Arnold Böcklin, un viaje a la sublime: La isla de la muerte

Pintor simbolista del siglo XIX que padeció la sombra de la muerte. Alabado por grandes maestros de todas las ramas del arte como los pintores Giorgio de Chirico, Dalí, Max Ernst, el poeta Paul Celan y el compositor ruso Serguéi Rajmáninov. Autor de una obra que obsesionó al mismo Adolf Hitler.

Arnold Böcklin nació en suiza en 1827. Desde muy temprana edad se sintió atraído por la pintura, a pesar de su padre que pretendía que siguiese con la tradición familiar del negocio de la seda. Alentado por su madre en 1842 comenzó sus estudios de arte en la academia de Düsseldorf, allí se inició dentro del género del paisaje; el cual poco a poco perfeccionará a los largo de sus viajes por los Países Bajos, Bélgica, Alemania, Francia e Italia, este último destino marcaría decisivamente el rumbo en la obra de Böcklin.

El amor por el paisaje de sus comienzos y el romanticismo de sus obras progresivamente se impregnarán de un simbolismo con un fuerte tratamiento de las formas naturalistas que junto con la mitología y la alegoría se convertirán en un escenario de formas evocativas e inquietantes en sus pinturas. 

Desde 1870 el tema de la muerte será un tópico que rodea la obra de Böcklin con frecuencia, en cada símbolo de sus composiciones. En ella el artista no parece tratar de supervivirla, sino de mostrar su constante presencia, el tránsito, el recuerdo de lo que es y el abismo del futuro que no se revela. Recordemos que el pintor a lo largo de su vida sobrellevó la tragedia de enterrar a ocho de sus catorces hijos además de sus esposa, muriendo en  Fiesole, Florencia en 1901.

Venus Genitrix

Su obra más paradigmática es La Isla de los Muertos. Habrá cinco versiones de la misma obra con variaciones en formato, color y detalles, desde 1880 a 1886. La primera versión fue hecha para Marie Berna, condesa de Oriola, quien le encargó al artista una pintura que le permitiese soñar, pero Böcklin inesperadamente se guardó la primera versión para sí mismo y realizó una segunda para la condesa.  A instancias de su galeristas realiza una tercera pintura de la cual se reproducen con la técnica del grabado varias copias con fines comerciales. Esta tercera versión llegará al flamante canciller de Alemania, Adolf Hitler, en 1933 y que permanecerá colgada desde 1940 en la Cancillería del Tercer Reich en Berlín. Las dos versiones restantes, el artista Suizo, las efectuará para ganar dinero debido a sus vaivenes financieros, siendo la cuarta pintura destruida durante la II Guerra Mundial y de la cual solo se conserva hoy solamente una fotografía en blanco y negro.

La isla de la muerte, Tercera versión del cuadro de 1883, obra que cayó en poder de los alemanes en la segunda guerra mundial

La pintura nos muestra una isla en medio de un mar calmo y sereno con 

altos cipreses oscuros que se elevan al cielo rodeados de formas arquitectónicas en las cuales se encuentran excavadas cámaras funerarias, en el centro se encuentra un puerto a donde se dirige una enigmática barca y su conductor con una figura clara, etérea, de pie frente a un féretro cubierto con un paño blanco. El autor en vida nunca sugirió un intento de explicación sobre la obra. Se sabe que el nombre de la misma fue dado por su galerista y no por el mismo Böcklin. Se ha visto en ella una referencia mitológica a Caronte y las almas que transportaba al otro mundo  a través del río Estigia. Un mundo donde el ensueño y la muerte conviven como una sola, el subterfugio donde las almas van a buscar la calma en el silencio de lo eterno.

La lamentación de María Magdalena sobre el cuerpo de Cristo

Un dato curioso es que la isla existe en realidad y el artista tomó de referencia la isla de Sveti Juraj en la Bahía de Kotor en Montenegro, lugar que guarda gran parecido con la pintura. Además de las construcciones de la isla, la obra está basada en el antiguo cementerio inglés de Florencia donde el pintor había enterrado a una de sus hijas, María. La pintura se convertirá en un emblema de Böcklin siendo fuente de inspiración para múltiples reproducciones en todos los medios posibles: la música, el teatro, el cine, el anime inclusive. En 1904 Otto Weisert diseñó un tipo de letra inspirada en la tipografía del artista que lleva su mismo nombre.

Autorretrato con la muerte tocando el violín.

Como fue la intención del pintor suizo la obra seduce y crea una atmósfera inquietante de ensueño, un punto al que no se tiene retorno pero cuesta llegar. Como diría Paul Celan en su poema “Hacia la isla” inspirada en la pintura de Böcklin:

Hacia la isla, junto a los muertos,
desposados a la canoa desde el bosque
los brazos como de buitres por el cielo
a la manera de Saturno las almas anilladas,

así reman los extranjeros, y libres,
los maestros del hielo y de la piedra…
La isla de los vivos

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