Golpe de frío abre con un epígrafe de Cesare Pavese: a veces regresa en el día, / en la inmóvil luz del día de verano, / aquel remoto estupor, llave precisa y certera de lo que nos depara este libro, nos anticipa la luz y el estupor, relación que se establece ante el asombro de lo cotidiano, el develar otra vez, cada vez, otra vez. Esa repetición del tiempo que, lejos de lo monótono, cobra sentido en los detalles y sus significantes.
Un lenguaje poético sutil y tenue, pero con el impacto y la fuerza de un alud; en cuadros que parecen por momentos toques pictorialistas hay un giro que nos deja como lectores en el silencio que solo ocurre ante lo bello.
Nos sentábamos a esperar que la noche pasara de la mejor manera. Cada uno conocía a la perfección el cuerpo del otro, nos presentíamos en la oscuridad.
El hombre es animal y de él su fuerza en ese paraje rural donde prevalece la sutileza de lo árido y el encanto de lo desconocido ante esos ojos de niña que miran el crecer y se mira crecer. Esa niña es la reconstrucción de una mirada que el sujeto imaginario aborda a lo largo del poemario. Rememora, recuerda y en esa tarea reflexiona.
Cuando niña, los perros de las casas seguían mis recolecciones de frutos silvestres y luego se esfumaban. Sentada sobre algún tronco caído, desgarbada Y flaca como era, no había hombres que sospecharan mi presencia. (…)
En ese paisaje de verde y agua la vegetación teje su cuerpo con los cuerpos que la habitan; cipreses, gladiolos, aguaribay son parte de esta anatomía vegetal.
En ese ámbito que podría ser adverso, y que tal vez lo es, la vida es un desafío ante la imposibilidad. Es la persistencia ante lo hostil, como planta que se descarta y otras manos rescatan, esa planta que florece al cuidado y al riego.
Un hueco, depositar el bulbo, regar y taparlo. Simple, tan simple como esperar que la flor abriera salmón o blanca, los colores más frecuentes.
En ese paisaje, límite entre el pueblo y el campo, los obreros son parte del hacer, como el río que late y todo lo cubre, que se extiende y llega para irse; como la huerta, el tractor, las avispas, el caballo, los perros, las culebras y los gallos que laten y en ese ritmo marcan el cuerpo que va dejando de ser invisible.
Como nota final comentamos que Golpe de frío obtuvo la Mención Honorífica por obra inédita en el 2019 (Premio Provincial de Poesía José Pedroni). El jurado estuvo integrado por Laura Wittner, Jorge Monteleone y Carlos Battilana; quien realiza el prólogo de la obra.
Gabriela Schuhmacher nació en la ciudad de Santa Fe en 1970. Publicó los libros de poesía: Cantos del norte (2016), Puros e Impuros/Extensos Óleos (2018), Ahogada en otro Tíber (2018) y Golpe de frío (2021). Sus poemas y reseñas pueden encontrarse en diferentes revistas digitales y blogs.