Marcelo Martino acaba de publicar Poética del Alquiler (Monoambiente, 2021). Poemario que con una voz singular conforma un registro minucioso de vivencias que hacen eco en el colectivo de inquilines.
La escritura de inquilines viene develando de entre la bruma urbana una realidad que siempre estuvo ahí, pero que no poseía una voz fuerte como para hacer eco en les otres que desperdigados deambulaban en la búsqueda del techo propio-ajeno.
Poética de Alquiler aporta, a esta cartografía literaria en conformación, un detalle vivencial que explora y enlaza desde lo interior del sujeto hasta lo concreto del artefacto constructo.
Abrimos el libro. Nos detenemos. Leemos.
Abre la significación la dedicatoria: “A Ana María y a Alma. No hay hogar sin su presencia”. Quiénes constituyen el hogar. Habitamos un lugar prestado a costo variable y con ajustes cada seis meses. Pero la construcción del hogar se enlaza a lo indispensable: los afectos.
Partimos a sabiendas que vamos a buen puerto.
Vamos al índice, Exploramos las partes. Está compuesto de un prólogo y seis partes: Despojamientos, Mudanzas, Legales, Otros Gastos, Superficie Propia y Cuarto de Huéspedes. Nos embebemos de ese campo semántico y vamos adentrándonos en una realidad –la hacemos propia, la adoptamos– que nos envolverá de a poco para no soltarnos. Son las ventanas de un animé, son las ventanas de un edificio en algún barrio de la ciudad.
Dejamos el índice, volvemos al principio. Agradecimientos: Entre varios nombres leemos “A aquellas propietarias y a aquellos propietarios que, con sus mezquindades, sus atropellos, sus manipulaciones y extorsiones, constituyen la fuente inspiradora de estos versos”: entre el saludo que abraza gente querida está la denuncia, el primer grito de cortesía.
Avanzamos.
El prólogo estuvo a cargo de Aníbal Costilla, poeta santiagueño, quien toma un martillo y da en el clavo ya desde el primer golpe: “Es una injusticia no poder habitar el propio lugar, el definitivo, el que nos corresponde por derecho, por desear y conservar la esperanza, mientras nos movemos por el espacio que descubrimos a cada paso, el cual intentamos abarcar con toda el alma”, nos dice. La justicia de habitar, el interrogar/nos será recurrente. Dónde está lo justo para quien no puede vivir de manera estable sino a merced de las voluntades de otro y, muchas veces, de sus caprichos y abusos. El espacio se asocia al alma, se encadena, queremos abarcar todo de él y que nos complete.
Más adelante, Aníbal dice: “Al mudarnos experimentamos la pérdida, pero también nos encandila la ilusión de un cambio con la posibilidad de transitar una nueva cotidianeidad. En el camino, en ese proceso, ora penoso, ora prometedor, vamos abriéndonos paso con la tozudez de quien emprende una travesía hacia una tierra prometida, un paraíso que nos ilumine con los confortables destellos de la esperanza de empezar de nuevo”. Tomo términos puntuales de aquí: Pérdida, ilusión, cambio, transitar, tozudez, travesía y empezar de nuevo. Segundo golpe en el clavo, certero. Sensaciones y estados que gravitan en torno a la incertidumbre y el deseo.
Poética del Alquiler dialoga. Hace un trabajo de ida y vuelta, nos sube a un camión de mudanzas. Charla con une, charla con todes. Evoca a otres. Los epígrafes trazan puentes: Christian Hertel, Sylvina Bach, William Carlos Williams entre otros. Este último nos dice “Llámala, a esta, nuestra casa, el cristal mismo de la risa”. La casa no es nuestra o debe ser nuestra solo por propiedad sino también por pertenencia afectiva.
Estamos en el cuerpo mismo del texto. Marcelo inicia su poética con una patada en la puerta, el desgarro, la quita. Los versos se suceden y van dejando cosas en claro, entre ellas, la ley con el inquiline es violenta. Podemos escuchar el estampido, vemos la escena y quedamos en la calle. La voz en el poema cuestiona, se/nos pregunta. Qué queda en el vacío, cómo se rodean los opuestos en esa arena inmobiliaria donde uno siempre lleva las de perder. Cuáles son las cadenas de beneficios.
Hay un camino marcado en el medio del cemento. Un pasaje. Paredes de durlock. Con un vaso pegado a ese muro que no resiste grandes golpes, escuchamos. El poeta nos escribe y versifica.
Desarmarnos desandarnos y volver sobre nuestros pasos juntando las huellas
Mudarse es deconstruir. Alguien, en un bosque, tira árboles abajo y construye su casa a sabiendas de que esa creación laboriosa será una empresa de una sola vez. Ha determinado que ese será su lugar y tal vez la muerte lo encuentre allí. El inquilino está lejos de ese alguien. Deconstruye sin tocar paredes, abandona el lugar, lo desarma de sí. Marcelo encadena palabras que son el vacío que queda. Nos oprime el pecho.
Nos dice que la mudanza es una marca de tiempo, pero también un antecedente de vida.
“Alma tres años Y dos mudanzas”
En Legales los títulos de los poemas crean un listado a considerar siempre: Contratos, Depósitos, Garantías, Pagaré, Llaves. Aristas que se desprenden de un punto problemático. Muestra parcial de posibilidades. El recorrido, como hemos mencionado anteriormente, es minucioso, abre –como buen reconocimiento– puertas y ventanas de un panóptico que Martino abarca hasta en los detalles.
El poemario maneja con habilidad la palabra, lleva al poema los útiles del cotidiano: aire acondicionado, ventilador de techo, electricista, el timbre que no funciona y la gotera que cae sobre el trapo gris. Todo está acá, Cada parte de los lugares que fuimos/somos, como inquilines, el drama y la risa.
La visita no tiene pausa. En cuarto de Huéspedes otres dialogan con el autor: Susana Slednew, Alejandra Bosch, Julia Magistratti, Zaida Kassab, Francisco Barrionuevo Sapunar, Gabriel Gómez Saavedra y Daniel Ocaranza.
Detalle, no podemos dejar pasar las ilustraciones de Adrián Gabriel Rojas Vitry. Reconocemos parte de Tucumán, hurgamos en la memoria de las construcciones de altura.
Poética del Alquiler es un libro que abarca todo un universo. No deja rincón ni caja embalada por cargar a cuestas. Es una invitación a la experiencia para quienes no la han vivido. Es mirar al espacio vacío antes de cerrar la puerta por última vez a sabiendas que no volveremos más.
Me quedo con los opuestos demarcados:
qué cosa engañosa qué trampa del lenguaje el verbo alquilar que nos hermana a usted y a mí porque usted alquila y yo también pero entre usted y yo hay muchos verbos de distancia usted no es ni quiere ser como soy yo y yo no soy ni puedo ser como es usted que alquila porque tiene porque le sobra mientras que yo alquilo porque me falta porque no tengo usted alquila dos o más departamentos que son suyos y yo alquilo yo le alquilo apenas uno sin tener ninguno usted me alquila un inmueble de tantas habitaciones y tantos metros cuadrados y yo por mi parte le alquilo a usted una vivienda valuada en frustraciones y que aspira en su inocencia a ser hogar usted conjuga el verbo con convicción con prepotencia casi yo lo conjugo en cambio con necesidad inseguro balbuceando porque la gramática entre usted y yo jamás estuvo de mi lado.
Una idea sobre “Poética del Alquiler: Poesía libre de expensas”
Hermosa reseña del precioso libro del querido Marcelo Martino. Muchas gracias, estimado Daniel.