Emilia Gutiérrez recorre la vida y trayectoria de la reconocida actriz Delia Vargas. Nos adentramos entre las páginas de esta obra de reciente aparición.
Dedicar un libro biográfico, a modo de homenaje en vida de una actriz como Delia Vargas -con 81 años hoy-, es un acto inmenso de amor. Es volver la vista a la valoración de aquellos que han trazado un camino social y artísticamente comprometido, invitar a las nuevas generaciones -y a todos- a valorar un pasado y reconocerlo como cimiento de formación vital. Es salir de los cánones de lo efímero y rastrear raíces ancestrales.
De pronto Delia, más que un libro biográfico, se erige como una irrupción, un fluir inesperado, vital, sorpresivo y fuera de toda norma. Bitácora de vida de una mujer que encontró en el teatro un modo de expresión fundamental para vivir, una pasión y un trabajo; este último se ha trasladado como tal al inconsciente de su autora Emilia Gutiérrez, sobrina de Delia. Esa irrupción dió como resultado el trabajo de ambas, partiendo desde la lejana infancia.
A la manera de “cajas chinas” o “mamushkas” una historia contiene o alimenta a la siguiente. Un diálogo implícito desde un comienzo, mujeres que supieron fundarse sin hombres de quienes depender Un entramado de texturas-vidas que hablan de lazos familiares, vitalidad de una que supo ser inspiración, camino fértil para la otra:
“Toda la vida fue mi gran heroína“ –dice Emilia Gutiérrez- “(…) a lo largo de su carrera, mi abuela, su madre fue haciendo un inmenso archivo de vida de todas sus actuaciones”. Desde esa vasta galería fotográfica magistral -cargadas de fuerte expresividad-, de recortes de diarios, entrevistas y plaquetas de obras; comienza esta trama inmortal, este tejido en el cual la autora, también a partir de recuerdos de infancia junto a su tía, despliega con destreza plástica y poética la vida de Delia.
Emilia -como comunicadora, poeta y artista visual desde el collage- despliega una obra literaria plástica y poética. Apela a todos los recursos que posee para poner en juego, a modo de gran escena teatral, de collage vital, un panegírico de la mujer que marcó historia, tanto en la vida de la autora como en el ámbito teatral.
Al inicio del libro se introduce un recurso de la tecnología actual: el código QR. A través de este podemos acceder al teaser del libro, obra que se realizó con el auspicio del Fondo Nacional de las Artes (Beca Creación 2019) , se suma la “genialidad de Daniela Arjona y la música de mi amigo personal Eric Aguirre”-cuenta Emilia-. Accedemos desde el celular, vemos y escuchamos a la actriz Delia Vargas y a la autora del libro.
“El teatro es donde entregué mi alma. El teatro es la expresión de mi persona. El teatro es fuente de comunicación con los otros, las ganas de cambiar el mundo, las ganas de proyectarme hacia ese mundo”
expresa Delia Vargas.
Esta es la verdadera síntesis de todo su camino. Un recorrido desde aquella infancia en la escuela, siempre lista para leer o representar una poesía. Luego, muy joven, un deseo único la llevó a independizarse y dedicar una vida a la actuación.
Delia Vargas nació el 19 de enero de 1939. Su primera infancia está enmarcada por el río y las montañas de la casa materna en Santa María, Catamarca. Comienza su periplo en la formación artística de la mano de la directora Perla Chacón, con un corte netamente humanista, revolucionario y comprometido del teatro “Phersu” -en las lenguas de su etimología, griego: prosophon, término etrusco del cual en latín deriva “persona“, con que se denominaba a las máscaras usadas en el teatro por los actores-. En dicho teatro se promovía el hecho teatral comprometido con el medio social, en él se forjaban actores de principios orientados a una visión crítica. Quienes se formaron en el “Phersu”, y lograron continuidad y permanencia, como Delia, sacrificaban horas de incansables ensayos durante la noche y que una vez finalizados no daban pausa, se debía continuar al amanecer siguiente con la jornada del docente, sin cansancio y con entrega total a ambas tareas. Este teatro marcó la década del 60 en Salta. Un modo de hacer teatro con sello propio en una provincia conocida tradicionalmente como tierra de poetas, cantores y pintores. Nos queda como constancia de aquello el registro de todas las obras representadas, el intercambio con otros países de Latinoamérica -como Bolivia, país en el que los actores fueron agasajados por diplomáticos- y una revista, cuya primer editorial se tituló “Amanecer”. En dicha revista se realizaba un análisis crítico del teatro. Un dato no menor es la puesta en pie de un centro donde se realizaban charlas y se brindaba formación a docentes.
Delia Vargas ejerció una marcada influencia en artistas y docentes durante su trayectoria, integrando luego del Phersu el Grupo de Arte Dramático (GAD).
Protagonizó más de 60 obras de teatro y 4 películas, entre las cuales se encuentran Güemes, la tierra en armas (1971, Leopoldo Torre Nilsson), La Redada (1991, Rolando Pardo), Luz de Invierno (2005, Alejandro Arroz) y El Secreto de los Andes (1998, Alejandro Azzano).
Entre las décadas del 70 y 80, protagonizó más de 40 obras teatrales en papeles protagónicos, dirigió teatro para niños, jóvenes y adolescentes. Fue docente de teatro y expresión corporal. Dictó cursos dentro y fuera del país.
Emilia Gutiérrez plasma los viajes de la compañía dramática con el colorido propio de la escena teatral de entonces, nos convertimos en testigos de la artesanía pura de mano de los propios actores diseñando vestuario, pintando, elaborando utilería y escenarios sin más tecnología que la utopía alumbrando esa pasión de otear el horizonte promisorio hacia el cual se dirigían seguros.
“El feminismo es una aventura individual y colectiva. En mi caso, siendo hija/ sobrina/ nieta que se formaron y vivieron sin la ayuda de ningún hombre”, cuenta Emilia Gutiérrez y testimonia la vida de una Delia Vargas feminista -que ayuda a otras mujeres a la emancipación tanto simbólica como material- que eligió su vocación, pese a los obstáculos.
La heroína de Emilia asistió a marchas de “Ni una menos” siendo ya mayor. La actriz, que supo plasmar su histrionismo, tuvo como rasgo sobresaliente la expresividad y la absoluta entrega. Su labor es tangible en películas tan comprometidas como La Redada, del cineasta norteño Rolando Pardo, que se estrenó en 1991. Protagonizada por Ulises Dumont quien personificaba al genocida Antonio Domingo Bussi, quien debía mostrar un Tucumán “limpio” sobretodo de indigentes. Los linyeras son enviados en un avión que los abandona en Catamarca, así podía recibir la visita del presidente de facto Jorge Rafael Videla, el 14 de julio de 1977. En esta película Delia Vargas personifica a “la muda”, personaje vívido.
Estructurado en doce capítulos y un Epílogo, alterna la riqueza de lo visual y lo poético, lo maravilloso y lo realista – por lo que opino merece ser considerada una obra que sigue las líneas del realismo mágico latinoamericano, aún siendo una biografía.
La obra fue presentada el 13 de diciembre del 2020 en La Feria del libro de Salta por Patricia Patocco.
A continuación comparto una entrevista breve realizada a la autora del libro De pronto Delia, Delia Vargas es una actriz que supo brindarse de una generación a otra y se vuelve inolvidable también para nosotros, los lectores.
Delia Vargas es una artista que abrió un camino sin precedentes en Salta. No sólo en el ámbito de la interpretación realizó personajes inolvidables llevando la técnica de la memoria emotiva más allá de sus límites, sino que también en la enseñanza de la expresión corporal aportó a las docentes conocimientos únicos y que hoy en día se siguen implementando. Fui testigo de cómo mucha gente mejoró su vida estando cerca de ella, sabía transmitir sus conocimientos de una forma altamente sensible y respetuosa.
No sé si fue merecidamente reconocida; creo que Salta tiene una deuda con ella y con muchos otros artistas que no tuvieron el reconocimiento que -a mí entender- se merecen. Pero eso no importa. Creo que el reconocimiento que de verdad importa pasa por esto: caminar por una calle y que no puedas hacer más de cien metros sin que se acerquen personas a saludarte y a abrazarte. A mi tía le sucede eso.
El Fondo Nacional de las Artes avisó los resultados de las becas en noviembre de 2019. De manera que antes de que comenzara la pandemia, pude viajar dos veces a Salta. Allí entrevisté a Delia y reuní el material de archivo. El mismo constaba de seis carpetas con más de 130 folios de artículos periodísticos, revistas, programas de obras y tres libros en los que se desarrolla la vida de Delia y su participación en PHERSU y en el GAD. Me llevé una selección de esos archivos a Buenos Aires cuando me mudé, pensando que después volvería a Salta, pero no sucedió tal cosa. Me dediqué a desgrabar las entrevistas y a escribir el libro con el material de archivo que había guardado (y que se incluye en el libro). Cuando volví a encontrarme con Delia, el libro ya estaba publicado.
Creo que escribir sobre alguien que forma parte de la familia implica un proceso más complejo, por el peso del legado y de la experiencia vivida por esa persona. Escribí este libro porque mi tía se lo merece y es algo que estaba en mis manos darle. Ella fue mi primera influencia artística, desde niña incentivó mi amor por la lectura, la escritura y todos los tipos de arte. Por supuesto, estoy muy agradecida con el FNA por haber elegido mi proyecto y a las amistades que me apoyaron desde el primer momento.
Muchas personas me apoyan en mi oficio y les estoy inmensamente agradecida. Este trabajo, que ya está finalizado, es mi segundo libro y pude escribirlo durante la cuarentena desde mi hogar, en Buenos Aires.
Para quienes tienen el placer de conocerla, Delia Vargas es una artista, docente y actriz de teatro y cine que ha influído en la vida de generaciones enteras, y sobre todo en la mía. Dado que el flujo de azares que se tejen en este mundo, me dio el regalo de que sea mi tía materna.
El libro ya está con ella, y será distribuido en distintas universidades e instituciones culturales del país. Tal era el objetivo principal de mi proyecto.
Teaser del libro: