Paula rego es una artista portuguesa radicada actualmente en Inglaterra es una de las máximas representantes del arte de su país y del Reino Unido por adopción, su obra forman parte de las más importantes colecciones de arte y museos del mundo, además de tener múltiples distinciones a nivel internacional, entre otras la cruz de la orden de Santiago en España y ser nombrada Dama del Imperio Británico en 2010.
Paula Rego nació en Lisboa en 1935, hija de padres liberales, que por cuestiones de trabajo debieron ir vivir a Inglaterra por un tiempo, dejando a su única hija Paula al cuidado de su abuela en Portugal. Su infancia transcurrió sumida bajo la dictadura del Estado Nuovo creado por Antonio de Oliveira Salazar, que gobernó el país durante casi cuatro décadas y que influyó, sin querer, en la carrera artística de Rego. A la edad de dieciséis años abandona su país para seguir sus estudios en la Slade School of art de Londres, allí conocerá a su futuro marido y padre de sus tres hijos, el artista británico Víctor Willing, desde entonces alternarán Portugal e Inglaterra que les permitirá ver de cerca los procesos represivos llevados a cabo por el gobierno fascista de Salazar, radicándose definitivamente en la capital Británica en 1975.

La artista transitó a lo largo de su carrera por varias etapas en lo artístico. En sus comienzos, durante su primera etapa de formación, adoptará una estética cercana a la abstracción, de temática reaccionaria, de denuncia ante la dictadura, como afirma en una entrevista con la crítica de arte Zoe Pilger, en su artículo contando cuentos de 2001, donde es consultada que a pesar de lo crítica que es su obra con el régimen en esos momentos ¿por qué no fue perseguida por sus obra en Portugal?, a lo que Rego afirma, que tal vez, se debería a que nunca entendieron sus obras, y que también seguramente una causa es que modificaba los títulos de sus obras, y que eso las hacía todavía más inaccesibles al régimen. Como por ejemplo, la pintura “Cuando teníamos una casa en el campo, hacíamos fiestas maravillosas y luego salíamos a disparar contra los negros” de 1961, Rego la recorto a “Cuando teníamos una casa en el campo”

La corriente del neoexpresionismo en Gran Bretaña en los ochenta encontrará en la figuración la capacidad de apelar a la narración, al cuento infantil, explorando el concepto de relación del espíritu humano con el animal, dándole también a mediados de los ochenta a la figura femenina el protagonismo absoluto en sus obras. En esta etapa de su carrera Rego sufrirá la pérdida de su esposo, quien sufría de una esclerosis múltiple en 1988. En ese mismo año pintará una de sus obras más conocidas de la artista: “El Baile”, que dista mucho de una celebración, y como está tratada se convierte en una representación velada del teatro de la vida, donde los sentimientos son profundos e inaccesible para cada uno de esos personajes que invaden el lienzo

En la década de 1990, Rego comenzó a profundizar en las psicología del pensamiento y ahondar en las narraciones infantiles, como se en su serie “Dancing Ostriches from Disney’s Fantasía” de 1995, esta serie está basada en los recuerdos de su infancia en Portugal, de las películas de Disney que veía en el cine con su abuela, aunque la artista afirma que el film Fantasía despertó en ella en su momento un gran temor. Rego asevera que esta idea de tomar las narraciones literarias, orales o historias inventadas, es un principio recurrente a la hora de crear su obra. Curiosamente la idea surgió por consejo de su marido que la alentaba a abrevar de esas fuentes para estimular su imaginación.


En 1998 debido al referéndum que atraviesa Portugal sobre la despenalización del aborto y que quedó trunco en aquel momento, la artista lusa crea una serie de obras “sin título”. Los pasteles sobre el aborto, que expone en el Museo Calouste Gulbenkian en Lisboa al año siguiente recrean con gran dureza las consecuencias del aborto clandestino, estas imágenes son fuertes, sin ningún tipo de romanticismo, mostrando figuras femeninas en diferentes posiciones ante el dolor, paradas, yacentes, carecientes de toda expresión en sus rostros, en sus caras está ausente la angustia, pero sin embrago con este gesto parecen trasladar ese sentimiento al espectador como haciéndolos participes de ese sufrimiento. Rego se solidariza ante el dolor, pero evita mostrarlo a través de la sangre, busca la reflexión sin caer en imágenes explicitas y obvias.

Físicamente fuertes y desafiantes, las mujeres de Paula Rego exploran el mundo femenino en todos los sentidos, aunque es una tentación hablar de la obra de la artista como feministas, ya que invierte el rol de lo femenino pasivo, al tomar la iniciativa sus mujeres un rol de heroínas en lugares y situaciones de poder masculino, pero pese a que no es su intención primaria, el planteo desde lo femenino es fuerte, dado que construye un relato desde una mirada de un yo niña/mujer que explora y vive en un mundo construidos de relatos, relatos que la van formando dándole una nueva mirada personal del mundo, desde la perspectiva de un sujeto político que se va construyendo a medida que observa y es observado, que tiene una voz y una opinión que va desde lo individual a lo colectivo.
