CAP- I- NO ERA EL MONSTRUO. ES LA MOSTRA
Esta historia arranca, como muchas, con una pregunta: “¿Te gustaría participar con tus fotos, de una muestra?”. La voz era la de Fedra, a quien conocemos como Felisea Atzuri, una fotógrafa oriunda de la provincia de San Luis, radicada en Santiago del Estero desde hace un par de años, que experimenta con la fotografía por los caminos de la cianotipia, transferencias y otros procesos.
Y así es que, con un par de caracteres, y un breve lapsus de autoconfianza, he aceptado y conocido a La Mostra Visual, allá por abril del 2023.
En mayo de ese año, se llevaría a cabo la Primera Muestra de esta colectiva, de la que en verdad poco y nada conocía. Me contaba Fedra, que se trataba de un grupo de mujeres y disidencias del ámbito de la fotografía y el audivisual, de Santiago del Estero.
Era la primera vez que consideraba seriamente compartir mis fotografías en un espacio que no fuera el propio, el “cuidado y medido”. Se trataba de lanzarlas a la mirada de tantas y tantos, compartir el espacio con mujeres tan admiradas por mí.
“¿Qué tengo que hacer yo ahí?”, no paraba de repetirme una voz en la cabeza. “No me corresponde, no soy fotógrafa, es una falta de respeto…”. Y así, tantos sonidos que, luego descubrí, atacaban la cabeza de muchas compañeras que, como yo, se han ido sumando poco a poco.
Hablar con Fedra, con Luciana Cano (fotógrafa santiagueña y compañera militante de DDHH) me tranquilizó, hasta que finalmente tomé la decisión, como suelo tomar todas las importantes en mi vida: “bueno chau, me mando y listo”.
Era un 25 de mayo, el día estaba raro, oscilaba entre el sol y la lluvia, entre remeras y cancanes.
El lugar de la Muestra era la Casa Argañaraz Alcorta, una propiedad perteneciente a una familia tradicional de Santiago del Estero que ,como muchas propiedades de esa características, se pierde en las disputas y termina en manos del Estado. Ingreso. Había tanta gente que el aire me empezaba a faltar. La ansiedad se iba apoderando de mi cuerpo. Apenas si podía ver hacia los costados. En vivo, sonaba la tremenda Fernanda Legname con su música. En un hall central colmado, se entrecruzaban la música con las visuales. Sabía que ahí dentro, en una pantalla iban a exhibirse mis fotos, junto con las de otras que formaban parte de una convocatoria libre. Poco después de recorrer la muestra, saludar y agradecer a las mostras, me disponía a retirarme, cuando alcanzo a ver entre la gente un collage fotográfico en un vidrio. Y ahí, entre las fotos de Luciana Cano, Dolores Corrales, Mariné Ibañez, Valeria Bullaude, Felisea Atsuri, Ana Najar, Ariana Irastorza, y tantas otras mujeres que admiro… estaban las mías. No lo podía creer. En un instante, un pensamiento ha llegado a mi: no era solo yo en ese vidrio: eran ella, él, elles, quienes habían posado frente a mi cámara, quienes habían sido parte del proceso, del propio y del colectivo. Éramos todes, ahí expuestas y expuestos, volviéndonos discurso, compartiéndonos. Teníamos algo para decir. Y lo estábamos diciendo. Un espacio colectivo había propiciado ello.
No era mi primera vez haciendo fotos y proyectos fotográficos. Pero sí era la primera vez que reparaban en mí hacer personas dedicadas a este arte, primera vez que con tanta humildad, sencillez y profesionalismo se acercaban a mí y me abrían las puertas de un espacio compañero. Entendía entonces que ya no sólo se trataba de mí. Sino de todas las mujeres invisibilizadas en su hacer en nuestra tierra, de tantas no incluidas por no contar con un título que nos avale, por un espacio reservado a unos pocos; de tantas, que en la soledad gritan sin un destino donde decir.
Entendía que me había convocado un espacio que iba a crecer suave, fuerte, y guerrero. Un colectivo que las propias compañeras definirían un año después como “un espacio para ser”. Ya no era yo, temiendo al monstruo de la vergüenza, la exclusión de género y el prejuicio. Era yo, junto una trinchera inmensa que se llama Mostra Visual.
CAP. II – LA MOSTRA VISUAL, DESDE ADENTRO
Hasta ese momento, y durante meses, yo sólo había sido alguien a quienes este grupo de mujeres habían invitado a participar de su primera muestra audio-visual. Pero arengada por su espíritu, me animaba a saber más sobre ellas.
¿Entonces, de qué se trataba esta Mostra Visual?

Cito aquí un fragmento de nuestra compañera Alejandra Carreras (realizadora audiovisual, fotógrafa, actriz y militante de DDHH): “Esta colectiva reúne mujeres y diversidades de las artes audio-visuales de Santiago del Estero y nace con el objetivo de visibilizar su hacer, crecer en espacios de formación, en sus oficios y arte, para que sus trabajos sean apreciados, difundidos y que sus miradas sean tenidas en cuenta”.
¿Por qué Mostras? Se trata de un juego de palabras entre su significado en otros idiomas (que hacen referencia a muestra, una exhibición pública), y el sentido que ha ido desarrollando en distintos ámbitos artísticos, en los que se entiende como algo femenino que impresiona, que impacta. Al mismo tiempo porque nos concebimos como un ser, conformado por diversas formas artísticas, que está naciendo con toda la fuerza de una monstrua que viene a transformar el universo audiovisual…”
Me sentía entonces atraída por la propuesta de este colectivo, inspirada y deseosa de ser parte de ese proceso. Su participación y compromiso corría por varios rieles: difundir la realidad de las mujeres y disidencias trabajadoras en el ámbito audiovisual y fotográfico local; reflexionar y elaborar propuestas para fortalecer el hacer audiovisual en nuestra provincia, con proyección en políticas públicas para el sector; difundir un discurso colectivo sobre la memoria e identidad; entre otros objetivos.
Ya cerca del segundo año de Muestra, he podido conocer a todo este grupo de mujeres desde adentro; mujeres inspiradas comprometidas con su época y con las mujeres que en nuestra historia santiagueña han sido invisibilizadas. Y es que, las chicas se organizan, gestionan, crean, empujan, difunden, diseñan, reflexionan; son directoras, guionistas, vestuaristas, fotógrafas, diseñadoras.
Ya a principios del 2024, no solo la organización de la segunda Muestra estaba en marcha, sino también la primera edición de una feria que reunía los proyectos visuales de nuestra provincia; compañeras y compañeros que con su hacer comunican. Se empieza a gestar así, una feria de diseño, que como la Muestra pretende crecer año tras año.
Crecía así una segunda edición de la Muestra de la Mostra Visual. Y ahora yo, era una más de ellas.
CAP. III – SE VIENE LA TERCERA
Desde el primer día, y siempre con objetivos claros, esta colectiva sabía que su camino no podía agotarse en la capital. Ni mucho menos, quedar circunscripto a una actividad anual.
Desde su creación, la colectiva ha dicho presente en diferentes espacios: Poetas del Norte Entero; Día de conmemoración de la violencia contra la mujer; Feria Provincial del Libro; Variete del Observatorio Cultural; Aniversario de Radio Vostok; Feria Artesanal Provincial; en el Pantallazo en defensa del cine argentino; colabora activamente con el Movimiento Música de Mujeres de Santiago del Estero; presencia en escuelas a través del taller Lecturas a la carta; participación fuera de la provincia, como en la Feria de Editoriales Independientes – Festival Intergalactico, en San Miguel de Tucumán y en el Primer Encuentro Audiovisual del NOA, en la provincia de Catamarca.

Cuenta con un ciclo de cine debate, que pone el acento en la difusión de películas que no han circulado masivamente, el recupero de un cine que no es usualmente consumido, propiciando la reflexión junto al público participante.
A fines del 2024, organizó el Primer Concurso de Cortometrajes de Santiago del Estero, donde la participación ha superado todas las expectativas.
En el 2025, a fines del mes de mayo, ha pasado la Tercera Edición de la Muestra Anual de la Mostra Visual. Proyecciones, instalaciones, convocatorias abiertas, presentaciones de libros, conversatorios, talleres, feria visual. La participación no sólo de compañeras activas de la Mostra, crece año a año, sino que además se suma una gran cantidad de mujeres y disidencias que responden y participan de la convocatoria abierta, permitiéndonos conocer sus trabajos. Tantos proyectos mostros, tan diversos como nuestra identidades; imágenes, texturas, palabras, colores, oscuridad; todo juega en cada una de las instalaciones de las integrantes de este colectivo. Invita a la mirada profunda, a la reflexión, a la fantasía y por qué no, al juego.

Somos entonces, un colectivo que se propone tierra fértil en un camino que no para de construirse, con nuestros pasos y los de tantas otras que participan en cada propuesta. Es a la vez, un espacio respetuoso de los proyectos de cada una de sus integrantes; un espacio abierto desde sus diferentes propuestas a la participación de todas y todos; un espacio artístico y, como tal, político y reflexivo, un espacio que impulsa a todas, para todas.
Y así, creciendo desde el pie, paso a paso, firmes y seguras, este grupo de mujeres transita un nuevo año de vida.
Cuidado con cruzar una Mostra, porque quien dice y quieran ser parte del paisaje mostroso. Como lo he hecho yo.