Respirar sin corazas: «Bosque cotidiano» de Natalia Schapiro

—“¡Nunca jamás, nunca jamás!”

—Y sin embargo, contradicción: ese “nunca jamás”

no es eterno ya que tú mismo morirás un día. 

“Nunca jamás” es una palabra de inmortal.

R. Barthes

En este Bosque Cotidiano (El Andamio ediciones, 2022). de Natalia Schapiro, no se sabe si las palabras escritas empiezan a ser cosas o si las cosas, ya escritas, cobran vida por sí mismas. Lo cierto, es que en este escenario diario todo puede suceder en sus modos más impensados entre recetas, semillas, remedios, listas, direcciones, partidas entre otros. 

todo vuele por cauces varios 
cuestión de esperar
que el amor surja

asombrada miro los sonidos,
van cayendo sobre todas las cosas

ir acompasando lo disperso
recomponer las formas

Este bosque cotidiano de Schapiro parece funcionar al modo de la geometría de los fractales. Cada parte es similar al todo, pese a la espera y los desencuentros. En este paisaje no se cumple aquello de que por ver el árbol se pierde de vista el bosque. Hay un constante ajuste y desajuste entre la posibilidad de preservar la memoria, los recuerdos a través de la naturaleza y desde la naturaleza humana también ir a la búsqueda del riesgo y del asombro en las cosas. Por ejemplo, la boca de la niña es asimismo la boca de la tierra, y entre ambas hay un trasvasarse continuo: Ella las saborea / las demora las sopesa / se cuelan como hormigas / hunden sus granos / en tierra ávida.

El paisaje se mueve alrededor de un punto equidistante entre las cosas y las ideas-pensamientos. Por el bosque transitan tanto personajes desde los márgenes, como un andamiaje que vertebra la búsqueda y todo vuelve a suceder entre lo “menos provisorio y lo más irreversible”.

A veces separados por 
pensamientos y prisas 
estirándonos al riesgo 
de ser solo uno
luego esperarnos


cuatro sombras distintas
y el mismo corazón naranja


Entre un paso y otro
crujen abismos
en el naufragio
estiramos la mano
para asir
un hilo del mundo.

En este bosque cotidiano de Schapiro se dibujan “luchas diminutas, cuerpo a cuerpo”; y entonces hay un corrimiento constante, casi lúdico, de los acontecimientos: entre la vejez y la niñez todo adolece para resucitar en y desde la palabra. 

Así, un bastón de madre puede tocar el ombligo de lo cotidiano, y entre lo más inverosímil y descolocado haber encuentros: una niña karateka junto a un hada madrina de barrio que custodian, a la par que arriesgan, cada “giro en falso que sacude el cosmos”. Hábitat y microclimas se conjugan sin demora entre la infancia y la adultez, entre los ciclos vitales de aquella niña-mujer-madre.

En Landscape and Memory, Simon Schama refiere que “los paisajes son cultura antes de ser naturaleza; productos de la imaginación proyectados sobre el bosque, el agua y la roca”

Este poemario nos invita a imaginar, ver de maneras diversas, aún desde el más crudo de los paisajes rutinarios. Nada es inescrutable, aunque parezca definitivo, o así lo sea. Aunque “el libro quede desierto”,  Schapiro nos recuerda que siempre habrá un “milagro mínimo”, una “cuerda común” que desgranen la pesadez de lo dicho/vivido y acunen a ese “dolor pantanoso”.

un bosque 
que nos sostiene en el aire 
en el aire.

sol fresco de bolsillo


todos volvemos un poco

al reparo interno

A veces, el sol se lleva también un poco de nosotros, entonces, decir adiós es incluso duelar hasta que “crujan las palabras”, hasta que por algún “atajo del tiempo” el silencio recobre alguna otra espesura y la tristeza se resuelva más apacible; como si la belleza de la poiesis renaciera constantemente en un deja vú de aire fresco y más liviano y nos pueda mecer como niñxs una y otra y cada vez.

Si, como escribe Berger, “emigrar siempre será desmantelar el centro del mundo y, consecuentemente, trasladarse a otro perdido, desorientado, formado de fragmentos”, entonces todos estamos muy necesitados de inmiscuirnos en este bosque cotidiano y respirar sin corazas. Porque Schapiro, transforma en luz lo que nos corroe.


Natalia Schapiro, porteña, psicoanalista, pelirroja. Participó del taller literario de Laura Devetach y actualmente cursa “Artes de la Escritura” en la UNA. Algunos de sus libros publicados son Lucía y la varita china, Cuentos callejeros, A la vuelta del mundo, A salto de cangurito, Diario de dragones, Una tertulia inolvidable, ¿Alguien anda ahí?, Dorotea cumple mil, 100% fútbol, Cumpleaños a golazos, Bosque cotidiano (2022). Su obra Ciudades que ruedan recibió el 1er. Premio en Poesía de la Subsecretaría de Cultura (UBA). Amante de la montaña, obtuvo un 1er. Premio  su poema Cordillera, publicado en Tu lugar en la Argentina, Qeja Ediciones. Bosque cotidiano fue finalista en el concurso Gerardo Diego, Diputación de Soria, España.


  •  el collage de portada es de Karina Lerman.

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