Didascalia 4 – El deseo del teatro misionero –

En los 50 el teatro de Misiones da sus primeros pasos siendo parte constituyente de una nueva visión de ciudad y de provincia que se  forjaba por migrantes. 

Hasta principios de la década del ’50 Misiones no era todavía provincia, sino que se lo conocía como Territorio Nacional de Misiones. En ese período de “provincialización”, la economía del lugar tenía como referentes principales a los inmigrantes (en su mayoría germanos, rusos y eslavos) y la clase media criolla. Las distintas actividades sobre todo comerciales, dieron lugar a una migración de profesionales universitarios creando así una nueva clase social. La ciudad de Posadas toma protagonismo y empieza a posicionarse como la mejor representación de una urbe, con todos los elementos que implican la misma. Aquí es donde aparece el teatro.

El arte sobre las tablas se convierte no solamente en un punto de encuentro social, sino también en una herramienta cultural reguladora de la moral y las buenas costumbres de la época. Esta clase ya mencionada buscaba generar un contenido propio a partir de la adaptación de lo que ellos consideraban de calidad.

Ir a ver a las distintas compañías nacionales y extranjeras significaba enriquecerse y cultivarse. Un ejemplo de esas incontables visitas fue la compañía de Silvia Parodi, talentosa y afamada actriz de la época.

También lo era aparecer en los diarios con nombre y apellido para dejar en claro su distinción en la sociedad. Más allá del disfrute de estos variopintos repertorios, ¿cuántos habrá que secretamente solo iban a figurar y simplemente marcar un territorio porque sabían la conveniencia de esto? Ese,  justamente, era el poder que podía ejercer el teatro, el de hacer pertenecer a una clase alta, pero no cualquiera, a una clase “culta”. 

Quien velaba de alguna manera porque estas cuestiones se cumplieran, era la prensa de la época, que más allá del deber de informar, instalaba el discurso de qué es lo apropiado para el consumo de esa ciudad en crecimiento.

Esa pertenencia marcó un concepto aristocrático: que el arte/la cultura tiene como producto final el refinamiento.

Aun así el teatro tiene un fuerte arraigo en su público y se instala rápidamente atravesando desde la tragedia hasta la comedia en diferentes locaciones. Un colegio o hasta la casa de algún vecino oficiaban de escenario para el grotesco o un sainete.

El teatro pasa de ser excusa a encuentro social y cultural. Eso llevó naturalmente a la creación de lo propio, surgiendo así varias agrupaciones. Así nacen “Teatro experimental”, “El Tinglado”, “La Máscara” y “Amigos del arte”; todos con propuestas e inquietudes diferentes, fuertemente fomentadas y difundidas por los medios de comunicación.

Esto da paso al nacimiento del teatro leído, modalidad que cobra rápidamente una importancia inusitada en la sociedad posadeña y luego en la provincial por ser auténtica y convocante. Es el puntapié para el surgimiento de las primeras dramaturgias, los actores consagrados y la creación de la comedia misionera. El deseo triunfa como raíz del teatro local.

Cerramos esta columna con el querido Chango Spasiuk y su Panambí (Mariposa)


  • Fuente consultada: Veliz, L.V. (2010): “La evolución del teatro en Misiones”. En: Telón de fondo. Revista de Teoría y Crítica Teatral, Nº 11, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Buenos Aires

¡Hasta la próxima!

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