Siempre nos preguntamos, los que hacemos una actividad artística, por qué se prohíbe en muchas familias el entrar a una carrera artística. Vamos a explorar en estas líneas los principales prejuicios que estigmatizan la actividad y brindaremos una perspectiva más amplia del alcance de estas.
Una duda que se genera siempre a la hora de estudiar artes es la supuesta “inutilidad” de la carrera, ya que carga el estigma de la falta de oferta y precariedad laboral; y por supuesto, el viejo cliché, que “el arte” es solo para algunos que poseen el talento, la inspiración e imaginación, por lo que se deduce, se convierte en una actividad destinada para unos pocos dotados de talento suficiente de las musas para ejercerla. Y por supuesto el auto encasillamiento de los prejuicios sociales.
Como vemos hay un sin número de peros que podríamos agregarle a estos prejuicios a la hora de elegir artes como profesión. Una profesión que aunque hasta resulte ridículo aclararlo en pleno siglo XXI requiere un nivel teórico y aprendizaje profesional como cualquier otra y que está garantizada por la Ley de educación Nacional 26.206 en su capítulo VII, sancionada en diciembre de 2006.
No es la intención de este breve artículo llenar de tediosos datos estadísticos de cuantas instituciones de formación artística existen en Argentina, ya sean públicas o privadas, formales e informales o la cantidad de alumnos que se inscriben en la carrera, que son muchos por cierto. Sin embargo es de suma importancia desterrar la idea de lo “inexistente” de la oferta laboral. Argentina y específicamente Tucumán no se caracteriza por ser el arte una profesión con enorme demanda laboral, pero tampoco lo son las demás actividades. Dentro de la economía inestable que posee nuestro país, con altos índices de desempleo e inflación en las últimas décadas, y profesiones mal pagas, hacen que ninguna carrera garantice el éxito o el bienestar económico hoy en día. Esto es, sin embargo, contrastante con la gran oferta cultural de Tucumán, que posee una de las principales industrias del entretenimiento del NOA. Solo basta salir y recorrer las salas teatrales, espacios culturales, Museos y galerías independientes para percibir la cantidad de artistas y de todos los ámbitos de las artes desde la danza, el teatro, la música, las artistas visuales y todas las actividades asociadas a ellas; donde se destaca su calidad y nivel profesional, que desde décadas atrás llevó a Tucumán a ser un gran foco cultural en argentina y en el noroeste argentino a mediados del siglo pasado. Si bien en estas últimas décadas todavía algunas actividades siguen luchando por regularizarse laboralmente, no es cierto que el arte no genere oferta laboral y consumo por parte del público.
Un capítulo aparte merece el talento y la inspiración. Conocida es la frase de Pablo Picasso cuando hablaba de su trabajo no como un hecho mágico de inspiración divina, sino como un trabajo constante fruto del aprendizaje y de la práctica: “que me encuentre la inspiración trabajando” diría el artista español. Como se deduce de esta frase todo se logra a partir de la práctica y los apoyos teóricos de una profesión y no es necesario una cualidad artística innata de “genio”, de tocado por la varita mágica, porque sería obtuso creer que uno puede obtener resultados y calidad por combustión espontánea, como en toda profesión el genio sin trabajo no alcanza. La técnica, el trabajo, los métodos y la creatividad se educan. Se estudia.

Por último y tal vez a lo largo del tiempo lo más escuchado en mi práctica profesional con personas que se insertan a una edad avanzada a estudiar artes es la frase: “mi familia no me dejaba hacer arte”, esta frase que podría asociarse a otros conceptos que ya vimos más arriba está contaminado por la idea de asociar las artes a la ideología de extrema izquierda, de sexualidad libre y más extremo todavía a las drogas, estos preconceptos que tal vez sean asociados por los clichés del ideal del artista romántico de mediados del siglo XIX y XX que el cine y la televisión terminó por calar en el inconsciente colectivo de la sociedad. De más aclarar que este tipo de ideas asociadas a las artes se puede encontrar en cualquier actividad y en cualquier estrato social, es ridículo e impensable que todavía subsista este tipo de prejuicio con respecto a las artes y sobre todo a la hora de elegirla como carrera. Es muy notorio como muchos profesionales de otras carreras, con edad ya avanzada, eligen estudiar artes, ese deseo pendiente, trunco en sus tiempos de juventud, por esas ideas que la sobrevolaban y por sus familias que impedían concretar esto.
Como toda profesión hacer artes tiene sus pro y sus contras, pero creo que a diferencia de muchas de otras profesiones el arte te da herramientas emocionales, además de un bagaje cultural enorme, para poder expresar y canalizar las emociones, para construir mejores seres humanos y un mejor mundo. Los prejuicios pesan, pero nunca es tarde para hacerlo, el arte siempre te espera, tengas la edad que tengas.