Alicia Genovese, Oro en la lejanía Gog & Magog, octubre 2021, 104 pág.
Entre las fuentes de la poesía de Alicia Genovese, el viaje ha sido una constante, y en Oro en la lejanía resurge, aunque con otro enfoque. Las siete secciones del libro («Migraciones», «El oído interior», «Demoras», tres «Intervalos» y «Archivo» —un álbum fotográfico que testimonia lo dicho—), antes que a desplazarnos físicamente, nos convocan a experimentar una deriva de la palabra, de los sentidos y de los signos, tanto en sí mismos como en relación al espacio donde se han instaurado.
En «Refugiada», poema de apertura, la voz culmina pidiendo por «Una costa de vientos / donde se halle / el origen del sonido, / y volver a oír / que me llaman / que es mi nombre». De ese modo, si existe la persecución de una orilla distinta, esta se da primeramente en el plano de la lengua que reclama un nuevo lazo con el mundo a partir de la ruptura de los destinos que rigen la migración: «Solo una perturbación / así avanza lo real, / así desembarca lo negado. / Irrumpe y la tierra / es otro espacio, / vuelve a ser un cuerpo / que dice promesas».
Lo que va a buscarse en lo remoto implica recorrer una ruta en la cual la identidad se despoja para poder contemplarse. «Ser extranjera / llevar una raíz expuesta, / una raíz aérea. Recibir el alimento / en esa suspensión», afirma el poema, y en esa pérdida, él es la causa de que aparezcan ante nosotros las «vías que se reavivan / sobre durmientes quietos» y de que la propia puerta interior se nos abra «como una vez mi vientre»: desplumados en el afuera es cuando realmente somos.
Reconocerse importa haberse desconocido, y al mismo tiempo, resignificar la imagen que nos preside. Esta operación —o más bien, este movimiento— se ve reflejado en la tarea del poema, que olvida los códigos para recrearlos en figuras que vuelven a marcar el camino de la palabra. Ese periplo hacia sí, aunque parezca egocéntrico, en realidad resulta generoso, porque a medida que sucede se derrama y deja huella, entregando paisajes «cuando la estación / ilumina más temprano las cosas / y la raspadura de la noche / se suaviza».
Por otro lado, las reflexiones en el afuera cercano —que propone la serie dispersa de poemas geográficamente ubicados en las islas del Tigre— constituyen también un centro medular a la hora de percibir el desmalezamiento del lastre doméstico que oscurece la luz de los seres y los objetos. En ellos, la voz se articula siempre desde apoyaturas diferentes, renuncia a los quicios habituales e intenta ver con «el ojo de lo salvaje» mientras piensa «en las palabras / unidas a las cosas sin pulir / encontrando un puente flotante».
A propósito de construcciones que trabajan con el agua, es a través de la panorámica del muelle que se percibe con mayor intensidad la fuerza del oro en la lejanía: aquello que refulge, hacia lo que vamos, pero que exige una distancia para brillar. Como el poema, el muelle encuentra su sentido gracias al alcance de un nuevo punto de vista de la lengua replegada en los ojos de la poeta: «Un muelle es el lugar perfecto, / un sostén entre el hambre / de la marejada, / un punto fijo en medio / de giros y desplazamientos. / Lanchas que transportan maderas y provisiones, / botes de isleños que saludan al pasar. / Un muelle de tablas rústicas y gastadas que sabrá ceder al movimiento / cuando parta».
Oro en la lejanía, entonces, relata la tarea de la poeta como la de aquella criatura que, en el trayecto de su propia revelación, evidencia aquello que ella misma atraviesa. Lugares, paisajes, episodios se trenzan restituyéndose la posibilidad de instar sus sentidos y sus rumbos «con esa inocencia olvidadiza / dispuesta a la huida» que el poema sembró entre ellos.
Alicia Genovese nació en Buenos Aires. Publicó diez libros de poesía, entre ellos, Anónima (1993), El borde es un río (1997), Puentes (2000), Química diurna (2004), La hybris (2007), Aguas (2013), La contingencia (2015), todos incluidos en La línea del desierto. Poesía reunida (Gog y Magog, 2018). Es autora de los ensayos: La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas (1998), Leer poesía. Lo leve lo grave lo opaco (2011), Sobre la emoción en el poema (2019) y de la nouvelle Ahí lejos todavía (2019).
Recibió, entre otras distinciones, la Beca Guggenheim en 2002, el Primer Premio Municipal (2010-2011) otorgado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la categoría ensayo y el primer premio de poesía del Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz 2014, otorgado por el gobierno del Estado de México. Es profesora en Letras (UBA), residió durante cinco años en EEUU donde obtuvo un PhD en Literatura Latinoamericana, en la Universidad de Florida. Ha coordinado numerosos talleres de escritura y seminarios a lo largo del país y también en el exterior, en universidades de Chile y EEUU. Es profesora titular en la carrera de Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).