Elis o teoría de la distancia. Lucas Margarit en la senda de Trakl

Un par de versos de Georg Trakl (“Elis, wenn die Amsel im schwarzen Wald ruft, / Dieses ist dein Untergang“) inauguran este poemario de Lucas Margarit, quien seguirá, consecuentemente, la huella de aquel, capturando el tono de esa poesía de impronta romántica y maldita, que ilumina (u oscurece, mejor dicho) elementos concretos del paisaje y de la naturaleza (un río, un muro, un bosque, las ratas, un jardín) para revelar el desasosiego y la desazón.

Del universo de Trakl, Lucas rescata justamente la figura de elis (en minúscula), que aparece en un puñado de poemas de aquel, para convertirlo en protagonista, para insertarlo en una trama vagamente narrativa. 

elis es, en principio, un niño muerto, que peregrina, recorre o traza rutas, envejece. Tal vez sea, entonces, su alma la que peregrina y envejece. Quizás elis sea un alma en pena, que se resiste a la sombra, a la “materia disipada”, que viaja en busca de una morada definitiva. Como deja entrever Dolores Etchecopar en el prólogo, elis es “un pronombre múltiple”: yo, tú, él. Por lo tanto, el yo lírico y nosotros somos también elis, esa alma en pena, en febril pero reflexivo peregrinaje.

elis tiene gestos de fundador de ciudades y geografías antiguas: establece límites, nombra las cosas, dibuja “en un mapa de tierra / dos puntos alejados como / la lejanía y el exilio”, realiza sacrificios para ganarse la benevolencia divina para su territorio y ciudad, pero la benevolencia de un “dios cansado”, un “dios confuso” e insolente. Todo declina, todo decae, todo se apaga en este libro, incluida la divinidad. En tanto fundador mítico, elis se encuentra con eneas (escrito también en minúscula), que corre “detrás de los disturbios del fuego”, momento decisivo, ya que ahí se realiza “el primer sacrificio de la distancia”. 

La distancia, justamente, es la clave para acercarse a este conjunto de poemas, como se advierte en el título. Esa distancia sobre la que se reflexiona y teoriza (porque así se propone el poemario, como una teoría de la distancia) no tiene un único referente, sino que se resignifica cada vez que aparece y se menciona: distancia entre el aire y la creación, “entre el origen y el ahora”, entre los vivos y los muertos, distancia íntima entre los cuerpos compenetrados (tan íntima que un cuerpo sale del otro para retornar y fusionarse), entre el cuerpo y la opacidad, “entre el aquí y el allá”. Dado que se trata de esbozar una teoría, se ofrece al lector “un sistema de la distancia”, para que no se pierda en esa diversidad de distancias, para captar lo que tienen en común, para sistematizarlas, en fin. 

Así como eneas se ve obligado al exilio para (re)fundar un linaje y una nueva patria para los dioses de Troya, así elis es arrojado a establecer, fundar, imaginar, descubrir una distancia, todas las distancias, con la esperanza secreta de recorrerlas y volver a casa, de encontrarse y descansar, por fin anónimo.

[Datos editoriales: El Suri Porfiado, Buenos Aires, 2020. Prólogo de Dolores Etchecopar]

Link donde adquirir el libro:

https://www.elsuriporfiado.com.ar/libros/lucas-margarit-%C2%B7-elis-o-teoria-de-la-distancia/


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