Elegí yo. Elegí seguir con la tierra, porque es lo único que pude elegir en mi vida. (…)
Elegí buscar a los que nos faltan. (…) Solo porque la tierra me eligió a mí
(Miseria de Dolores Reyes)
La videncia hoy en día es ese don que se vende y se compra como pan caliente, según el zapato que a unx le apriete. Muchxs son los que se dedican a obtener dinero a cualquier costo, sin dar muchas veces respuestas convincentes a lxs que las buscan para saber sobre algún desaparecidx o para apaciguar ese corazón atormentado. Pero no lo es en este caso con Cometierra, esta adolescente/joven que ingiere tierra para saber cuáles fueron las últimas huellas de vida de esas mujeres asesinadas por varones.
La geofagia una práctica que los seres humanos nos permitimos cada vez que el petricor (aroma a tierra mojada) nos endulza la nariz y se nos hace agua la boca, tomamos un puñadito de tierra y nos la mandamos pa´ dentro, para saciar esa hambre de lo térreo que corre por nuestras venas. Para algunos será algo asqueroso, pero para otros, en los cuales me incluyo, no.
Dolores Reyes en la presentación de Miseria, su segunda novela, llevada a cabo en la XXII Feria del Libro La Rioja 2024 explicó por qué creó a este personaje llamado Cometierra, pero antes no dejó de mencionar que las desapariciones nos interpelan, nos traspasan el cuerpo tal como la desaparición de Loan el pequeño, desaparecido en la hermana provincia de Corrientes, que así como matan a las mujeres matan a niños, niñas y adolescentes. Que el machismo, ese sistema impregnado en el ADN del pensamiento de las sociedades reproduce prácticas violentas, especialmente, sobre las mujeres. Crea al personaje para develar las muertes de las mujeres, de alguna manera observo que, por medio de esta muchacha que lleva a cabo el papel de detective no convencional, logra hacer una delación necesaria para con el sistema de seguridad y judicial de nuestro país que es lerdo para condenar e investigar a los hombres que violan y matan, como asimismo la falta de dispositivos que puedan cuidar a las víctimas, que al final terminan entregando su último hálito a su verdugo. En una de sus tantas entrevistas, como así también el día de la presentación, Dolores dirá cómo, como alumna de Selva Almada y de Julián López, durante una clase escuchó la frase “tierra de cementerio” y se le presentó la imagen de una nena comiendo tierra de una tumba. Y lo pensó como un mensaje: que la tierra nos da y puede ayudar a encontrar a seres queridos: “La tierra es un principio femenino de poder para todas las culturas antiguas”.
En esta segunda obra, Miseria, Dolores Reyes no solo le dará la palabra a Cometierra como lo hizo en su primera novela homónima, sino que hará que comience la narración Miseria, la cuñada de Cometierra. Y será esta la que iniciará diciendo: «Cometierra, acá desaparece gente todo el tiempo, acá, tu don es oro» (2023, p. 11).
La autora expone claramente el porqué de Miseria: «(la) pongo como coprotagonista de una novela a dos voces, también porque me permite trabajar esto que tenía ganas de desarrollar: cómo se relacionan las mujeres entre sí, cómo construyen redes, incluso con personajes muy distintos. Son amigas, tienen casi la misma edad, son muy distintas en personalidad» (Reyes, 2024).
No puedo, ni podemos, mirar para el costado cuando en nuestro país se mata —Sí, porque ese es el término correcto en el uso cotidiano y formal; como femicidio, entendido este como la muerte que se le da a una mujer ejerciendo odio al género femenino—, a una mujer cada 36 horas (en nuestro país en lo que va el año se mataron a más de 120 mujeres), con un estado ausente, que ha desmantelado toda aquella institución que llevaba adelante políticas con perspectiva de género que ayudaban a las víctimas.
En miseria se mudan lxs tres, la protagonista junto a su hermano, el Walter y su cuñada a vivir a «la capital nacional de las videntes» (2023, p. 11), dirá Miseria, a Podestá en el conurbano bonaerense donde comenzará un nuevo camino.
«Elegí yo, porque irme fue lo único que pude elegir en toda la vida» (Reyes, 2023, p. 13).
Cometierra escapa de su casa, la que la vio crecer, para dejar de ingerir tierra, para olvidar, para sentir paz, pero llegará a este lugar donde las desaparecidas la mirarán por medio de esas fotocopias pegadas en las columnas o paredes. Esas miradas la interpelarán, de alguna u otra manera le pedirán que las busque, que les ayude a descansar, que les dé un hálito de alivio a quienes buscan incansablemente, que vuelva a sí misma, que vuelva al ruedo.
Miseria, preñada, narra con un lenguaje cercano al de lxs lectorxs. La poética construida por Dolores es lo que permitirá que, a medida que los hechos se vayan cociendo, nos adentremos en la historia.
La dosificación de la información, a medida que transcurre la historia, se ejecuta con gran destreza, La novela brinda pasajes en los que la seño Ana, muerta, le habla por medio de los sueños a Cometierra, quien en un pasaje la llamará por nombre de pila. En estos sueños, Ana llevará a reflexionar a la protagonista y de alguna manera la conducirá a que vuelva al ruedo de ingerir tierra.
¿Por qué hablar con los muertos en esta novela?
Reyes en sus palabras dijo que “es un tema muy nuestro en la realidad que vivimos al día a día” y que se lo hace desde los Andes hasta la costa marítima, tanto en los pueblos como en las ciudades, es un tema muy latinoamericano que el Realismo Mágico tomó, pero aquí no es Realismo Mágico, sino un juego entre el fantástico, el realismo y el detectivesco, todos se aúnan en un juego que logra la autora, y que muestra el trabajo comprometido con este oficio de contar y. a la vez, mostrar ,si se quiere, al mundo que aquí hablan los muertos, que hablamos con ellos, que nos habitan y los habitamos sin tenerles miedo.
Temáticas
Esta obra toca temas latentes, que nos atraviesan, que vienen a sacudirnos, a darnos luz en torno a eso que pasa por nuestros ojos y que, a veces, nos cuesta tanto nominalizar. En esta historia eso se logra de manera natural. Nos despabila el cuerpo y las ideas..
La sororidad, la hermandad entre las pares, mujeres forjando redes, Cometierra dice: «Si las mujeres nos juntamos para todo, (…) tejer, contarnos cosas, cocinar los alimentos y llevar a los niños a la escuela, ¿por qué íbamos a parir separadas una de otras? (…) Si las mujeres nos juntamos ahí está nuestra fuerza» (Reyes, p. 121).
La violencia obstétrica es otro de los temas que abordará la autora, Miseria cuando asiste al hospital no recibe un buen trato por parte de los médicos:
«Cuando llega mi turno el tipo no dice ni Hola, solo tira de una: Nombre, apellido y qué te anda pasando y yo vuelvo a mentirle con lo de las contracciones. ¿Cómo sabés que son contracciones? ¿Es tu primer hijo? Decime qué sentís. (…) ¿Estás perdiendo el tapón? De nuevo le contesto que no muy segura, porque no estoy perdiendo ni eso ni nada, aunque no sé de qué tapón me está hablando y eso me empieza a preocupar. Bueno, entonces falta, nena. A ver las ecografías. Le digo que todavía no me hice ninguna y el tipo se enoja: ¡Qué desastre! Caen en el último trimestre y no tienen ni una eco. ¿Y cómo sabemos nosotros que tu hijo no tiene dos cabezas? (…) Ser madre no es solo coger, nena. Lo dice con tanta cara de piedra que no llego a reaccionar. Estoy confundida. Quiero preguntar cosas, pero no a este tipo. Me da las re ganas de mandarlo a la mierda. Me aguanto y le pido que me dé una constancia para el trabajo explicándole que hoy tuve que faltar para venir. Por guardia no se dan constancias». (Reyes, 2023, pp. 69-70.)
El parto natural acompañado por las mujeres, la sabiduría de las ancestras, Dolores narra la escena del parto con una belleza poética que enternece y que nos permite, a aquellos que no tendremos la posibilidad de parir, sentirlo. Me arriesgo a decir que cuando Miseria pare a su hijo, es como si todxs estuviéramos pariéndolo, allí es la misma esperanza la que se avecina, ese a quien luego llamarán de manera cariñosa El pendejo.
El barrio donde vive Cometierra está marcado por la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades. La autora pinta un cuadro realista de la vida en estas comunidades, donde la lucha diaria y la solidaridad entre los vecinos son constantes. La injusticia social es omnipresente ante esas autoridades a menudo indiferentes o, incluso, cómplices de los crímenes.
La maldad que se esconde en las videntes que harán usufructo del dolor, es otro de los tópicos que la novela nos pondrá en contexto, charlatanxs que buscan tener dinero a costa del dolor de otrxs.
Otro tema recurrente en la novela es el dolor de la pérdida y la importancia de la memoria. Cometierra ayuda a las familias a encontrar un cierre emocional al descubrir el destino de sus seres queridos desaparecidos. Sin embargo, esta tarea también le exige lidiar con su propio dolor y trauma, lo que añade una capa de complejidad emocional a su personaje.
Para finalizar, Cometierra se convierte en una especie de detective, alguien que busca justicia para las familias de las víctimas y que será acompañada por un grupo de mujeres que tejen redes, que buscan la verdad, la unión, que comparten la sabiduría entre ellas, que nada guardan para sí, porque de eso se trata ser humanas, hermanas, pares en busca del bien común. Miseria muestra una notable fuerza y resiliencia. Su vida está marcada por la lucha constante por sobrevivir y proteger a su familia, es por ello que la autora la eleva al rol de conarradora y coprotagonista, en ella hay algo del hoy en día, de ese grupo de mujeres reunidas para luchar por sus derechos, por su lugar en la sociedad, algo que se enfrenta a ese patriarcado que las mata y vulnera.