Quien observe este fusil apuntándole, es posible que inmediatamente se sumerja en un cúmulo de sensaciones, pensamientos e imágenes a toda velocidad viajando por su mente. Tan rápido como la pólvora es el impacto que producen en el espectador las fotografías de la iraní Shirin Neshat, cuya primera producción artística, creada entre 1993 y 1997, “Mujeres de Alá” interpela e incómoda no sólo al público que la mira, sino que también cuestiona al sistema cultural occidental, al nuevo estado Iraní tras la revolución, y a la estructura patriarcal que somete al mundo antiguo y contemporáneo.
Esta mujer que apunta y que pareciera detener el avance de las sociedades sobre el cuerpo de las mujeres y niños, es la propia Shirin. En esta serie, realizada en blanco y negro, busca plasmar la dualidad de su mirada: por un lado como artista visual para componer estas obras y, por otro sus ojos como dos manantiales negros que necesitan gritar las condiciones y realidades del universo femenino dentro del Estado Islámico
Antes de 1979, mientras Shirin Neshat estudiaba arte en los Estados Unidos, su país de origen Irán, mantuvo durante casi cuarenta años un reinado encabezado por el Shah Mohammad Reza Pahlavi, el cual poseía estrechos lazos con el gobierno estadounidense. El descontento y rechazo popular a la injerencia extranjera, precipitó la prohibición de los partidos políticos, dejando a las mezquitas como el único espacio en el que la población podía canalizar su descontento. En esta convulsión política y social que transitaba el pueblo iraní, emergió la figura de Ayatolá Ruhollah Khomeini, un religioso exiliado que vivía en París.
A diferencia de sus pares, Ayatolá promovía la intervención en política y fue uno de los precursores del llamado islamismo. Es así, como a su regreso a Irán se da origen a “La Revolución Islámica”, que tuvo como punto de partida una alta participación popular, ideologías anti extranjeras y bases culturales profundamente religiosas.
Esta tierra convulsionada que vio partir a Neshat, es la misma que la vio nacer en Qzasvin en 1957, en el seno de una familia donde la educación y el conocimiento eran ejes fundamentales para el desarrollo de sus integrantes.
Con el objetivo de acrecentar y explorar las posibilidades que le permitía el arte, Shirin emigró con apenas 17 años a los Estados Unidos.
Durante casi veinte años de ausencia Neshat no puede dimensionar las transformaciones culturales y sociales luego de la revolución en Irán, estas generaron en la artista un gran impacto al volver a su país, produciendo inmediatamente modificaciones filosóficas y políticas en ella, por un lado como ciudadana iraní occidentalizada, y por otro como la fotógrafa y artista audiovisual que había emprendido un camino de búsqueda y exploración en la dimensión creativa.
“Siempre digo que fue una experiencia muy intensa porque nunca había estado en un lugar en el que la ideología tuviera tanto peso. La Revolución cambió drásticamente todos los aspectos de la vida en Irán. El Irán que encontré era por un lado aterrador y por otro muy excitante. El país había estado tan aislado que en cierto modo parecía que uno entraba en otro mundo completamente distinto. Esto tenía cierto atractivo especialmente viniendo de occidente, del capitalismo y el individualismo propios del primer mundo. Pero cuando una se enfrentaba con aspectos tan cruciales como la ausencia de derechos humanos y de libertad de expresión, daban ganas de salir corriendo.”
A partir de esta experiencia, Nesaht deja atrás todo aquello que había producido y empieza puntillosamente a despertar otro ámbito conceptual artístico donde desarrolla una manera diferente de pensar y percibir el universo que adolece, pero a la vez, que impulsa e inspira.
Su primer trabajo es la serie fotográfica Mujeres de Alá, probablemente el más conocido. Es interesante como el término Alá en árabe significa: escuchar. De alguna forma, pareciera que la artista estuviera buscando la escucha del público ante todo lo que necesita susurrar y trazar de las mujeres de su país, pero no de una forma distante desde el exilio, sino como protagonista, como arcilla de ese barro que la moldeó con ideas progresistas y que hoy logra a través de la sensibilidad de Shirin la posibilidad de expresarse.
