Comentario sobre el libro Meteoritos, de Anabel González Ocáterli.
“No todos los días el mundo se ordena en un poema”, escribe Wallace Stevens en Adagia. A veces, los poemas funcionan como meteoritos. Demasiado pequeños para ser considerados asteroides o cometas, pero de impactos sorpresivos en la atmósfera terrestre. Estos fragmentos que, a veces, parecen intencionalmente simples, incluso torpes, consiguen una forma aguda y cargada de potencia, con la misma fuerza de un cúmulo de materia incandescente a punto de estrellarse impactando contra lo poco conocido por esa parte de humanidad que es una misma. Reseteándolo todo. Ella, que todo da, todo apuesta por un fenómeno del cielo, un objeto, como un cuerpo celeste que ha venido desde otra esquina del espacio por necesidad, por voluntad de decir, por mero acto de fe. Cuando todo lo demás se trisó como una vieja loza en la que nadie repara (tiene que haber algo especial para cualquiera en este tipo de esperanza). Dios es un símbolo de algo que fácilmente puede adoptar otras formas, como, por ejemplo, la forma de la poesía, escribe también Stevens. Lo demás, el destello luminoso, podrá ser observado sólo después; liberado durante su tránsito en el aire. O devenir un hallazgo, en estado sólido, apareciendo fresco entre otras rocas.
Selección
Despierto sin un café ni un balazo. * Cambio de coche, cambio de llantas, cambio de mina. * Quiero unos zapatos, quiero una cartera, quiero un hijo. * Las fotos también se derriten, mejor el ojo, la mano, la lengua, el cuerpo. * Dame batalla, bella vida mía –así no me la invento–. * Ella, que todo da nada pide no es mujer, solo madre. * Su delirio era casarse con mi parte todavía virgen. * A punta de lápiz lo escupió mi cama. * Alrededor del origen giran los planetas, a punto de marearse. * Podría confesarme en directo, si Dios leyera ahora. * Todas las voces todas adentro de mi cabeza. * Poesía espejo, temo asomarme.

Anabel Ocáterli nació en Mendoza. Creció y vive en una finca de Rodeo del Medio. Estudió Comunicación Social y ejerció el periodismo gráfico. Se formó en narrativa con Mercedes Fernández y en lírica con Eliana Drajer. Anabel participó en diversas antologías de cuento y poesía, de Argentina y España. Sombras de colores se llamó su primer poemario, en 2016. Justo ahora que venía callando fue el libro de poemas reunidos que escribió con el grupo Casa Poesía, en 2018. Tiene dos hijas: Luz y Diana y un blog activo: Anaocaterli.com.
*Publicado en revista La Intemperie https://laintemperierevista.wordpress.com/2020/11/09/adelanto-de-meteoritos-anabel-ocaterli/
El libro Meteoritos, de Anabel González Ocáterli, publicado por Macedonia Ediciones está disponible con envío gratuito a todo el país, en este link:
https://libreriadaccurzio.com/product/meteoritos/
