comunicando lo mágico. Creo que cumplen esa función».

A los poco días de la novedad y después de devorar esta obra con rapidéz (tiene ese efecto), me encontré con Pat Dezalot para compartir un café, resultado de ese encuentro es la presente entrevista:

¿Por qué un cementerio? ¿Por qué elegiste ese lugar en particular para situar las historias?

Si lo pienso un poco rápido, el cementerio, es un lugar muy solemne y a mí la solemnidad me da risa. También las situaciones en las que me pongo muy nervioso me dan risa, no sé por qué. Es como que la risa entra para metabolizar esas cosas: la seriedad extrema, el peligro amenazante o la tristeza. Por ahí es mi necesidad de encender algo que me apaga, ¿no? Porque estaba sufriendo cuando escribí el libro, y el libro se llevó parte de ese sufrimiento. El cementerio es el lugar del sufrimiento, donde mucha gente va y despliega su sufrimiento. Van generalmente a llorar… que no es algo malo, es una fuente de alivio, ¿no? Quizás hacer humor en el cementerio sea una forma de reírme (o de llorar) por mi propio sufrimiento. ¡Igual, qué pregunta! Mi respuesta es un poco sobre el “después” del libro, me doy cuenta por eso anterior que dije. Pero si lo pienso desde un principio, quizás sea un poco más enigmático. Por ahí tenga más que ver con lo que dice Fabri [Jiménez Osorio] en la contratapa, que es “un universo en el que la muerte, de a ratos, pareciera no existir” porque en la noche, la contracara, el “lado b” del cementerio, no aparecen fantasmas, pero sí brujas, travas, trabajadores sexuales, gobernadores, adolescentes desesperadas, terroristas cibernéticos, y los cadáveres dejan de ser cadáveres, se vuelven pedazos bellos de carne, máquinas de sanación, se sexualizan, se llenan de vida… aunque a fin de cuentas los cadáveres del cementerio sigan todos muertos. Un poco como la vida cotidiana hoy, ¿no?, así, desgastante, trabajando hasta rompernos, superpoblada, unos encima de otros. Quizás pueda vender el libro como una parodia de Tucumán.

¿Qué de tu influencia de Juanjo encontrás en Sementerio?

Hay muchas que encuentro y otras que no sé si las puedo encontrar. Es demasiado lo que amo de él. El libro entero es un homenaje a sus cuentos, seguramente, quien lo ame a Juanjo va a encontrar en mi libro mucho más de lo que quizás pueda encontrar yo. Desde lo más claro que es la cita con la que abre el primer cuento, “Mañana será un hermoso día para ir al cementerio tempranito”, hasta lo más encriptado, como una cita que amo del libro Ella es un poema efímero (Gato Gordo Ediciones, 2020) que compila algunos diálogos de Mariana Salvatore con Elsa Hernández, su abuela y hermana de Juanjo, que dice “Es lógico que vino del cementerio, pero a mí no me importa de dónde viene quien yo amo”, ¡fantástico! Creo que la influencia más grande de él, si tengo que elegir alguna, son sus personajes. Juanjo era un hijo de puta con sus personajes, salvando la expresión. Era cruel, pero, a su modo, ellos no están infelices en sus historias, se hacían con su propia historia, la llevaban adelante hasta destriparse si era necesario, como el personaje de El Inocente. No sufrían por esa realidad, la habitaban, estaban con el calor, con las moscas, el olor al agua estancada, las muertes, los golpes, los secretos de familia, sus propias deformidades… y con lo que más me gusta: las cuestiones mágicas, porque los cuentos que más me gustan de él son los que tienen magia presente. Capaz que ahora que me pongo a pensar hay algo quizás en su estilo que es como… por momentos refinado, bizarro, paródico. Es algo bastante común en la narrativa de los trolos tucumanos, esta cosa como… una bizarrería con mucha delicadeza. Quizás todo lo que estoy diciendo no sea real y son más interpretaciones mías. Pero bueno, me encanta Juanjo, y me embola que lo tengan tan solemne y sacralizado por momentos, tremendo puto loco. Yo le chuparía el pingo podrido.

¿Hay una notable intertextualidad en tu narrativa, en algunos cuentos más que en otros, a su vez, entiendo que hay una intertextualidad más escondida o exclusiva/críptica (?), qué podés decirnos al respecto?