En esta obra, la artista ejerce un papel primordial dentro del relato, donde aparece vestida con el chador iraní y, a cada cuadro fotográfico, superpone caligrafía que reproducen mayormente textos escritos por autoras feministas antes de la Revolución. La caligrafía está asociada a la tradición cultural persa, de Medio Oriente e India y al papel que la poesía ha jugado en la lucha contra la represión política en la historia reciente de Irán. Para Shirin Neshat la poesía es la voz silenciada de las iraníes, cuya sexualidad y libertad fue acallada por el chador posrevolucionario.
La artista hace uso entonces de cuatro elementos que en Occidente se identifican con el Islam desde el colonialismo y el orientalismo: la caligrafía, el velo, el martirio y la mirada. De esta manera indaga en las problemáticas que rodean al Islam contemporáneo y particularmente a las mujeres islámicas, las tensiones identitarias y la construcción de la mujer iraní, convirtiendo sus cuerpos en campos de batalla retóricos e ideológicos.
A poco de concretarse la revolución en Irán, unas cien mil mujeres, muchas de las cuales habían participado de la revolución, salieron enardecidas a las calles de Teherán contra la imposición del código de vestimenta que las obligaba, a partir del nuevo estado islámico, a cubrir sus cabezas con un hiyab o chador.
El régimen de los Ayatolás implementó nuevas medidas entre las cuales estaba el suspender, a través de un decreto, la Ley de Protección de la Familia. Esta ley estaba compuesta por normativas muy progresistas que le otorgaban a las mujeres el derecho a pedir el divorcio, había elevado la edad del matrimonio para las niñas a dieciocho años, y permitía que un hombre tomara una segunda esposa sólo si contaba con el consentimiento de su primera esposa. Paralelamente las mujeres fueron retiradas de las oficinas gubernamentales y se les prohibió ingresar a campos específicos de estudios como la agricultura y la ley. En la universidad, mujeres y hombres fueron ubicados en sectores separados del aula.
Mujeres de Alá, desnuda y arroja todos esos velos que han cubierto durante décadas los derechos vulnerados de las mujeres iraníes ante el mundo, Shirin construye imágenes contradictorias sobre rasgos tradicionalmente asociados a lo femenino como son la belleza y la violencia. Estos relatos visuales remiten a la construcción colonial de la mujer persa (u oriental) entendida como posesión exótica, objeto erótico y criatura sumisa.
Mientras Alá es el único Dios, abajo en la Tierra sus creaciones están envueltas en diversas tensiones que la fotógrafa visualiza en enfretamientos conceptuales duales: luz/sombra, blanco/negro, Occidente/Oriente, violencia/pasividad, etc.
El carácter controversial de esta serie radica en la inclusión de armas de fuego dentro de la idílica composición orientalista. Neshat expone de esta forma, el paradigma de la invisibilidad política y social de la mujer en las sociedades islámicas, concebida como ente inerte.
Nos enfrenta con la construcción de los estereotipos occidentales que han creado una figura femenina musulmana lejana y contrariada con aquella que diseñó el estado islámico y de la cual de ninguna manera las propias mujeres han podido ser protagonistas de esos moldes donde las han encerrado.
Mujeres de Alá, nos recuerda que el pasado y la modernidad se hicieron y se alimentaron de voces mudas, Dios/Hombre no es Supremo, no es Justo, no es Omnipresente, las mujeres sigilosas observan, apuntan y disparan la poesía que destruya las estructuras impuestas. Afuera, la lucha continúa.
Webgrafía:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Shirin_Neshat
https://awarewomenartists.com/artiste/shirin-neshat/
https://es.wikipedia.org/wiki/Al%C3%A1
https://www.infobae.com/america/mundo/2019/02/08/a-40-anos-de-la-revolucion-que-dio-la-
espalda-a-las-mujeres-iran-entre-el-velo-el-desempleo-y-la-universidad/