Antologías en las Tierras del Tucma

Un breve recorrido por las antologías, desde principios del siglo XX a nuestros días, que han dejado una instantánea del momento y que nos permiten encontrar hoy los ecos de la creación poética en Tucumán.

Las antologías literarias no son un invento reciente, nacieron prácticamente con los inicios de la Literatura. Se las encuentra en la Antigüedad, en el Medioevo, en el Renacimiento; pero es en la Modernidad en donde van a servir para divulgar las nacientes literaturas nacionales seleccionando las piezas de “valor” más representativas que irán constituyendo la historia literaria, aglutinadas por una misma estética, una geografía, una época, un grupo particular, una generación, un autor, etc. Las antologías fueron operaciones o herramientas para otorgar a una obra el estatus de canónico.

A la pregunta ¿para qué sirven las antologías? Julián D’Alessandro en su respuesta pone luz con exactitud:

“Una antología es básicamente un dispositivo que sirve para la auto-descripción y la auto-comprensión de la literatura misma, lo que se dice un «metatexto». Estos dispositivos hacen que la producción literaria se convierta en un sistema auto-organizado de textos”

Para algunos autores las antologías no sólo son una colección de poemas, sino que crean una nueva obra. Tienen la capacidad de crear y manipular, incluso traicionando la esencia del texto, para derivar en sentidos nuevos, tal vez incluso distintos del originario. La selección implica una apropiación interesada donde los criterios del compilador son cruciales.

En 200 años de poesía argentina, la antología publicada por Alfaguara en 2010 para celebrar el bicentenario de la Revolución de Mayo, su antologador, Jorge Monteleone, en un prólogo imperdible, nos dice:

«Toda antología es un acto crítico que oscila entre la melancolía y la historia. En ella participa el tiempo, tal vez no porque sea “el gran antólogo” –especie de guardián Kafkiano que, pasado un período, cierra la puerta para aquel al cual le estaba destinada-, sino porque crea una instantánea de la época misma: puro presente, pasado aún visible, incierto futuro. Es ocioso captar la benevolencia del lector afirmando que toda antología es incompleta o arbitraria: ese aserto forma parte de su retórica. Tal vez no sea un conjunto más o menos razonado o azaroso de inclusiones, sino un sistema de ausencias, porque la acosa el fantasma de la totalidad. No sólo porque hay poetas que no están, que deberían haberse incluido y que, aún por motivos extraliterarios, cuya pericia es irrelevante, no figuran en esta selección. Hay ciertos poemas en lugar de otros, habrá algún tono menos representado, una orientación que fue olvidada o desplazada, la nómina incompleta. […]
Una antología sólo puede ser compensada por otra antología, que estará construida por nuevos vacíos. Conforma, aún a su pesar, un canon, por el cual se fija lo establecido, lo admitido, lo regular. Hay dos formas de escribirlo: en el mármol o en el agua. […]»

Jorge Monteleone

Cada antología está envuelta en ropajes de controversias, nunca podrán escapar a la polémica.

El origen de la palabra antología es poético: ( anthos = flor) y ( legein = escoger), en definitiva sería escoger flores, recoger flores, el término se acuñó en Grecia (siglo I a.e.c.), Meleagro de Gadara llamó antología (ramillete de flores) a una recopilación de poemas conocidos como epigramas, que no son otra cosa que versos cortos que expresan un solo pensamiento, de carácter festivo o satírico, con precisión y agudeza. El sinónimo de raíz latina es florilegio derivado de florilegium, frecuentemente usado por autores cristianos del siglo V d.e.c.

En un local de libros usados, por un precio modesto, hace un par de años conseguí la antología Poesía de Tucumán Siglo XX, de Gustavo A. Bravo Figueroa editada en 1965 por Ediciones Atenas. El prólogo de este libro debería ser obligatorio para quienes quieran conocer la poesía que floreció por estas tierras del Tucma, como los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, nos servirá de fuente principal para conocer algunas antologías del siglo XX.

Con motivo del Centenario de la Independencia (1916), Manuel Lizondo Borda es quien hace de compilador para El Tucumán de los Poetas, en las palabras preliminares de su trabajo advierte que el libro es “una compilación sencilla, de carácter histórico, sobre cuanto en verso se ha dicho de Tucumán o de cosas tucumanas a lo largo de los años…”

En 1921 apareció Florilegio de Poesías Tucumanas, el encargado de la recopilación fue Alfredo Cónsole, quien sostenía en el prefacio que “Este florilegio es el exponente de la labor de los poetas tucumanos que se han destacado durante un siglo y medio, aproximadamente, y de aquellos que habiendo nacido en otras provincias, cantan entre nosotros, los primores de esta tierra”. El libro de más de 200 páginas incluía poemas del propio Cónsole, Mario Bravo, Pedro Berreta, Fausto Burgos, Josefa Díaz, Patricio Gallo, Manuel Lizondo Borda, entre otros.

