Lívia de Bahía

En 2018 llegamos, mi compañero de vida y yo, al aeropuerto Luis Eduardo Magalhães, en Salvador, Bahia. Había llovido y la noche estaba calurosa y húmeda. Un taxi nos llevó a un pequeño hostel, cercano a la playa, según el mapa de Google. A la mañana siguiente, en medio del silencio del lugar, salí de mi habitación, recorrí un pasillo y me asomé a un balcón frente a la calle. Mis ojos supieron un cielo azul, azul brillante, unas líneas de nubes lejanas y, abajo, los techos de las casas del barrio de Itapuã, ese antiguo pueblo de pescadores, con sus botes durmiendo en la playa, adormecidos por las olas, sus cocoteros movidos por un leve viento marino. Las conversaciones de la gente caminando por la calle, el ruido del vaivén del mar, la música, todo vino a mis oídos y sentí que estaba totalmente tranquilo. Más tarde bajé de la habitación y empecé el recorrido que me tendría por veinte días en Bahía. Había leído, con mi compañero, Gabriela, clavo y canela* y, antes, Tieta de Agreste** y queríamos recorrer los lugares de esas dos novelas, andar las calles por donde Jorge Amado había hecho caminar a sus personajes.

Así fue que otra mañana, llena de sol y sonido de gente hablando, de músicas cercanas, con el recuerdo de los días previos en el mar de Itapuã y la sal en la piel y en la boca, entré a la casa de Jorge Amado y lloré frente a sus herramientas de escritura. Recorrí el Pelourinho, con una mezcla de asombro y miedo ante la muchedumbre nunca antes vista. Una enorme multitud que bailaba al ritmo de tantos sonidos, toda ella celebrando el día de “Lavagem do Bom Fin”***.  Al día siguiente, enceguecido por el sol, caminé por Praça de Sé, encontré una librería que también vendía ropa y objetos de arte. Entré al lugar como suelo entrar en las librerías: en silencio, mis ojos clavados en los estantes, como si ingresara a un sitio sagrado, donde hay que estar en silencio. Preciso de esa ceremonia de acercamiento sin palabras, sin ruidos, para no distraerme y dejar que los libros se conecten conmigo.

Mi mirada recorrió los títulos de autores totalmente desconocidos. Me detuve en uno que era un colorido Mi mirada recorrió los títulos de autores totalmente desconocidos. Me detuve en uno que era un colorido mar lleno de peces y caracoles: ‘Correntezas e outros estudos manrinhos’****. Lívia Natália era la autora. Abrí el libro y busqué datos de ella. Lo cerré y lo abrí de nuevo, en cualquier parte, al azar. Leí:

As mãos da minha mãe, cada vez mais idosas,
guardam, em suas linhas, o segredo de nosso
destino

Las manos de mi madre, más viejas cada vez,
guardan en sus líneas el secreto de nuestro
destino. (Trad. mía).

y sentí que esos versos, además de una referencia que podía ser directa a la madre de la autora, se erigían como una palabra universal, como una enunciación de una madre de todos los seres humanos, un ente que nos indica nuestro destino. Era mi madre, mi abuela, mi bisabuela, todas morenas, con sus manos que se van haciendo más viejas y más llenas de sabiduría. Pienso, en este día de sol, en Catamarca, que esas manos de las que habla Lívia son también las manos de la tierra, de nuestra tierra, de esa que andamos todos los días, de esas manos de tierra, que al final de nuestro camino, cuando nos llegue el destino inevitable, nos abrigarán en su eternidad.  

Ese día, de pie, al lado de los estantes de los libros, en Katuka africanidades, seguí leyendo esos poemas que me hablaban del mar, de la existencia del ser humano, del amor por la madre. Todas las cosas que iban apareciendo en los poemas. Porque el libro era, y es, un cofre de maravillas que, como todo libro de un poeta que entiende la humanidad, va diciendo, a todos quienes lo leen, verdades cotidianas e inmortales. 

Así, cuando se lee al final de ese poema lleno de amor al padre

(…) adivinho seu rostro antigo
na anatomía das pedras

Adivino su rostro antiguo
en la anatomía de las piedras. (Trad. mía)

ya no es solamente su padre (a quien la poeta dedica el poema) sino que se puede tomar esas palabras como una descripción de cierta permanencia, de cierta continuidad, de esa figura paterna, pero una continuidad que ella logra descifrar que se da en el padre, pero que viene desde tiempos antiguos: su padre es quien tiene la función de ser su padre, pero es también el significante que engloba todos los padres del mundo, el mundo como una figura paterna. Sin embargo, hay algo en este poema que se contrapone al poema dedicado a la madre: mientras  que la madre es alguien que cuida, que guarda; el padre no está a su lado, viene de visita, es inconstante (por las razones que fueren) en sus citas con la hija; puede que alguna de ellas él ni siquiera llegue.  

Después de la referencia al padre y a la madre (a quien la poeta dedica el libro entero) quiero detenerme en lo femenino, que está presente en todo esta obra. Quien escribe es una mujer consciente de sí misma, de la lucha de la mujer por sus derechos, por el poder decir las características de ser mujer sin vergüenza, sin pudor, porque forman parte de la mujer. Cuando hace referencia a la menstruación, utilizará metáforas exquisitas, cercanas a su experiencia vital. Estará el mar que baña las costas de Bahía, imponente y necesario para todos; y pondrá ante quien lea la idea de que ese sangrado mensual de quien menstrúa es un cambio y debe verse como algo que existe, algo que no es un tabú ni algo que se deba ocultar.

