Una indagación sobre el presente: Modus Operandi. Policial contemporáneo argentino

Cuáles son las lógicas que se tejen en torno al género policial. Sociedad, crueldad y sadismo, como marcas del capitalismo patriarcal, nos sumergen en esta antología que acaba de publicarse y que reúne autorxs de diversas provincias

Se dice del género negro que uno de sus rasgos es el realismo. Que habla de la realidad. El otro, como subraya Fabián Soberón en el prólogo de Modus Operandi, la antología de cuentos recién publicada por Falta Envido Ediciones, es que habla del presente. La realidad que nos rodea, nuestro tiempo. No sé si todos los antologados o si todos los encuadrados en el género escribimos con esa pretensión, pero tal vez sí con ese resultado. A eso de hablar del presente le agregaría que al menos yo, cuando escribo, LE hablo al presente. Más que hablarle, le hago preguntas. Intento dialogar, que me conteste. No es que me siento a observar algo que me resulta claro y me pongo a hablar del presente revistiéndolo de una trama y unas personas inventadas. No. Yo le entro totalmente a oscuras al mundo y a las personas, me abro paso como puedo, quiero entender. Es más bien eso, para mí.

En ese intento de comunicación, de comprensión, parece que una cae, deliberadamente o no, en el género negro. Porque cuando una intenta comprender las lógicas del mundo, inevitablemente brotan crímenes y cadáveres por todas partes y entonces ya está haciendo género negro aunque no se lo haya propuesto.

Hago la aclaración porque esta antología en la que tuve el orgullo de ser incluida reúne autores y autoras muy reconocidos del género, que lo cultivan y lo estudian y lo escriben; y estamos los que caemos por la canaleta negra más por un tropiezo o un resbalón que por un proyecto. Un tropiezo o un resbalón afortunado, porque siempre admiré y envidié a quienes escriben policial. Les envidio y les admiro la precisión para desmenuzar y entender los mecanismos del crimen y para perpetrar el propio. La capacidad de hacer que el mecanismo funcione y de tejer tramas complejas. 

Lo que me gustó mucho de esta selección de Soberón es justamente cómo todo el mosaico, los 24 cuentos, tejen esa trama del presente. Desde distintos puntos del país y desde 24 ángulos diferentes.

Hay mafiosos tradicionales, bandas narcopoliciales, violencia estatal y paraestatal, mentes perversas, vengadores solitarios y asesinos seriales, como es tradición. Hay también trata, abuso sexual, femicidios. Y hay crueldad, mucha crueldad.

La indagación sobre el presente es sobre todo una indagación sobre la crueldad.

Recuerda Fabián en su prólogo otro de los rasgos que suelen subrayarse del género negro: suele hablar del capitalismo. De la atmósfera social y cultural del capitalismo. Agregaría patriarcal, del capitalismo patriarcal y de la reproducción de sus formas de dominación, explotación y aniquilación en todas las escalas y en todos los terrenos. Algo que me interesa mucho del conjunto de personajes de estos cuentos es que hay unos cuantos peces gordos, como tiene que ser, por supuesto, porque suele haberlos, pero también hay tantísimos peces flacos. Esa es la indagación sobre el presente que me resulta atractiva. Me interesan mucho los peces flacos. Esa enorme masa crítica que también es condición de existencia del mal. Porque el mal, como nos enseñan el género negro y la vida, es un atributo de los poderosos, los explotadores, los mafiosos. El mal, tautológicamente hablando, es de los malos. Pero su terrible maldad, en este presente que intentamos contar –o interrogar, no sé, lo que nos salga–, su capacidad de arrasar, se disemina por todas partes.

Las formas más tradicionales de contar el mal, el crimen, la mente criminal, son como una excursión al extranjero, a los otros, a lo que nos es ajeno. Creo que lo que nos ocupa hoy es esta exploración de los niveles de crueldad y sadismo que nos rodean hasta penetrarnos. Que cuentan con, por lo menos, nuestra inmovilidad, nuestra perplejidad. Nuestra complicidad, nuestra complacencia, nuestra necesidad, nuestra tolerancia, nuestra naturalización de lo terrible, nuestra fascinación con lo terrible, nuestro sadismo.

Si el género es una indagación sobre el presente, sobre la atmósfera cultural del capitalismo patriarcal, la trama que teje esta compilación de cuentos muy contemporáneos tiene un hilo más gordito y más visible que los demás que es la exploración de la crueldad. La crueldad y el sadismo hasta como una forma del sentido común. 

No puedo evitar la referencia al presente más presente al que me puedo referir: esta conversación pública en la que la crueldad es la propuesta atractiva, el sadismo tiene votos.

Voy a citar a un amigo, el periodista y escritor Alfredo Grievo y Bavio, en una de sus columnas en eldiario.ar. Se titula “Las derechas y el derecho al sadismo social”. Habla del fenómeno global. Y dice: “Muchas de estas construcciones derechistas tienen en común el rasgo saliente y prominente de dar por sentado una legalidad y una legitimidad. En dar por reconocido el ejercicio pleno de un derecho: el derecho al sadismo social.”

Ahí hay algo para la exploración del género negro sobre el presente. El sadismo como sentido común. Ese triunfo cultural del capitalismo patriarcal.

Por supuesto que este paseo por lo que las pedagogías de la crueldad han hecho con nuestros lazos sociales y nuestra forma de convivir no borra el hecho de que hay un poder y unos poderosos. Que nuestras conciencias con altísimo umbral de crueldad, nuestra tolerancia a lo terrible y nuestros ilícitos cotidianos no se empatan con las mentes criminales responsables de los actos de exterminio de todas las formas de vida a los que estamos asistiendo. Los malos siguen siendo los malos y los garcas siguen siendo los garcas. Si hay algo que me enamora del género es que en eso no transa. No transamos.

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