LA NIÑA VIEJA
Basado en la canción y el videoclip My future de Billie Eilish
A José…
Sentada entre la vegetación tenebrosa mira la luna y se deja punzar por la lluvia como si no le doliera. El viento la eriza. Las estrellas la inspiran; esas que fingen silencio desde su lejanía incomprensible pero que nos dejarían sordos si nos atrevemos a acercarnos para darles un beso. Piensa en él y siente que se desfigura porque él nunca la vio en realidad; ella para él siempre fue solo un espejo para mirarse a sí mismo, mareante y distorsionado como la luna en el charco del agua ondulante; una luna falsa. Hace bien en dejarlo, piensa, y un sapo de la noche, esos miopes y de lengua larga y fría, frunce el ceño, se da la vuelta y va a refrescarse apenas con unas gotitas del charco. Parece él, el sapo, que de ella apenas sí supo probar o disfrutar su saliva, su transpiración; o los jugos de su concha. Hace bien en no volver a casa, se dice; él no la entenderá. Es una mula, como esa gota ahora alojada en una hoja enorme, que por más compañeras que le caen encima se resiste a resbalar y caer por fin. Y lo deja por amor, porque está enamorada de su ella futura, la que ya anhela encontrar. La araña que ahora teje cerca la comprende, tiene ocho ojos y sabe qué bueno es ver de verdad. Ella está enamorada con toda el alma de su yo futura, y echada junto al charco apenas sí roza el agua con el dedo para no deformar de más, ni de menos, la luna borracha; el recuerdo de él. Se ríe del que dirá "vas a sentirte sola". Se ría del que dirá "vas a estar triste". Se ríe de él, pero tiernamente. El bosque negro comienza a darle miedo. Duda. ¿Será mejor dejarlo todo para después? Pero la semilla no posterga su ascenso por encima del suelo. Está segura como nunca y la lluvia lo sabe, porque para. Pasa la mano por la tierra con la sutileza del que toca un arpa para agradar a un dios. Y por dondequiera que su piel acaricia la tierra brotan plantas raras pero hermosas, que la buscan y la abrazan. Entrelaza su mano con una ramita traviesa, y las plantas, ahora un tronco recrecido y conmovedor, la elevan en un nido de hojas para ofrendarla al sol. Ya no es más una niña vieja, sino un brote de mujer.
Miguel Siso-Fernández nació en Caracas en 1970 y migró a Argentina a comienzos de los 2000. Es traductor y escritor, y ferviente estudioso de idiomas extranjeros y talleres literarios. Lleva publicadas las novelas «El viaje» (Click Ediciones), elegida entre las diez finalistas del Premio Planeta de Novela 2014; y Runglián/Ínsula (Abrapalabra Ediciones). También, la compilación de cuentos «El niño» (ed. de autor) y «Cuentos de miedo, locura y muerte» (Abrapalabra Ediciones). En 2017 obtuvo el segundo lugar en el Primer Concurso de Cuento y Poesía Eduardo Perrone por el cuento «Flor». En las letras, su pulsión impostergable es el género fantástico, el terror, el policial y la ciencia-ficción, todo siempre amalgamado con realismo sucio.