Todo mês eu sangro.
(…)
Quando sangro,
o animal onde moro troca de pele
por dentro,
expurgando entranhas. 

En este fragmento del poema Sina (Destino) la poeta se desdobla en dos: es el animal donde ella vive y es ese animal que cambia de piel, no ella. Sin embargo, ese animal es ella misma sangrando cada mes, pero no doliéndose o sintiendo que deba ocultar el hecho, sino que lo canta, lo hace poema. Ella va a hacer poema su ser mujer, va a poner a la vista de todos quienes lean, con metáforas marinas, lo que le sucede porque eso es parte de su feminidad también. Y con ese decir de ella, con ese canto hacia la sangre de cada mes, ella dice a quienes menstrúan que no es motivo de vergüenza, sino todo lo contrario, que se debe hablar de lo que constituye a cada persona, en este caso a quienes cada mes sangran, como un animal extraño que es habitación y carne y que todos los meses expurga su interior y expulsa lo que sobra, cambiando siempre. 

Dejo esta breve noticia sobre Lívia Natália, admirable poeta bahiana, con la esperanza de que más lectores puedan, como yo lo hice un día, llegar a sus palabras. 


*AMADO J. (2016) Gabriela, clavo y canela. Booket. CABA. Buenos Aires. 1° edición.
**AMADO J. (…) Tieta de Agreste.
***Celebración central de Bahía. Se lleva a cabo el segundo jueves de enero y conmemora una vieja tradición en la que los esclavos eran enviados a lavar la iglesia de Nuestro Señor de Bonfim. La procesión inicia en la Igreja de Nossa Senhora da Conceiçao da Praia y concluye, después de recorrer 8 km, en la Igreja de Nosso Senhor do Bonfim. Es una fiesta sincrética en la que se unen el candomblé y el catolicismo, en la que el culto religioso, la misa, el baile y la música están presentes en armoniosa convivencia.
****NATÁLIA L. (2015) Correntezas e outros estudos marinhos. Editora Ogum’s Toques Negros Ltda. Salvador, Bahia.


Poemas:

AS MÃOS DE MINHA MÃE 

As mãos de mina mãe são imensas 
e seguram seu corpo minúsculo 
como as chagas de cristo lhes sustentam 
a santidade. 

Nos dedos vincados de veias grossas, 
na curva que se enruga n mais preto das dobras 
as mãos de mina mãe perfazem os caminos de 
meu mundo.

(Se os búzios cantam nas palmas singradas de 
rotas negras 
é para predizer maresias e ondas dolentes em
me camino.)

As mãos de mina mãe, cada vez mais idosas,
guardam, em suas linhas, o segredo de nosso
destino,
elas se cruzam no ventre da espera
e gestam frutos de un futuro
sempre feliz, sempre feminino.

LAS MANOS DE MI MADRE

Las manos de mi madre son inmensas
y aseguran su cuerpo minúsculo
como las llagas de Cristo le sostienen
la santidad.

Los dedos marcados por gruesas venas
en la curva que se arruga en lo más negro de los pliegues.
Las manos de mi madre trazan los caminos de 
mi mundo.

Si las conchillas cantan en las palmeras desgarradas
de las rutas negras
y predicen marejadas y olas dolientes
en mi camino.

Las manos de mi madre, cada vez más ancianas,
guardan, en sus líneas, el secreto de nuestro
destino, 
ellas están cruzadas sobre el vientre de la espera,
y gestan frutos de un futuro
siempre feliz, siempre femenino.

ABANDONO
para meu pai

Meu amor tem os dentes cariados,
Transpira por todos os poros,
paga pocas contas
e será despejado.

Meu amor criou barriga
e anda arqueado.

(Arrumou uma amante na esquina,
agora nos vemos pouco.)

Meu amor chega atrasado,
ou nem chega:
todos os barcos ancoram,
mas meu amor se demora.

Piratas lhe irromperam a rota?
Nereides o beijaram perfumosas?
O mar, com seus cabelos, o trançou?

Enquanto espero, tudo é horizonte
e adivinho seu rosto antigo
na anatomia das pedras.   

SINA

Todo mês eu sangro.
Diversa de mim,
atravesso Águas brutas,
oceanos que me povoam bravios.
Expulso o que em mim excede
e, do que sobra,
algo se move lívido
pulsando nas sendas de meu ventre.

Quando sangro,
o animal onde moro troca de pele
por dentro,
expurgando entranhas.

Todo mês eu sangro.
Todo mês eu singro este mar,
em que me banho.
ABANDONO
   
Mi amor tiene los dientes cariados,
transpira por todos los poros
paga poco sus cuentas
y va a ser desalojado.

Mi amor crió barriga
y anda encorvado.

(Consiguió una amante en la esquina;
ahora nos vemos muy poco)
 
Mi amor llega atrasado,
o no llega:
todos los barcos anclan
mas mi amor se toma su tiempo.

¿Piratas le cerrarán la ruta?
¿Nereidas lo besarán perfumosas?
¿El mar acaso lo trenzó con sus cabellos?

Mientras espero, todo es horizonte
y adivino su rostro antiguo
en la anatomía de las piedras.

DESTINO

Todos los meses sangro.
Extraña a mí misma, 
atravieso aguas difíciles,
océanos que me pueblan salvajes.
Expulso lo que sobra en mí
y, de lo que queda,
algo se mueve palpitante
por los caminos de mi vientre.

Cuando sangro
el animal en el que vivo cambia de piel
por dentro, 
expurgándose las entrañas.

Todos los meses sangro.
Todos los meses navego este mar
en el que me baño.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *