—Escuchame una cosa, estúpida… yo apenas salga del trabajo me paso por la farmacia a comprarte una Dermaglós porque así toda brotada con vos no salgo ni en pedo. Pichanilla me llamó angustiada porque el glitter que se compró en los chinos le dio alergia. Le dije que eso le pasa por ansiosa, porque no es capaz de esperar a que salga del taller para ir juntas. Siempre me hace lo mismo, siempre alguna cagada se manda. A la Picha la conozco hace poquito, pero pegamos onda al toque. Ella es la que me tira todas las ideas para las jodas temáticas. Para este año se le ocurrió hacer un reventón lleno de purpurina y espuma bajo el lema de “todes perres”. A veces me gustaría ser como ella, o sea, digo a veces porque esa faceta de loca autosuficiente me re va, me encanta. Yo la admiro, qué querés que te diga. Pero también me pongo a pensar en todas esas fórmulas químicas onda Walter White que se tuvo que aprender para poder dedicarse a la docencia y ganar dos mangos… (yo apenas pude con esta gramática de mierda, con la RAE menopáusica que se acalora y cambia las normas cada dos por tres). Ser docente está bueno, pero te cagás de hambre… y si encima querés ponerle un touch personalizado, ya salen los conservadores a iniciar la inquisición del noroeste: con la Picha vamos a ir a optar horas en tanga y llenas de rouge, como para que la gente se escandalice un poco y nos den más fama… Pero bueno, esta es la vida sacrificada: todos estamos obligados a buscar alguna changuita que nos sirva para subsistir, sino fijate que mi tallercito es el que me tira el mango. Esta noche tenemos que salir, es la salida obligada de todos los meses. Ya compré las sombras y las brochas nuevas… lo único que me revienta es que se me está terminando el Gotas de amora. Ay, la Picha se va a poner como loca… no se imagina la cantidad de strass que tienen estas plataformas. —Hola, mamurra, escuchame: ahora a las diez cierro acá, paso por la crema y te llevo las cosas al depto. Yo no tengo margen como para salir antes porque vienen a pagar un laburo, ¿sabés? Ah, otra cosita, ¿no me hacés unas pincitas en la mini que te di para que le subas el ruedo? Porfa… mirá que si no me va a quedar como faldón de hermana del Huerto, jajaja. Ay, boluda… ¡no sabés las plataformas que me llegaron por Mercado Libre! Apenas las veas te caés de culo, son como… —a lo lejos se escucha que golpean el portón de chapa— … bueno, te llamo en un rato que acaba de llegar el tipo. Ay, pero te morís boluda. Te llamo después. Las balizas titilantes acompañan el pendular de las cadenas sobre el zinc. Limpiándose las manos con un trapo malgastado, una voz responde: —Mi hermano, ¿cómo va? Escuchame, capo… yo te dije que el sistema eléctrico de esa 150 en cualquier momento te vuelve a dejar a pata. A la Hilux te la veo completa mañana, pero ya le arreglé el tablero y la correa. Tené cuidado con eso, mirá que ahora con esta crisis de mierda todo se fue al carajo y te va a salir más barato comprar una cero que hacerla arreglar a la bicha. —Dale, Cachito, acá te dejo lo que faltaba. El gordo mañana la busca a la camioneta y te entrega las cartillas esas de Natura que te pidió la Susana. Dice mi señora que cierra la semana que viene… bue, qué sé yo… de seguro ella entiende más que nosotros dos, jaja.
Paula Bustos Paz nació en Catamarca, Capital, en 1993. Es Profesora en Letras egresada de la Universidad Nacional de Catamarca y estudiante de las carreras Licenciatura en Letras y Profesorado en Filosofía. En noviembre de 2018 creó Espacio Menesunda, un espacio para compartir escritos, ilustraciones y proyectos musicales de manera colectiva, del cual también participa bajo un pseudónimo. En marzo de 2019, en el marco de una feria llevada a cabo por la Facultad de Humanidades de la UNCa, expuso una serie de autorretratos titulada El yo lírico; en diciembre del mismo año fue invitada a participar del ciclo de lectura Voz Profana dejando de lado el anonimato. El desarticularse de todo rigor académico le permitió generar esta faceta de escritora, mundo en el que todavía se está encontrando.
- Ilustración de portada: Fernando Morales. Obra: Hunty Bounter
- Fotografía de Paula Bustos Paz: Mario Folquer