En 1952, la Comisión Provincial de Cultura organizó un certamen poético y editó la Primera Antología Poética de Tucumán con los trabajos premiados. Uno de sus directores fue Bernardo Canal Feijoo. A esta antología se le objetó el hecho de autollamarse “primera” y la omisión de muchos poetas que no se presentaron al certamen. Gustavo Bravo Figueroa, en el prólogo de Poesía de Tucumán Siglo XX, luego de tratar brevemente las antologías precedentes, aborda los criterios de su recopilación, donde no sólo se presentan poemas sino también referencias biográficas de los autores compilados. A estos los organizó en tres periodos

Primer Periodo (1901-1940)
La figura gravitante es Ricardo Jaimes Freyre (este escritor, historiador, docente y diplomático boliviano vivió en Tucumán entre 1901 y 1921, es considerado uno de los referentes del modernismo latinoamericano).
Los poetas antologados de este periodo son: Ricardo Jaime Freyres, Mario Bravo, Luis E. Castro, Ricardo Chirre Danós, Rafael Jijena Sánchez, Manuel Lizondo Borda, Juan Piatelli, Teresa Ramos Carrión, Victor Toledo Pimentel y Antonio Torres.

Segundo Periodo (1941-1955)
Este periodo no reconoce una figura tutelar pero Bravo Figueroa resalta la presencia del jujeño Raúl Galán como el “abanderado” de La Carpa, grupo mítico que en su manifiesto afirmaba “creemos que la Poesía tiene tres dimensiones: Belleza, afirmación y vaticinio”, o “Tenemos conciencia de que en esta parte del país la Poesía comienza con nosotros”.
Los poetas antologados de este periodo son: Raúl Galán, Manuel Aldonate, Julio Ardiles Gray, Omar Estrella, Eduardo Joubin Colombres, María Elvira Juárez, Guillermo Orce Remis, Nicandro Pereyra, Leda Valladarez.

Tercer Período (1956-1965)
Este período inició con el derrocamiento de Perón por parte de la llamada, ahora, Revolución Fusiladora o Libertadura. Se caracteriza por turbulencias: persecuciones, huelgas, depresión económica, desempleo, etc.
En este tercer período sus integrantes se expresan “de una forma distinta, descarnada, hermética. El mundo exterior, el paisaje, no será objeto de su poesía. Apunta en ella a oscuros estados de conciencia, a problemas filosóficos, religiosos. No dialoga con el hombre”. Y “Cada uno, como los gusanos de seda, elabora su propio capullo lírico”.
Los poetas antologados de este periodo son: Arturo Álvarez Sosa, Ariadna Chávez, Dora Fornaciari, Juan González, Juan José Hernández, David Lagmanovich, Tiburcio López Gúzman, Nestor Silva.

Ricardo Kaliman en una reseña del libro de Bravo Figueroa sostiene:

“Es de destacar que la mayoría de los (poetas del tercer período) que Bravo incluye en este período han recibido un alto reconocimiento posterior, aunque cabe preguntarse también en qué medida esta misma inclusión contribuyó precisamente a esa canonización”.


En 1967 se publicó Veinte Poetas Cantan a Tucumán – Ediciones Tiempo del Tarco en Flor-. Si bien uno de sus gestores sostiene que no es una antología, funciona como tal. Para ver más detalles de esta experiencia, visitar La poesía en cartón, a 50 años de CARTÓN DE POESÍA
A partir de este periodo se publicaron diversas antologías en Tucumán. Una de las más reciente y abarcadora es la Antología Tucumán Escribe que presenta 140 escritores aproximadamente; presentada el 11 de marzo de 2020 en el Centro Cultural Eugenio F Virla y que se caracteriza por la diversidad de escrituras que la componen. Tucumán Escribe (integrado por Julián Luna Pastore, Ruth Contreras, María Paula Cardozo, Irina Calizaya, Álvaro Luna, Abbi Gómez y Valentina Rossi) es el grupo que hizo posible el libro con apoyo de una Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes.

El catedrático de la Universidad de Brown, Julio Ortega (Perú, 1942, uno de los más prolíficos y reconocidos críticos de las letras hispanas en general y del «boom» latinoamericano en particular), en una entrevista sostenía:

"Yo creo mucho en el ejercicio antológico, pero no porque las antologías sean apuestas por el porvenir sino porque demuestran la fugacidad del gusto y, de paso, nuestra propia fugacidad.
Toda antología será reemplazada, pronto, por otra, y las mejores son, por ello, las que hacen los más jóvenes, porque ilustran lo más precario: el gusto del momento.
La literatura está hecha de esa precariedad: está más viva en el instante de la lectura, no en la memoria de la eternidad"

En el siguiente link puede consultarse y descargarse Poesía de Tucumán Siglo XX : http://repositorio.invelec-conicet.gob.ar/handle/123456789/17

  • Fuente de la foto de Gustavo Bravo Figueroa: «La Cultura en el Tucumán del Siglo XX. Diccionario Monográfico», de Roberto Espinosa, que editó la Universidad Nacional de Tucumán en 2006

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