Escarbar nuestra propia piel

Acerca de El peso del color de Victoria Bollada

“El peso del color es una síntesis de lo que significa vivir diferentes situaciones, la mayoría complicadas, que se ven condicionadas por el aspecto del color de piel. Lo cual tiene toda una carga emotiva, de sentimientos, de sensaciones que son diferentes a las de la piel blanca»

afirma Victoria Bollada

Apasionada de Pink Floyd, ha elegido condensar la esencia de este libro en un epíteto que alude a un fragmento de la canción Comfortably numb, pues apela a un valor de infancia, a la óptica particular con la que visualizamos el mundo durante este período, y cómo esto puede a menudo no comprenderse. Pareciéndole interesante añadir un pensamiento de poesía, transformar en arte algo que en algún momento le resultó muy difícil atravesar.

El poemario comienza con “Televisión”, que podría ser considerado como la piedra angular a partir de la cual se va a construir un cuerpo de poemas que han sido elaborados en diferentes etapas evolutivas de la autora, dibujándose desde el principio una posición sólida en torno a temas que terminan por convertirse en una fiebre, en un martirio, en un pesar; precisamente cuando uno los empieza a rumiar y a darse cuenta de todas las implicancias significativas que han tenido en nosotros. “Nos encontramos inmersos en las fallas poéticas que nos mintieron”, es decir, las mentiras que avienta la publicidad. Que avientan los medios de comunicación. Que avienta el alrededor. Así, la voz en esta trama poética trata de aligerar el peso de lo que se nos impone, de la «idiotez»; inmiscuyéndose en un proceso de búsqueda de la libertad. Y al final de la oscuridad del túnel, después de haber preguntado por la «verborragia inmensa que logre aglutinar tales miserables escenarios decadentes», en la libertad se encuentra la identidad.

Tapa del libro El peso del color de Victoria Bollada

Masticando la nostalgia de un tiempo perdido, nos transporta al tiempo que ha sido. Que ya no es. Que hoy es hoja seca, telaraña de sueños, paisaje irreconocible, mientras uno añora volver a escuchar su melodía infantil “en la perplejidad de los laureles”. El tiempo es parte de un ayer crucificado. Nos desafía a repensar(nos) y a derrumbar la lógica de que todo lo desconocido, lo ignoto, resulta peligroso. Intenta romper esas ideas etnocéntricas que consumimos y mediante las cuales hemos sido encorsetados hasta asfixiarnos. Intenta dislocar las estructuras ideológicas de un discurso dominante que opera atentando contra la pluralidad de voces, de pensamientos, de miradas como personas haya. El peso del color invita a reflexionar sobre el hecho de que una «negra» o una «persona de color» no son tales sin un hostil espejo blanco que le diga que no es como él. Entrando en pugna entonces con esa pluma desde la que se escribe al otro y se construyen los lazos con el afuera, reproduciendo un discurso de desigualdad, discriminación e invisibilización con el uso de formas de tratamiento que denotan relaciones de poder, manipulando y regulando comportamientos lingüísticos y no lingüísticos. Intenta hacer sucumbir al status quo, que siempre favorece a unos pocos. Invita a dialogar críticamente sobre dicha mirada cruel, que termina siendo un acto violento.


Sin embargo, entre tanta realidad degollante, nos regala la puesta poética de un horizonte esperanzador que se presenta como una ráfaga de llamas con poemas como «Quién he de ser». Recordándonos que si bien nos perdemos en cientos de verdades, existe una preferencia, pese a toda tentación, de transitar el túnel del tiempo y sobrevivir en un aquí y ahora con un grito de autenticidad. Sin olvidar ser caricia «en el intento de encontrar los retazos de lo que fue tu piel.» Una caricia en el permanente acto de (re)construcción, presentando la “Mea culpa» como un modo de alcanzar la transformación individual y colectiva.



Link de descarga del libro

https://drive.google.com/file/d/10oxJu9bHm00HiR23VmC7mjZjeNMykfT7/view

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