Rosario, noviembre de 1981. Nos situamos en el Teatro Fundación Astengo para ver lo que pasaba en un acontecimiento que cambiaría la vida artística local para siempre: el Festival Discepolín. Música y teatro durante una semana con llenos totales. Ahí mismo, dos agrupaciones emergidas de los talleres del mítico Arteón (organización cultural fundada a mediados de los ’60), hablamos de El Tablón y el Grupo de Teatro para Adolescentes, se unen para dar inicio a una resistencia teatral independiente: La Discepolín.
Tres meses más tarde alquilan el local donde funcionaba el hoy desaparecido Café de la Flor y entonces, con una promesa de cheques, la construcción de gradas y un escenario “a la italiana”, se crea la Casa Discepolín unos días después del estallido de la guerra en Malvinas.
Uno de sus protagonistas y fundadores, el dramaturgo, director y psicoanalista Sabatino “cacho” Palma afirmó que ese nacimiento “no es más que la necesidad de romper con el dogmatismo, buscar la experimentación propia”.
Cada proyecto era íntegramente financiado por la agrupación dado su modo cooperativista. A su vez, buscaban problematizar la realidad social que se estaba atravesando desde una mirada crítica con un trabajo cercano al cuerpo del actor, lo que implicaba una investigación y sus propios procesos. La premisa era un teatro ligado a su comunidad con una intencionalidad política, mas no partidaria.
Los principales temas de sus búsquedas eran la transición hacia la democracia, situaciones de marginación, pobreza y represión.
Tal vez la obra más emblemática y recordada de la agrupación fue ¿Cómo le explico? Una obra sobre la opresión debido a mandatos sociales y la indiferencia de los adultos, ya sean padres o educadores. Esta puesta colectiva fue realizada por el grupo de Teatro para Adolescentes bajo la dirección de la docente, gestora y directora teatral María de los Ángeles “chiqui” González. Ella afirmó que no era fácil conseguir una obra que amalgame la temática y la estética. Llevarla a cabo significó diferentes censuras por entidades que regían la moral y los mensajes que se transmitían en la época, pero aun así fueron sorteados con eficacia. En Rosario se llegaron a hacer 350 funciones y se quedó en el imaginario de una generación
La Agrupación Discepolín tuvo una duración de seis años. Su final llegó debido a problemas financieros que derivaron no sólo en problemas económicos sino a nivel de relaciones humanas. De todos modos, cabe remarcar que quedaron en la historia como un símbolo cultural de resistencia y semilleros de las nuevas generaciones artísticas no solo de Rosario sino de Latinoamérica.
Espero que hayan comenzado muy bien este 2021 y les dejo como siempre un tema para que disfruten: Juan Carlos Baglietto – Actuar para vivir (Fito Páez)
Fuente consultada: - LOGIÓDICE, M.J. (2012): “La Agrupación Discepolín. Articulaciones entre política y teatro en Rosario durante los ochenta”. En: Telón de fondo. Revista de Teoría y Crítica Teatral, Nº 16, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Buenos Aires (pp. 102-116)
¡Hasta la próxima!