Corría el mes de noviembre del año 2015. Un viernes a la nochecita, como no podía ser de otra manera, Raúl Mansilla, el poeta neuquino, hacía la presentación de La ruta metafísica del héroe, la antología que reúne sus textos, publicados en treinta años de actividad poética. La edición, que incluye el inédito La física en el barrio San Lorenzo, corrió por cuenta de Celso Arancibia, en su sello Ediciones El Piche (Trelew) y del propio Mansilla, en su sello Ediciones del GenPin (Neuquén). En la misma oportunidad, el artista plástico Carlos Juárez expuso algunas de sus obras. La cita tuvo lugar en la Sala Alicia Fernández Rego de la ciudad de Neuquén. En ese contexto, Ángela Jerez y Pablo Iglesias, tuvieron oportunidad de entrevistar al poeta.
En principio, escribir un poema es muy difícil si estamos atentos a la verosimilitud del mismo y hablar es difícil; yo sé que hablamos, hablamos y hablamos, pero me refiero a hablar con sustancia, lo mismo que el decir; aunque esto último tiene más que ver con mi visión de la oralidad.
La poesía respira con dificultad, sangra por la herida, quizás haya mucho publicado y poca poesía, no digo que la mía salga de esta apreciación, pero encuentro que mira el reloj, buscando que termine el round. Pienso que escribir para otros poetas es uno de los puñetazos por los cuales la poesía termina con el tabique roto.
Se desprende de la anterior pregunta, vendría a ser la búsqueda del aplauso fácil y el guiño a académico/as, gente que escribe como vos, etc. De todos modos, en el contexto del poema completo funciona, para mí, de varias maneras, no sólo con explicaciones como las que te estoy dando, sino como componentes musicales, también, como piezas de un gran rompecabezas.
Sí, en realidad lo puse como una forma de atenuar la palabra “puto”, o de darle otro significado, que no sea el de la ofensa o la discriminación, y porque además me gustó como quedaba musicalmente, y porque Platón era un puto.
Bueno, siempre están creciendo nuestros padres por ahí y en trozos, que luego armamos para entendernos y sacar un poco la cabeza o ahogarnos, definitivamente. Estos son unos versos de una obra mucho más grande que pretendía hablar del alcoholismo, pero en realidad, visto a la distancia para mí ya es otra cosa, cuando comprendí que los héroes no necesariamente debían estar del lado de los “buenos” y la capa metafísica que llevaban era de palabras más de la mirada vidriada.
En la palabra y en el trabajo con la palabra hay una relación muy próxima de consanguinidad, el poeta es de alguna manera incestuoso con eso que crea, que trabaja, que forma y luego lee.
Es un libro de una amiga y gran poeta, con la que intercambiamos muchos mails durante bastante tiempo; es por eso que por ahí aparezco en algunos de sus textos. Pero según ella me ha dicho, el Mansilla de ese poemario es un personaje de la Patagonia argentino-chilena, mucho más abarcativo que mi persona por supuesto, donde hay varios Mansillas más famosos que yo.
Bueno, como dice el poeta chileno Juan Cameron, “…los poetas son vistos como seres insoportables, gordos, borrachos y desordenados que se pasan el tiempo peleando entre ellos. Sin embargo, entre los poetas hay una gran fraternidad”. Coincido con él porque mis mejores amigos y amigas son poetas; y claro te salvan un día.
Y a veces para mí es un instrumento que regula mi mundo y el que veo, y del que después hablo; digo, escribo.
No sé quién decía que la única patria que existe es nuestra infancia; el niño, la niñez, están siempre presentes, porque no están contaminadas y no han sucumbido al calentamiento global. Todavía estoy por ahí mirando por el agujero de una chapa del Barrio Jose Fuchs el asombroso ir y venir de las personas, los animales, los autos y los borrachos que resbalaban y caían en el barro gredoso de Comodoro Rivadavia.
Se ha dicho muchas veces por ahí que los poetas nos miramos el ombligo, y nos quedamos en ese centro del universo pergeñando versos que después no tienen correspondencia con la realidad. Pero como decía un autor del 1600 y algo, “tenemos esa tortuosidad o complicada nudosidad que solemos llamar el Ombligo”, que parece que no tenían Adán y Eva, por lo menos, y según las sagradas escrituras no deberían tenerlo. Se nos acusa, muchas veces injustamente, de estar en la torre de marfil, mirándonos ese centro y, lo que es peor, rascando ese símbolo de carne, así como así.
Es fundamental el líquido y su soporte vítreo en la mesa, y sin caer en definiciones freudianas, no hay placer mayor que beber con amigos y amigas, moderadamente, claro, cuando las condiciones así lo establezcan y no se pase a mayores, como mucha de mi familia, que se ahogó por no entender que la verdadera capa del héroe es ese líquido de fuego.
Me gusta bailar, soy de los últimos que se retiran de una pista de baile, aunque no sepa bailar, porque no coordino mi cuerpo como quisiera, mis piernas van por allá y mi tronco superior por el oeste. En fin, se baila también en zapatillas, las zapatillas son la fiesta de mi generación. Altas Llantas.
3 ideas sobre “«La poesía es un instrumento que regula mi mundo» Entrevista a Raúl Mansilla”
Interesante,rica y masticable entrevista.
Aparicion y danza con los clásicos y cotidianos,muy sugestivo.
gracias raul. lo imprimi para la radio. abrazo
Me gustó mucho la entrevista. Conceptual, con humor, de búsquedas, y tratando de expresarse desde las palabras, cuestión que es bastante difícil, «..las palabras no dicen…», no alcanzan.