Hay algunos guiños bastante evidentes, como en “Flor de Carne”, mucho guiño a “La señorita estrella”, que es un cuento de Juanjo. Pero creo que se extiende más allá de Juanjo. Por ejemplo, en “Carmela”, uno de los cuentos de Sementerio, hay un intento de darle una historia al personaje de Mara, de Visita francesa y completa de Eduardo Perrone. Hay otro poco también a la novela El Ángel de Fasolo. Pero la intertextualidad “homenaje”, de los que ya no están, es una partecita. Creo que la más abundante o grande es con los textos más de acá, más próximos. En “Venceremos” por ejemplo hay mucho de Querida Ilusión, la novela de Fabri Jiménez Osorio, o en “Vacía” y “Flor de Carne” hago más grande la familia de las Elveth, que aparece en “La Araña Jáparo” de El libro de Simona, de Mariana Salvatore. Es como que más allá de las “influencias” o las obras “lgtb” que ya se volvieron una especie de canon minoritario, me parece que la intertextualidad con gente que es de tu misma generación, que generalmente son amigxs, es un gesto de mucha atención, apreciación y afecto hacia las creaciones de la gente que vos querés, sobre todo en la literatura. Es algo muy comunitario me parece, como una intertextualidad del amor.

El humor, pienso, es un recurso que permite equilibrar la dureza de las historias, pero, así también, lo mágico. ¿Pensás que es así?, ¿hay un equilibrio entre la dureza, el humor y lo mágico?

Puede ser que el humor y la magia le hagan peso, pero no sé si equilibran, yo creo que tiran la balanza para el otro lado. Es que creo que la dureza es lo que envuelve todo, pero es un paisaje, está detrás, como en las obras de teatro independiente el fondo negro… la dureza es el fondo negro. Lo que está en escena es rosa, es una paloma rara, es un cadáver hermoso, una viuda alegre, un puto curado del sida. Igual entiendo que pueda compensar, porque en la vida un poco es así, el humor compensa, como cuando yo me río en una situación de nervios. Capaz que es un desequilibrio absoluto hacia el humor… de hecho el libro va de mear una tumba a tumbar el neocishéterocapitalismo. O capaz que sea sólo un desequilibrio, como yo.

¿La paloma negra, que no es un cuervo, pero que tampoco es una paloma convencional, qué simboliza, qué significancias particulares ocupa en la narrativa?

El otro día mi amigo Dan me hacía una pregunta parecida y terminó haciendo al aire ruidos de palomo en celo. Más allá de lo que es más evidente, que las palomas están en todas las historias, no sólo están comiendo, cagando y mirando. Las palomas y palomos están en todo el libro señalando lo mágico, comunicando lo mágico. Creo que cumplen esa función, pero no fue algo muy premeditado. Algo que señalaba Dan es que la paloma siempre es tomada como un bicho feo. Pero en Sementerio es una criatura sensible a la magia, por eso se le sube encima a las brujas y lleva sus mensajes… como que parte de la esencia del libro es cambiarle el peso a las cosas y en este caso una paloma pasa de ser un bicho feo y una plaga a ser una marca de magia.

La tierra es otro elemento en común entre algunos de los cuentos, una tierra mágica, poderosa, que permite curas, generar nuevas vidas y permitir el descanso, ¿qué pensás de la tierra en Sementerio?

En Sementerio cualquier cosa que ponés sobre la tierra crece, es fértil, mágicamente fértil. No importa si son naranjas o es un dedo amputado, todo va a crecer. Y me ha pasado de darme cuenta, prácticamente estando el libro en imprenta, de ese protagonismo de la tierra en la que todo crece. Después me di cuenta de que, en realidad, es un tormento maravilloso que tengo con la idea de la cabeza, de la mente inconsciente, y de haberme enterado de que cualquier cosa que vos ponés conscientemente en tu cabeza y la dejás ahí, a cargo de esa tierra fértil, va a crecer sin control. El dolor, por ejemplo, si no hacés nada con eso, crece, por lo que uno tiene que ver qué hace con eso. En el caso de uno de mis personajes, por ejemplo, hace un emprendimiento de dildos naturistas. En mi caso, hice un libro.

Pat Dezalot (Fotografía: Zaida Kassab)
Algunos personajes están conectados entre cuentos o aparecen en más de uno, a lo largo del tiempo incluso, pero está conexión o reaparición solo puede ser descubierta por quienes se conectan con el universo de Sementerio. Digamos que será manifiesta para las lecturas más atentas. ¿Pensás que es así? ¿A qué se debe esa conexión?

Capaz que ahí también tengo un poco de inspiración de Juanjo, pero de los relatos que son más terrenales. Es lo que más me gusta de los cuentos que no me gustan de él, que están todos interconectados, como si fueran una pequeña novela, sólo que los personajes tienen los nombres cambiados, o al menos eso es lo que yo me imagino al leerlos. Me gusta mucho eso de repetir personajes para ampliarles la historia o hacerles un “cameo” como le dicen en el mundo del cine. Eso pasa mucho en las series antológicas, esas series que tienen capítulos que no tienen nada que ver unos con otros, que abren historias, pero que de repente aparece un personaje que viste en otro capítulo y eso como que te genera sorpresa y felicidad. Eso cuando lo vi hace muchos años en La Dimensión Desconocida me pareció genial. En general me parece genial eso en lo audiovisual, pero capaz que no pasa mucho en nuestra narrativa, donde tener mucho argumento parece como si le restara “calidad”, palabra que dicho sea de paso cada día me cuadra un poco menos para pensar sobre arte. En el caso de Sementerio no fue algo planificado, fueron apareciendo unos personajes en otros lugares que no eran sus cuentos. Yo no quise poner nombres, pero si se presta atención es bastante evidente que es el mismo personaje, a veces por la profesión, a veces por la coincidencia de pequeños fragmentos de sus biografías. Los relatos en sí están todos conectados, pero no todos con todos como en una orgía, sino más bien como la endogamia de las lesbianas, esto de que no están todas con todas o todas al mismo tiempo, pero terminan todas entrelazadas de alguna manera. Cuando lo comenzamos a notar con Fabri, que eso aparecía con fuerza, nos preocupamos en que, en la reescritura y la edición, los cuentos tuvieran absoluta autonomía, que se pudieran leer individualmente y que no sientas como lector que te perdés de nada. Eso hace que si encontrás cosas aparte, te pongan contetx.

¿Qué podés decirnos de este novedoso lado narrativo como escritor en vos? ¿Y qué del proceso de escritura de Sementerio?

Y… en mí la novedad es la narrativa, porque la gente me reconoce un poco más por un pasado activista o por el diseño editorial. Pero en realidad yo vengo del palo del archivismo y la biografía, que es más cercano al ensayo en realidad. Está muy relacionado con la escritura, como las fichas de archivo, o una biografía en la que vengo trabajando hace cuatro años. Es un trabajo muy privado, demorado, minucioso, muy hacia adentro. Y es por eso, y por alguna que otra cobardía, que no me vengo mostrando como un autor en ningún ámbito, ni siquiera en ese. Es decir, vengo produciendo un montón de cosas, que finalmente me llevan a publicar un libro de cuentos… No se entiende, yo no lo entiendo mucho, pero creo que es de alguna manera parte de un mismo camino, de mantenerme siempre creando algo. Quizás tenga también que ver con el impulso, porque el proceso de escritura de Sementerio ha sido como muy fugaz. Yo estaba en medio de una crisis personal enorme, de mucho sufrimiento y de mucha angustia, y en medio de mucha invasión de ruido dentro y fuera del departamento en el que vivo, que me llevó a irme de este mundo por días y volver con un libro escrito. De ahí pasó un tiempo largo de reescritura y edición, acompañado por Fabri, algo muy trabajoso hasta encontrarme con el libro como autor. A partir de eso hacer todo el proceso que hacemos con otros libros, porque forman parte de la misma editorial en la que trabajo: registrarlo y maquetar, diseñar la tapa, sacar el ISBN, gestionar la imprenta, la gráfica, la preventa, la promoción, la facturación, lo contable… En estar en todo el proceso editorial que es enorme y que no se termina, y que espero que no se termine en el cementerio… Este fue un chiste… ¿o no?


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