Invención de la periferia: Monólogo contra el viento

PATAGONIAN DREAM

Cada libro plantea sus propias reglas y su modo particular de ser leído. Cada lector también establece su estrategia para abordarlo y atrapa el significado que quiere y como puede. 

Un posible abordaje -el mío- a Invención de la periferia es leerlo como si fuera un largo poema en secciones, como si hubiera un personaje principal monologando y una trama que aparece y se oculta a lo largo del libro. Pero ¿hay tal trama? Por momentos parece que una misma idea se agiganta y genera una espuma que se reproduce hasta tomar dimensiones enormes, hasta tornarse un bucle que se reinicia. Por momentos pareciera haber una linealidad temporal, como si el libro fuera un diario que se despliega desde esta periferia cordillerana hasta el mar frío del sur.

En esta extensa sucesión de imágenes desoladas, el sentido llega por acumulación y a la vez, cada línea hiere por sí misma con un filo propio, por la dureza de sus escenarios dantescos, por el brillo de sus aliteraciones, de una profundidad y una tristeza barrocas.

En este “Andar por la vida con el sentido trágico” todo, absolutamente todo, está escrito y reescrito, con referencias directas hasta al mismo poema que se está escribiendo. Todo está dicho, re-dicho e interpretado. “Todo se puede nombrar / y así hacerlo intangible”. Las cosas están expuestas y reveladas hasta el punto de velar el centro mismo, el interior sensible, “lo que se esconde en lo gregario” .

Invención de la periferia, –y toda la extensa obra poetica de Jorge Alegret- tiene aires neobarrosos, de un neobarroso patagónico, pandémico. La llegada del sentido es por acumulación, las citas y las menciones a personajes y autores son como una catarata intertextual donde todos los nombre frases y obras quedan asimilados, fagocitados, apropiados por el poema. 

Vemos desfilar a lo largo del libro a Baudeleire, Celán, Ducasse, Rothko, Szymborska, Sarduy, Dalton, Win Wenders, la condesa Bathori y sus ecos de Pizarnik, Sísifo y Kirilov, Molly Bloom, Stan Lee, Almodóvar, Bob Dylan, Lezama, Hegel, Salinger, Vallejo en Trilce, Pessoa, Marcuse, Prevert, Hendrix, Radio Head, Chet Baker, L-Gante, Leibnitz, Fermat y tantísimos más, en un diálogo tal vez cercano al homenaje, al agradecimiento a sus voces y su modo de acompañar la vida.

INFANCIAS ROTAS

En el mundo desencantado de Invención de la periferia, queda poco para agregar, está siempre presente la ilusión de poder decirlo todo, con “la fe de los telescopios”, en un doble juego entre la cantidad y la condensación, porque así como hay acumulación, hay líneas impresionantes que podrían resumir de manera bastante fiel la idea de todo el libro, como: “Alambres de púa y tulipanes” o “lo que duele busca un signo y una garganta”.

También el tiempo está muy presente, a la manera de Elliot, de Saer, el tiempo atestiguado, siendo medido en su transcurrir, en su fugarse “piensa en el día después / que está hecho de la resta / de todas las acciones / y de todo lo que no ha hecho, / y siempre es un poco menos, / de manera que se ceba un mate / sabiendo que de inmediato será / haberse cebado un mate, / y es un hoy que se escapa”. Y se siente una evocación a algo infantil y primordial, a algo dolido: “lo que en la infancia se encapsula”. 

AFUERA RIGUROSO

Invención de la periferia es, efectivamente, el relato de una periferia tan urbana como rural, tan hostil y abigarrada como en este pasaje donde “Un auto se estrella contra un poste de luz / y la bocina suena suena. Cualquier noche / de pandemia. Un camión se encaja / en una montaña de basura. / Un lumpen pinta con aerosol negro y rojo / la pared de la comisaría. Se escucha el transitar / de una navaja abriendo un estómago”. Y tan limpia y despojada como cuando dice “En el sur profundo / el grito hace huellas / en la altura”. 

Con lucidez despiadada, Jorge Alegret conjura la desolación y el desierto con palabras “Monologa contra el viento”. Nos deja una sensación de inquietud, una vez más escribiendo entre lo bello y lo incómodo, lo que no puede callarse, lo que muerde.


Jorge Carlos Alegret nació en Mar del Plata en 1957. Vivió en varias poblaciones de la Patagonia, trabajando como docente. Su obra aparece en publicaciones y antologías de Argentina, Colombia, Chile, Venezuela, Puerto Rico, Francia y España. Ha publicado: Poetiqa (Editorial de los Cuatro Vientos, 2011); La intemperie (Ediciones del Mensú, 2013); Síntomas (Manifiesto Patagonia, 2013); Libro de las Tierras Frías (AUPA, 2015, audiolibro); Como una lluvia de lenguas negras (Grupo de Escritores Argentinos, 2017); Perro Solsticio (Ediciones El Mensú, 2017); Poeta en Somncurá (Ediciones del Perro Malo, 2017); y Esteparias (Fondo Editorial Rionegrino, 2017).


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