Javier Galarza: Erizamiento por las ruinas

in memoriam

Lo sagrado es uno de los impulsos básicos del hombre, como el hambre. Lo sagrado es independiente de un dios, es ese espacio para el misterio donde aún nos encontramos. Pueden haber muerto todos los dioses, pero la vida sigue siendo eso que nos escapa.

Javier Galarza, La religión Hölderlin

Por amor a la vida decidí perderme.

Javier Galarza, Qué son las islas

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Ruinas de lo sagrado. Una trama simbólica hecha de lenguaje donde cada poeta aporta su propia voz. El abandono de los dioses. La desprotección como morada de la palabra. El poema entendido como su propio entregarse, esa música de hojas amarillas y rojas encendida en la tarde. Pequeño fuego o rastro de magia esparcido en la arena. Un altar al borde de la ruta. La dulcísima oscuridad rosada sobre los juncos.

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Javier nos enseñó que los restos de los dioses están en las pasiones mismas. Es en el momento que la vida se enciende. Y por eso, el impacto de lo sagrado en nosotros, debe erigirse en su condición efímera. En su último libro, La religión Hölderlin, leemos que cada mañana salía a fotografiar “para registrar pequeñas epifanías”. Y agregaba, “El trabajo de la mirada es el trabajo de la poesía.” La fotografía y el poema, entonces, se vuelven ese espacio donde el instante aún palpita y conserva sus tonos irrepetibles. 

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Es verdad, lo sagrado ya no es una experiencia constante, ya no se despliega en su totalidad. Nos quedan restos, escombros, de eso que latía en la potencia del instante. Ahora buscamos, desesperados, ese erizamiento o shock que opere en nuestros cuerpos. 

Estamos “Perdidos, con amor en este mundo”. Sí, lo estamos. 

Nos queda esa búsqueda en el descascaramiento. Perder. Perderlo todo. 

Ser nadie es la única riqueza. El desconocimiento posibilita desnudez.

LA ENVIADA

Esta es la canción de una adolescente 
de la ciudad que renegando de todo
alcanzó la iluminación en un andén,
junto a las vías del tren de las afueras.
Pues vino al mundo otra mesías,
nacida en la tierra Santa de Estonia,
un viejo dormía cerca de allí,
envuelto en hojas de diario,
y fue salvo en la contemplación de la niña.
Viajaba yo en el tren,
descreído y falto de fe,
cuando una joven metió su mano
en el bolsillo de mi sobretodo
y una navaja en mi costado.
“Quedate quieto”, me dijo para enseñarme
el camino de la desposesión.
Yo fui tocado, fui tocado y creí.


RETABLOS AL PASO

Benditos los viajes y las aventuras,
este desconocimiento, las placas
y los altares que improvisamos
en cada santuario profano.
“Aquí se erigió una estación de servicio.
Cuatro chicos orinaron esta pared.
En ese lugar dormía el mendigo
que se llevó la policía”.
La noche nos llevaba
junto a Nuestra Señora de las Lluvias,
la Virgen de los viajeros.
“Aquí abusaron de un chico.
En este rincón de la calle un gato fue atropellado”.
Alina, yo abrevaba en tu templo
con gratitud de viajero, 
partías el pan y nos dabas de comer,
las vides o la parra del vecino
saciaban nuestra sed.
Una mañana tus ojos me supieron sin razón,
y con un truco de magia
encendiste tenue
este film en la llovizna.

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Pero ¿cuál es el lugar del poeta frente a lo sagrado? Javier nos da dos respuestas. Nos habla, en primer lugar, de la importancia de “Un habitar poético [que] exige pensamiento”. Y este, es uno de los pilares de su obra. Pensar la poesía. El lenguaje como vieja exhalación, lugar de la descentralización del yo, espacio donde acontece ese perderse. Poesía como diálogo, experiencia en sí misma, puente donde late la posibilidad de una palabra heredada o antorcha que viene encendiéndose desde los primeros aforismos sobre la caza.

