Porque en cierta forma la poesía se cimienta en base a cosas destruidas, igual que una galaxia nace por la explosión de una estrella, o la belleza de la estela es la ruptura que va dejando el cometa en su trayecto erosionado. En Sillage por propio sentido de la palabra hay una ‘estela’ del ser que se pierde, del existir de la poeta que viaja en su espacio, su universo de amar lo que por constelación define en seres que la iluminan y con quienes desarrolla un mapa sideral para guiarse en este naufragio que es la vida. De tal modo este poemario de Ruth Contreras nace también de las muertes con las que el amor crece, igual que lo hace el fuego, que al consumir y extinguir lo que lo toca adquiere su grandeza en dimensión, y ante esa evidencia la poeta pronuncia en sus versos: quemá todo / rompé todo / total / yo ya me estoy esparciendo / en poemas.
Más los poemas tienen ese rostro gemelo con los astros, por propia combustión o por reflejo iluminan desde la altura de ese secreto y oscuro cielo que nos cubre por techo en la intemperie del desamor, tal como lo plasma Ruth en el discernimiento poético de quien busca descubrir la galaxia donde el propio corazón se habita: …ojalá pudiera tener entre mis manos…una estrella fugaz / y pedir un deseo cuando cierro mis ojos… pero vos no estás… dicen que uno es de donde llora….
En esa dimensión de cuerpos fragmentados es donde la poesía encuentra su resplandor estelar, su firmamento en el cual interpretar el camino, como quien navega en artificios del dolor y busca una constelación guía hacia una verdad revelada: …mientras las sombras susurran / que lo peor del abandono / no es el silencio / sino la puerta abierta / a un universo hecho de engaños….
Es por lo tanto este poemario una cartografía de códigos astrales trazados para la búsqueda que realiza Contreras de su voz poética iniciática desde las percepciones y lenguajes del amor y el desamor que atraviesan cardinalmente la existencia de todo ser, y quién más que la palabra y sus soles tienen esa capacidad de vertiente de luz para poder exponer lo que nos duele o constituye el deseo de alcanzar en lo amado la felicidad.
Y quizás esas mismas leyes físicas de la poesía con su pulsión de alineamiento de almas y territorios planetarios hayan configurado dentro de Sillage un universo íntimo para el encuentro y la reciprocidad en amor entre la autora y sus invitadas (Irina Calizaya, Valentina Rossi, Abbi Gómez, Camila Asrin y Paula Cardozo) estableciendo una posición de fundamento ante el hacer desde lo colectivo, desde el ser y crear gravitando en la fuerza que otras generan en una.
Una alineación (digo) que traza las grafías que acompañan este libro desde las manos de Valentina Aguilar, Mahilen Aguaisol y Zaida Kassab, quienes aportan con sus ilustraciones el alfabeto subconsciente de las formas, en dibujos interpretativos de las fisonomías del verso.
De tal modo Sillage de Ruth Contreras se vuelve un poemario necesario para enriquecer el escenario poético actual de este Tucumán tantas veces usurpado por noches cerradas donde dudamos de cuál es el rumbo, cuál el sendero entre la oscuridad de las apatías, pero que en la poesía puede encontrar un destello, esa estela que nos hace pedir un deseo, esa misma ilusión que en un poema nos hace sentir que cumplimos un sueño.
María Ruth Contreras, con el sol en cáncer, nació un invierno de julio en San Miguel de Tucumán, Argentina. Es estudiante del profesorado y la licenciatura en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Fue miembro del proyecto «Tucumán Escribe» y participó de varias intervenciones culturales en la provincia, como «Poesía en las Plazas». Siente amor por la naturaleza y por los animales, y apuesta por una horizontalidad al coexistir(nos). Considera que la literatura –particularmente la poesía– la ha ayudado a vivir. Sillage (Falta Envido Ediciones, 2022) es su primer poemario