«Salvaje sur», el western patagónico

Once historias evocan el género del lejano oeste, pero esta vez en el sur argentino, cruzando barreras, fronteras y convenciones. 

Hablamos de western, género de culto que ha cultivado legiones de fans a lo largo del tiempo. Hablamos de western en el sur, en la Patagonia. Allí se publicó hace algunos meses Salvaje Sur, empresa llevada adelante por Castro y Sahilices – Ediciones no convencionales (San Martín de los Andes), publicación que cuenta con autores varios en su nómina, a los cuales iremos conociendo en las líneas que sucederán a estas.

Salvaje Sur es una pieza de colección, su diseño de revista busca ligarse a la nostalgia, en su primera página ya lo dice: emula el western aun torciendo las leyes del género y mezclándolo con otros como el weird o el sci-fi. Las ilustraciones tanto de tapa como de interiores, estos con anuncios de época variados, nos llevan de la mano en un camino sin retorno en lo que promete ser una buena lectura con suspiros incluidos por aquellos tiempos de pantalla de tubo y calles polvorientas con espuelas.

Once narraciones, de diez autores de la Patagonia, componen este primer número, escriben con maestría desde su alter ego western, espejo invertido en brújula y tiempo. El recorrido por cada una de las historias nos remite a diferentes escenas que la cabeza lectora reconstruye como en un cine. 

El territorio árido se perfila en “Georgeville” de Gil Pender (Matías Castro Sahilices), la mística fundacional que nominaliza los pueblos bajo el rastro heroico del forastero que se marchará dejando su paso marcado a fuego. En otros casos como en “Duelo en el Valle”, de Ramson Doniphon (Marcelo Gobbo), el western es más criollo, los personajes con rasgos diaguitas podrían hablar en kakán mientras se perfila la venganza de una niña que fue carne de todos los abusos posibles por unos forajidos.

La historia dentro de la historia, como cajas, como una matrioshka. Una diligencia que viaja, un fugitivo y unos niños, un cuentacuentos que huye es lo que nos depara «El Fugitivo» de Dolores Abernathy (Luis Cattenazzi). En “Wendigo” de Duncan Hicks (Herman Costarazanti) los cheyennes y bisontes se hacen presentes como marco inicial a una travesía en búsqueda de las armas ancestrales para frenar a la muerte —y a qué precio?!—.

Chuck Folson Jr. (Cristián Carrasco) es el autor de “La Recompensa”, relato en el que los pistoleros a sueldo y los bastardos adoptados como apéndices, en un suelo con escaso amor pero mucha necesidad, van creciendo, aprendiendo e incluso cambiando de bando. Lecciones y enseñanzas.

La venganza es recurrente, tema que vuelve serpenteando por la tierra ríspida donde las armas humeantes hablan antes que sus propios dueños; entre los labios de acero algún adivino, el que escucha y la búsqueda de hacer cumplir la penitencia “Ante los ojos de Dios y María Santísima”  —de Rudolph Ant (Emiliano Bülow)—.

“Veinticinco estrellas de oro” de Alvin Cartwright (Carlos Chávez) nos lleva a la taberna, el whisky y el correo que requiere, en esos caminos, una custodia a punta de pistola. Una caja que llega de un lugar lejano y cuyo contenido será un misterio inexplicable. La taberna no podía estar ausente, como tampoco los buscadores de oro, solo que esta vez en Neuquén, porque en toda familia hay un loco, un borracho o un santo; de esos que hacen desaparecer un cerro entero a fuerza de pala y carretilla, como en “Leyenda del cerro Pratt” de Dylan Roderick Rex (Diego Rodríguez Reis).

En “Los huerfanitos” de Raymond Blackmouth (Facundo Bocanegra), personajes como el Manco, el Navajas y la Lupe nos envuelven. Gauchos pistoleros y sanguinarios con vocación de brujos asesinos —cruces de tierras entre gauchos y cowboys—. Animales salvajes que acechan en la extensión de la geografía interminable. En ese paisaje también se desea, como en “El oasis del rabdomante” de Diamanta Sterling (Melina Pariente), donde el deseo es un río de bourbon; una varita y un huevo de luces, deseos que se hacen realidad. Cierra la sucesión de narraciones la partida de naipes, las armas, el salón; podemos sentir la sangre latir en las sienes en “La sombra de Dawson” de Gil Pender, autor que abrió el libro y cierra el círculo.

Este breve paseo es solo un pantallazo ligero sobre una publicación particular y entrañable, como se dijo más arriba, sobre el primer número de esta serie. Acaba de anunciarse la salida del segundo número. Buena noticia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Una idea sobre “«Salvaje sur», el western patagónico”