Espacios que habita “El cauce y la costumbre” de Guillermo Siles

El cauce y la costumbre es el último poemario de Guillermo Siles, publicado en 2020 por Ediciones en Danza. Recorro los espacios que los poemas de Siles habitan en este libro, separados en cuatro partes: I. Retratos, II. Viajes, III. La tibieza de los días y IV. El cauce y la costumbre. Y pienso en el cauce poético de mirar, recordar, volver a tocar, a traer, a admirar, que Siles propone. 

En Retratos, en los poemas que componen este primer apartado, nos encontramos con las imágenes de “El artista” que como buen observador y caminante puede plasmar todo cuanto ve e imagina, no por nada este poema abre el mundo poético de El cauce y la costumbre . Vemos a una madre que reza y reza, en “Plegarias”, con los “ojos abiertos a la luz”; ¿Por qué reza, qué pide?, me pregunto. ¿Acaso se esconde un secreto, un mal, un dolor, un anhelo? En “El pasado” vemos al abuelo Stephan que recuerda a su madre “sobre la luz de los años / como quien no puede / traducir los signos / de su lengua materna”, abriéndose paso al retrato de un padre, en “Jinetes”, que “… vuela en su moto por el aire / para llegar a tiempo”, el mismo que en “Verano” es parte de otro retrato familiar, en donde es alquimista, oscuro, distante. Los amigos no son ajenos a estos retratos, como ese que se fue, en “El muro”, pero que habita el poema, aunque la luz verde de la virtualidad ya no demuestre su conexión. Lo que me habilita a señalar el “lado b” de este primer apartado, el de la geografía poética, en el que los espacio se ven habitados por un hijo que los recuerda, espacios reales y oníricos; habitan la súplica de la madre, en donde “la belleza del mundo y su herida / reclaman ser nombradas”, la geografía de un pasado que se ve invadido por bolsas de azúcar que “vuelan alto” para que “… nieve / en la provincia azucarera”, de la mano de un abuelo que da cuenta de la genealogía de los poemas. Abuelo, abuela, madre y padre son las presencias que abarcan los espacios geográficos, definidos e indefinidos, y marcan la línea de sangre que recorren las imágenes poéticas de El cauce y la costumbre de Guillermo Siles. 

En el apartado dos, Viajes, la geografía se amplía, pasamos por ciudades edificadas “sobre el continente”, “sobre el continente y una isla”, por una aldea “levantada sobre los márgenes del rhin / con su catedral y estación de trenes / furiosos trenes para andar la vida”, por pueblos, mares, canales; los recorremos hasta en un barco por “el golfo de Nápoles”, en el que basta una noche para cruzar “de Palermo a Nápoles”; un turismo cinematográfico, cargado de música y risas, nos revela este poema. Pero estos espacios van de la majestuosidad cosmopolita, pasando por aldeas escondidas, hasta llegar a “Café Crisol”, en donde beber un café se vuelve un ritual sagrado de charlas y lecturas. Dejando un Tucumán para el final de este apartado, un Tucumán en donde el recuerdo y los espacios hacen un punto de unión con los poemas que preceden a “Eclipse”, en donde un otro, que desconocemos, pero intuimos se presenta desde la mirada amorosa de la juventud, y es desde ahí, nos dice el poema que “… seguimos y seguimos / hasta ver la luna / a través de una ventana / y el sol dentro de la luna / ardiendo.”

En La tibieza de los días llegamos a la tercera parte del poemario, aquí la mirada amorosa se torna aún más suave y delicada, pero repleta de fortaleza. Dando paso a la naturaleza, a la palta que crece en el fondo, erguida y fértil; es fuerte “la palta no cedió a la saña / de motosierras y de obreros”, en cambio “abrazó la constancia de la lluvia / lejos del invierno”; lejos de la muerte, pienso. Entre estas imágenes de sutileza, de la música delicada de la memoria, nos esperan: “Un cielo de sol”, la “Marea” y “El desamor”.

Por último, llegamos a El cauce y la costumbre, la última parte del poemario que lleva en sí este mismo título de nombre; en donde, a su vez, encontramos el poema “El cauce y la costumbre”:

Estremecida de tiempo
la espesura de la yunga
va menguando
y se hace oro, la ciudad 
hasta los cerros es espera.
Acuático, febril, desmelenado 
el tiempo arrasa
y ya no queda resto
ni brillos en la cuesta,
está aquí la tormenta
alzándose en el río
sin que la mires llega
a destronar la tarde
a beber la claridad
que falta, las luces
se encienden sin aviso
el vendaval 
estira sus reflejos
y las enturbia con rigor
de agua, algo 
ya no grita en el cauce
turbio, callecita abajo
la correntada barre
los desechos y las penas
allá donde se inunda todo y todo es agua

que durará días y días.
Así el martirio de este barro
perdura sin dolor
al pie de la mañana
no es mansedumbre
ni es ansia o verde espera
oscurecida hasta lo hondo
la costumbre persiste
verano tras verano.

Observe querido lector como “el tiempo” se abre paso por la “ciudad ”, cauce de “tiempo que arrasa” sin dejar restos “ni brillos”, porque ha llegado la tormenta “con rigor de agua”; se vuelve agua que arrasa y bebe “la claridad que falta”, barriendo “los desechos y las penas” ha inundado todo salvo “la costumbre” que “persiste / verano tras verano” la costumbre persiste.


Guillermo Siles nació en Tucumán en 1967. Es doctor en Letras; Profesor Asociado de Literatura argentina II e investigador en la Universidad Nacional de Tucumán. Publicó artículos en revistas y compilaciones nacionales y extranjeras. Es autor de El microrrelato Hispanoamericano. La formación de un género en el siglo XX. Compiló volúmenes de crítica: La pequeña voz del mundo y otros ensayos de poesía (2007), con María Eugenia Bestani y Representaciones de la poesía argentina contemporánea (2011), entre otros. Editó y prologó Obra Poética, de Hugo Foguet (2010) y es co-editor de Poesía sin música (2017), poemas del compositor Pepe Núñez. Fue becario posdoctoral del DAAD en la Universidad de Potsdam (Alemania, 2012); dictó cursos y conferencias en universidades de Inglaterra, Francia, Alemania y España. Publicó El sabor de la fruta en 2008 (poesía). Integró las antologías Poesía Joven del Noroeste argentino, de Santiago Sylvester y Poetas Siglo XXI, de Fernando Sabido Sánchez. Una selección de sus poemas apareció en la revista Hablar de poesía N° 12 (2006). Coordina el Café Literario del Centro Cultural Virla de la UNT, desde 2014. El cauce y la costumbre (Ediciones en Danza, 2020) es su segundo poemario.


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