Y luego, nos dice que los poemas son “esos pequeños recintos de lo sagrado, esos reductos del misterio”. El poema como aquel que condensa el temblor de la vida, aquel que dibuja los gestos difusos del instante: “tan solo quizás, el dios atomizado tras su muerte reviva parcialmente en escritos apurados en las servilletas de los bares”.

Pero volvamos a ese trazado de poesía y filosofía, ese sitio donde el poema es diálogo:

DISOCIACIÓN

Los procesos de despersonalización
incluyen insomnio, ansiedad,
vértigo y extrañeza.
La sensación de estar viviendo en un sueño.
¿Es Zhiangzu soñándose mariposa
o una mariposa sueña que es Zhiangzu?
Enseña el Tao que el cielo es permanente
y la tierra durable.
Ambos perduran porque no viven para sí mismos.
Para preservar algo es mejor no aferrarse.
Todo filo se desgasta.
Cuando oro y jade cubren el vestíbulo,
más fácil es arrebatarlos.
Los bienes y los honores acarrean la destrucción.
Cuando hay puertas y ventanas en una casa,
es el espacio vacío
lo que nos permite atravesarlas.
Quien sabe, actúa sin actuar
y enseña sin palabras.
Esto enseña el Tao del cielo.


rilkean heart

guardo la medida justa
para no perecer
ante la potencia 
de tu belleza

(mentira
me estoy perdiendo)

*holderlin y rilke han escrito acerca de la medida que impediría perecer ante la presencia del dios o la potencia del ángel.

Cuando hablamos de poesía a través del tapiz del pensamiento, hay que saber que no estamos operando por medio de un pensamiento que busca respuestas, exactitud. Entendemos a lo sagrado, a los dioses, como aquellos que se erigen en su condición de ser inverificables. Roberto Calasso nos dice que el primer ser cuyo nombre se prohibió fue el del oso, lo llamaban “el Viejo”, “el Primo”, “el Venerable”. Desde entonces, a medida que el lenguaje fue condensando y variando su potencia mágica-religiosa, hemos intentado nombrar esa porción de “vida que nos escapa”. Podemos ver como la obra de Javier está atravesada constantemente por esos dos fuegos: el pensamiento y la potencia inaprensible que se desencadena del lenguaje: “comprendí el peligro que implicaba incluir lo racional en ciertos pensamientos. La sabiduría, a veces, es no saber. Aposté por lo intraducible.”

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Quien haya pasado por el taller de Javier sabe que lo que sucedía ahí no era un juego. Pensábamos ese excedente de sentido. Nos perdíamos. Algo palpitaba. Comprendimos que lo sagrado puede latir en cualquier cosa. “Todas las cosas son sagradas”, nos dice una canción de los indios Pawnee. 

Georg Trakl, Stefan George, Heidegger, Rilke, Paul Celan, Mandelshtam, Carson, el romanticismo alemán, Ricardo Molinari, los Cantos de Pound, los griegos, entre la inmensidad de poetas que leímos por él. El taller de poesía de Javier aspiraba a un nosotros, a aquel lugar donde la riqueza era la diferencia de voces. 

“En este tiempo, no conformarse con respuestas fáciles, sino abrir más preguntas, moverse, intentar salvar algo” 

Y ahora te digo, maestro, amigo, que la noche cae, y que nos salvaste. Nos pasaste esa antorcha.

TU POBREZA

Te perdía con el alba,
no sabía nombrarte.

Te extraviaba entre mis cosas,
no entendía tus señales.

No besaba tus hombros,
mi pobreza era absoluta.

Bibliografía:

Javier Galarza. La religión Hölderlin. Editorial Llantén.

Javier Galarza. La noche sagrada. Editorial Audisea.

Javier Galarza. Für Alina. Ediciones En danza.

Javier Galarza. Refracción. Editorial Añosluz.

Javier Galarza. Chanson Babel. Editorial Buenos Aires Poetry.

Javier Galarza. Lo atenuado. Editorial Audisea.

Natalia Litvinova y Javier Galarza. Cuerpos textualizados. Editorial Letra Viva.

H. D. Qué son las islas. Traducción de Tom Maver y notas de Javier Galarza. Editorial Llantén.


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