Dos historias que parecen escritas por un narrador exagerado e inverosímil, pero que son ciertas. Dos historias que cuentan cómo las obras recorrieron caminos independientes a sus creadores y les trascendieron.
“Si el hombre es trascendencia, ir más allá de sí, el poema es el signo más puro de ese continuo trascenderse, de ese permanente imaginarse. El hombre es imagen porque se trasciende. Quizá conciencia histórica y necesidad de trascender la historia no sean sino los nombres que ahora damos a este antiguo y perpetuo desgarramiento del ser, siempre separado de sí, siempre en busca de sí […] En el poema, el ser y el deseo de ser pactan por un instante, como el fruto y los labios, poesía momentánea reconciliación: ayer, hoy, mañana; aquí y allá; tú, yo, él, nosotros. Todo está presente: será presencia.”
Octavio Paz en El Arco y la lira
Héctor Tizón en una entrevista de 1999 contaba lo que sigue:
«Un conocido mío tiene negocios. Uno de ellos es una confitería. Un día viene y me dice: «Le voy a contar algo a usted que le gusta escribir.» «A ver, digo yo, cómo es.» Y él cuenta: «Hace mucho tiempo, venía un hombre y se sentaba, preferentemente en esa mesa que da a la calle. Pedía algo, leía el diario y se iba. A veces, me decía dos o tres palabras. Eso se repitió durante años y yo siempre pensé que era una especie de vendedor, un viajante de comercio. Hasta que un día me llamó a la mesa y me dijo que me sentara, que quería decirme algo importante. Me senté. Mirá, me dijo, tengo cáncer y los médicos piensan que no me quedan más de 6 meses de vida. Pero no quería morirme sin decírtelo: yo soy tu padre.» Ahora bien, ¿cómo se mete eso en un libro? Nadie es capaz de hacer que el lector crea esa dosis de caballo de realismo. Porque no es verosímil y sin embargo es cierto.»
En este artículo se relatan brevemente dos historias que resultan inverosímiles, sus protagonistas, Rodríguez y Sibylle, son completamente atípicos. ¿Son historias de fracasos?, ¿de éxitos? No, nada de eso importa. Son historias donde desde el fuego creador se amasan obras honestas, y como botellas soltadas al océano con destino totalmente incierto alguien las encuentra en el tiempo y las pone en valor erigiéndose en significativas y necesarias para muchas personas. Estas son historias donde las obras tienen una vida propia independiente de la vida de su creador, los trasciende para plantarse con los pies en la tierra y simplemente ser, emocionar, sostener, permitir que los otros sueñen con la lucha, la libertad, la felicidad.
Historia del modesto hombre que no sabía que era famoso en tierras lejanas
Terminaba la convulsionada década de los 60, Jesús Sixto Díaz Rodríguez, un misterioso músico, hijo de inmigrantes mexicanos, fue descubierto una noche en un bar por dos productores musicales que quedaron fascinados con sus canciones: melodías conmovedoras y letras poéticas, en un Detroit decadente. La capital estadounidense del automóvil, vio nacer los primeros Ford, General Motors y Chrysler a inicios del siglo XX. También vería el derrumbe a partir de los 60 de esas compañías dejando sólo galpones vacíos y en ruinas, desempleados y fantasmas. Los jóvenes productores grabaron dos discos con la convicción de que el artista se convertiría en uno de los más grandes de su generación, la de Bob Dylan. El éxito de ventas nunca llegó, el cantante desapareció para dedicarse a su oficio de albañil y formar una familia sin saber que por azar uno de los poquísimos discos vendidos —dicen que se vendieron sólo seis— llegaría a la Sudáfrica del Apartheid y se extendería por todo el país en grabaciones piratas, haciendo de este poeta/albañil hijo de mexicanos un icono de la libertad y de la lucha contra el sistema opresor y racista. Pasaron los años y dos fans sudafricanos se empeñaron en averiguar qué había pasado realmente con Rodríguez, el mito decía que el músico se había inmolado en el escenario rociándose con alcohol y encendiéndose con un fósforo. Los dos fans hicieron una investigación que los llevó a conocer una historia extraordinaria y que serviría para que el sueco Malik Bendjelloul dirigiera un gran documental Searching for Sugar Man, que en 2012 obtuvo una veintena de premios cinematográficos internacionales, entre ellos destaca el premio Oscar en la categoría mejor documental.
Searching for Sugar Man es la historia de una resurrección.
Sibylle o las canciones/oráculos
Las sibilas en la antigua Grecia eran sacerdotisas de Apolo, el dios de la música y la poesía, que sentadas en un trípode inspiradas por el dios, enunciaban ambiguos oráculos.
La alemana Sibylle Baier creció en Stuttgart, Alemania. Desde niña tocó el piano y la guitarra, siendo adolescente sus amigos eran un grupo de bohemios vinculados al arte, cine, música y política. Uno de sus amigos, por entonces, era el director de cine Wim Wenders. Ella actuaría en una de sus películas Alice in den Städten (1974).
A los 16 años entró en una fuerte depresión. Su amiga Claudine, la obligó a salir de viaje con el objetivo de distraerla e intentar que se recuperara, viajaron por Francia e Italia llegando hasta Génova, aquel puerto longevo que fue, hace más de un milenio, atacado y saqueado por los sarracenos y su luna mora.
Al regreso compuso catorce canciones y las grabó en un magnetófono, sólo con su guitarra acústica, en el periodo que va del 70 al 73. Hizo un par de copias en cassettes que regaló a sus amigos más cercanos y quedaron guardadas (o escondidas) por más de tres décadas cubiertas por el manto del olvido.
Ella se casó, formó una familia y con ellos emigró a Estados Unidos. El resto de su vida se dedicó a ser madre y ama de casa, alejada de cualquier circulación artística.
En 2005 su hijo Robby encontró las cintas, Robby ya era por aquellos años músico y productor, luego de superar la sorpresa, armó el disco Color Green para los allegados, el disco llegó a las manos de una importante compañía discográfica que publicó el trabajo a inicios de 2006, convirtiéndose en un disco de culto.
A todo esto los críticos comparan a Sibylle con Leonard Cohen y Joni Mitchell. Mientras ella decidió seguir en el ostracismo, sumergida en una vida anónima, tranquila y hogareña.
Las canciones de Color Green tienen un aura de sinceridad, inocencia, pureza, tragedia. No fueron pensadas para la exhibición, fueron compuestas al margen del ego y quizás esa intimidad que las conforma nos genera una conexión profunda con ellas. Son canciones, como oráculos, para cuando uno está enamorado, nostálgico, triste o simplemente feliz.
Lo que sigue es una versión de la letra de Remember the day, la primera canción que Sibylle escribió al volver donde cuenta cómo su viaje de descubrimiento le permitió derrotar la depresión que la desbordaba.
Remember the day
Remember the day When I left home to buy some food Myself in that painful February mood I did what I could Remember that day When I left home to just buy some food Considering if one shouldn't I or if one should Sun was high And I found me on the road to Genoa Did you ever drive in a moonstruck constitution? And find to reach a seaport and down there is a solution You should If you could There slowly, slowly, I no longer thought of what is good or what is not There simply was the water's smell and remoteness I only stood and watched that old cold ocean In tender and bright, full, unspeakable emotion I did what I could All was good
Recuerda el día
Recuerda el día Cuando salí de casa a comprar algo de comida Con el ánimo doloroso de febrero Hice lo que pude Recuerda ese día Cuando salí de casa a comprar algo de comida Meditando si uno debería o no El sol estaba en lo alto Y me encontré camino a Génova ¿Manejaste alguna vez estando lunático? Y al llegar al puerto descubrir ahí abajo una solución Deberías si pudieras Allí lentamente, lentamente, ya no pensaba en lo que es bueno o en lo que no lo es Simplemente estaba el olor y la lejanía del agua Solo me paré y miré ese viejo océano frío Con una emoción tierna y brillante, plena e inefable Hice lo que pude Todo estuvo bien
Nota del Editor: La versión del poema «Recuerda el día» es obra del autor de la nota.
Sibylle Baier – Colour Green (Album completo)
SEARCHING FOR SUGAR MAN – Documental en español