Día de semana, de Alfredo Díaz. Lo familiar y lo extraño:

Un apocalipsis, un colectivo, una muerte, una plaza, Nirvana sonando en el medio de la cartografía de una ciudad que pesa: Día de Semana, cuentos de Alfredo A. Díaz.

Toxicxs Editorial, sello autogestivo y artesanal de la ciudad de Santiago del Estero, abre la Colección Narrativa con Día de Semana, libro de cuentos de Alfredo A. Díaz, uno de les editores del sello. 

Un detalle no menor y que de alguna manera mencionamos arriba es la constitución del objeto libro: “Objeto hecho a mano”, reza en la última página impresa donde también se cuentan detalles materiales de este proceso. Esa puerta de ingreso al objeto libro es magnética, quien pueda tener este libro en sus manos podrá entender lo que pretendo esbozar aquí. El detalle cuidado de estos ejemplares los hace únicos, piezas que se ensamblan para satisfacción del lector. La experiencia debe ser completa (esto incluye deslizar la palma de la mano por la cubierta o las puntas de los dedos por las hojas). 

Los cuentos de Díaz por momentos se vuelven un familiar cotidiano en donde una atmósfera opresiva nos seduce. Giramos la cabeza en un slow momentáneo, nadamos –como lectores– en una lámpara de lava, asomamos a la superficie, tomamos aire y volvemos abajo. 

Una mancha en la taza de café o un tarrito de aluminio sobre el fuego: instantes recortados de eso que conocemos, que no nos es extraño. En ese marco los personajes leen, leen siempre, atravesados por la letra accionan, citan, evocan a manera de homenaje implícito. Las citas referidas en la obra marcan la trama por momentos, lo que ha sido escrito es vivido. La lectura se enarbola como acto constante, aparece en todo momento: en papel, en PDF, en la cama, en un velorio.

Entre las referencias los personajes proclaman ideas en silencio para reflexionar (y disparar esto en quien lee) sobre el proceso editorial masificado, hay una toma de posición clara y en ella se puede ver una militancia literaria de quien escribe, de quien edita y, por qué no, de quien como personaje acciona.

Caminaremos estos cuentos (porque estos cuentos se caminan en calles familiares, de provincia) en espacios como la plaza o el aula, la escuela o la universidad; nos hablan de sexo, de incertidumbre, de la muerte, de la soledad, de las relaciones. 

En el camino de la lectura hay pequeños puentes, diversas referencias que, como guiño al lector, se lanzan para completar un cuerpo de sentido latente: Adorno, Roy Scheider, Nietzsche, Foucault, Spielberg, El Chavo del 8, Piglia, entre otres. Todos envueltos en el ritmo de All Apologies de Nirvana y The Clash. 

Los cuentos de Alfredo Díaz fluyen entre el calor y el dolor, entre la opresión y el sudor. Con un registro marcado y que por momentos se ramifica en la trama, consigue que subamos a un micro que se mueve bamboleante y que emprendamos un trayecto. Arriba sacamos el libro y leemos, de vez en cuando miramos por la ventana y algo vuelve a la memoria. Día de semana es un paseo, disfrútelo.

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