Adélia Prado es una de las poetas más reconocidas de Brasil. Carlos Drummond de Andrade dijo de ella “Adelia es lírica, bíblica, existencial, hace poesía como hace buen tiempo: está en la ley, no de los hombres, sino de Dios”. Aquí versiones de sus poemas breves.
NO BATER DAS PÁLPEBRAS Se tudo estiver silente, menos um grilo — velado, não estridente —, a casa mora. SIN PESTAÑAR Si todo está en silencio, menos un grillo — escondido, no estridente —, la casa vive. À MESA Faca oxidada contra a polpa verde, é roxo o amor. De amoras, não. De dor. LA MESA Cuchillo oxidado contra la pulpa verde, el amor es morado. No de moras. De dolor. A CONVERTIDA A liturgia, o ícone, o monacato. Descobri que sou russa. LA CONVERSA La liturgia, el icono, lo monástico. Descubrí que soy rusa. ARTE Das tripas, coração. ARTE De las tripas, corazón. NO CÉU Os militantes os padecentes os triunfantes seremos só amantes. EN EL CIELO Los militantes los padecientes los triunfantes sólo seremos amantes. MITIGAÇÃO DA PENA O céu estrelado vale a dor do mundo. MITIGACIÓN DE LA PENA El cielo estrellado vale la pena el dolor del mundo.
CRISTALES es uno de los poemarios del libro Oráculos de mayo de 1999.
En referencia a este poemario, José Hélder Pinheiro Alves, nos dice:
“Aquí Adélia nos presenta seis encantadores poemas, todos con sabor a haikú. Pero la proximidad de la forma japonesa no se hace por el mero juego de palabras que llena gran parte de la producción de este género entre nosotros. La experiencia humana y sus dolores están ahí, en esos segundos de poesía, y articulan a la obra en su conjunto, con poder indiscutible de síntesis. […]
Leo estos cristales como un momento de fuerte densidad en el libro, una especie de condensación lírica de las diversas caras de su poesía. «Oráculos de Mayo, que da nombre al libro (y qué hermoso título), tiene la mejor producción en sus formas breves.”
Adélia Luzia Prado Freitas nació en Divinópolis, uno de los municipios del sur del estado de Minas Gerais, Brasil, el 13 de diciembre de 1935.
Hija de João do Prado Filho, obrero ferroviario, y de Ana Clotilde Correa, ama de casa. En 1950, tras la muerte de su madre, Adélia escribirá sus primeros versos.
En 1953, se graduó como maestra. Posteriormente ingresó a la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Divinópolis y en 1973 se graduó en Filosofía.
En 1979, después de enseñar durante 24 años, Adélia Prado abandonó la profesión docente y comenzó a dedicarse a su carrera de escritora.
Adélia publicó sus primeros poemas en periódicos de Divinópolis y Belo Horizonte.
Su debut se produjo en 1975, cuando envió los originales de sus nuevos poemas al crítico literario Affonso Romano de Sant’Anna, quien se los entregó a Carlos Drummond de Andrade para su apreciación. Impresionado con sus poemas, Drummond los envió a Editora Imago y en el mismo año, los poemas de Adélia fueron publicados en el libro «Bagagem» que llamó la atención de la crítica por su originalidad y estilo.
Affonso Romano de Sant’Anna, trabajaba en el Jornal do Brasil (un periódico centenario) que publicaba el “Jornal de Poesia” recibiendo un promedio de dos mil poemas por mes. Recibió de una poeta desconocida del interior de Minas un fajo de poemas, los había escritos a máquinas de escribir y otros manuscritos. En palabras de Romano de Sant’Anna:
“Tomamos un texto y solo teníamos dos alternativas: o encontrar a alguien afín a una de las estéticas del momento o nos encontraríamos con una falta casi total de información sobre lo que era la poesía. […]. Adélia, estaba claro, había hecho sus lecturas, transparentaba una cosa de Guimarães Rosa y algo de Drummond, pero hablaba definitivamente en primera persona. Ayudante de Historia de la Filosofía en la facultad de Divinópolis, al momento de escribir, no filosofaba, siguió los consejos de Mário, caía en cuatro patas, con todas sus vísceras en el suelo. Varios poemas me conmovieron. Hablé con Marina [Colassanti]. ‘No aguanté y llamé a Drummond: Maestro, acaba de aparecer un poeta en el campo de Minas. Y esto lo dije como un astrónomo en el observatorio nacional, feliz con una nueva posibilidad de vida fuera de mí, de lo que sabía, de lo que leía. Le leí el poema “Pelea en el callejón”.
Carlos Drummond de Andrade escribió una crónica publicada en el Jornal do Brasil el 9 de octubre de 1975:
“Adelia es lírica, bíblica, existencial, hace poesía como hace buen tiempo: está en la ley, no de los hombres, sino de Dios:
En una ocasión
mi padre pintó toda la casa
de un naranja brillante.
Durante mucho tiempo vivimos en una casa,
como él mismo decía,
constantemente amaneciendo.
Nacida al costado de las vías, el tren de hierro, para ella, “cruza la noche, el amanecer, el día, cruzó mi vida, se volvió solo un sentimiento”. Y dice, entre otras cosas, «Me gusta el tren de hierro y de libertad», «A Dios le pido alegría para beber vino o café, le pido a Dios paciencia para ponerme mi vestido nuevo y pararme en la puerta de la librería, ofreciendo mi libro de versos, que para algunos es flor del trigo, para otros ni siquiera es alimento”.
[…]¿Adélia va de compras? “La crucifixión de Jesús está en los supermercados, para quien quiera verla. Los que no prestan atención están perdiéndoselo. Hay gente que compra demasiada inmoralidad con ojo muy codicioso, andando de puntas de pies, metiendo el dedo en las cosas, pidiendo abatimiento, sólo por vicio, con la billetera llena de dinero, mientras que unos amarillos, de esos cuyo único paseo es comprar en las tiendas, seguir mirando y tragando, comprando unos cuantos kilos de las cosas más comunes”
Adélia ya ha visto a la Poesía, o a Dios, trabajando con ella, “en el puesto de cereales y hasta en la corbata no llameante del Ministro”. Adélia es fuego: el fuego de Dios en Divinópolis.”
La obra de Adélia Prado, en un lenguaje sencillo y directo, recrea la vida y las inquietudes de los personajes del interior de Minas Gerais. Con un vocabulario simple y un lenguaje coloquial, Adélia produce una obra ágil, impactante y original.
La obra de Adélia está atravesada por la fe, ella es una católica practicante.
Su poesía pone la perspectiva de la mujer en sus versos, siempre enfatizando lo “femenino” en primer plano. Alfonso Romano de Sant’Anna dice de ella:
De hecho, es la voz más femenina de nuestra poesía hasta la fecha. Adélia no utiliza un lenguaje prestado por los hombres, ni repite sentimentalismos en torno a imágenes de noche – luna – cantando – rosa – estrella – de mar – soledad. Así, cruza sus textos con los de Fernando Pessoa, Guimarães Rosa y Drummond, pero para señalar una diferencia. Véase el poema antológico que abre su primer libro: “Con Licencia Poética”, donde retoma el carácter torpe de Drummond, pero para marcar su trayectoria de adentro hacia afuera, aun sabiendo que esa es una “carga muy pesada para las mujeres / esta especie aún avergonzada».
La verdad de su experiencia femenina se completa con su fidelidad a su paisaje natural. Están las comadres, las santas misiones, las hormigas negras, los angú (nota de traducción: fruta), las tanajuras (nota de traducción: un género de hormigas de tamaño importante), gente a la sombra con cuchillo y naranjas. Aunque pudiera ser pedantemente culta, la autora se expone visceralmente: “como el agua en el fondo de la mina, levantando montículos de arena”
Algunas de las obras de Adélia Prado son en poesía: Bagagem (1976), O coração disparado (1978), Terra de Santa Cruz (1981), O pelicano (1987), A faca no peito (1988), Oráculos de maio, Siciliano (1999). Y en libros de prosa: Solte os cachorros (1979), Cacos para um vitral (1980), Os componentes da banda (1984), O homem da mão seca (1994), Manuscritos de Felipa (1999) y Filandras (2001).
En 2019 Griselda García Editora publicó Poesía Reunida de Adélia Prado, traducción de José Ioskyn.
Versiones de los poemas presentes en el artículo de Gustavo Lujan.
Fotos: fotogramas tomados de la entrevista en el programa Roda Viva.