Una vida peligrosa: cada vez que abro los ojos levanto una ciudad plateada delante la faena del ruido los aviones y las pestañas volteadas al cielo sin inscripciones el agua en la zona de tormentas corroe lo que nos sostiene querías una vida peligrosa una, no esta o tal vez, lo sea “Una vida peligrosa” dijiste una y otra vez arrodillada golpeando con la mano abierta la estantería de cristal que llevaba tu nombre, así pelaste la superficie hasta no reconocer las marcas manejaste por la ruta hacia el sembrado hasta tocar el maíz con la piel más suave: las mejillas enrojecidas la aspereza dorada de la espiga rojo así querías el riesgo lisura prefacio llanura precipio tu sed vas a amar un cuerpo imposible todo cuerpo es imposible amar al chico de ojo de piedra con el pájaro de luz en su cara odiar cada mañana que su cabeza esté lejos de vos porqué porqué porqué la mano abierta una esponja rosada vas a amar del hueco de su cuerpo su voz un eco al interior de la frente mojada repetir ese sonido y su olor sin ver el olfato y el oído tallan la señal alerta podrías haberte quedado en casa podrías haber dejado el polvo en su lugar dejaste que la imagen hablara por vos sos un animal hambriento los hombres del pasado disparan sin mirar no hay tesoro nadie vuelve satisfecho el alivio es de los que escapan, una vida peligrosa tal vez esta, tal vez así. Un peñasco a punto de quebrarse. Eso es lo que querías.
Cada vez que abro los ojos, la pupila del corazón pregunta ¿Quién dirá aquí, estos ojos, quién cantará en bienvenida las flores de nuestro porvenir? En el agua destemplada de la noche solo círculos y círculos concéntricos espirales, nos arrasan hacia lo abisal. Viento hojas suspendidas, la frágil invención de la mañana un ala dorada clareando la helada contextura del temor viento, se desarma el corral de la sombra lo que era penumbra es reflejo del vuelo del pájaro en lo alto como una estrella como una estrella como una estrella que late incesante en la pupila del corazón de un perro herido, sin daño por el rayo. ¿Cómo se aviva el rosal su rama dormida? Chocar las piedras, ahuyentar la escarcha cristal de la pesadilla, ¿cómo? podría sacar la foto enhebrar el epígrafe: rama de rosal en despedida gotita escarcha flash no alcanza Voy a seguir punzando el diamante en el sueño de una cueva antigua hasta basta que la espina se clave en la pupila de mi corazón que no tiembla, como mi perro en la madrugada cuando respira suave sin sobresaltos. ¿Quién dirá aquí, estos ojos, quién cantará en bienvenida las flores de nuestro porvenir? Ah! si pudiera acariciar el lomo de la esperanza ¿lo sabría? Si pudiera bañarme desnuda en la madrugada del amor ¿lo sabría? a tientas ejercito en la ceguera del futuro, en sombras desenredo los hilos bordo gardenias en un paño sin orillas. Aunque no lo pueda ver, aquí crecen los pétalos del próximo verano, como una caricia un impulso eléctrico iluminando la niebla.
En la faena del ruido entorno la fragilidad de este esqueleto hacia la tarea despunto alguna práctica como certificación de existencia que sustente mi presunta eficacia sobre el mundo, el vacío no puede sellarse pero eso lo sabrás después no ahora,después en mucho tiempo cuando acomodes en una caja pequeña y metálica, los molares diminutos como cuarzos pulidos por el insomnio.
Volteadas al cielo sin inscripciones piedras blancas unas cerca de las otras, en líneas que se doblan reimaginan un cuerpo imposible por montaje piedras ásperas bañadas en óxido en un campo sin estrellas señan la orientación de las manos para recibir el viento piedras irregulares, toscas, partidas protegen entre dientes al sueño del terror nocturno piedras de aristas suaves,cristales simulados en el sol atesoran el rayo que fulmina la velocidad: una piedra no es nada una piedra la parte / por el todo a la montaña una piedra todavía sostiene una voluntad inútil liberada del dolor de la forma una fuerza sin nombre para decir lo que cae por la ladera asustada de la espalda.
El agua en la zona de tormentas refleja lo que nos aterra el latido entrecortado el deslumbre de las palabras apretadas en las manos, apenas un gesto puede destruirlo todo, trazar un corte perpendicular a la sensatez: las habitaciones doradas por la costumbre caen de tu hombro izquierdo con voluntad inútil, como un músculo que desentiende la extensión de su fuerza. Vos viste el rayo en el ojo la luz bailando enloquecida quedaste ciega el disco volado de la boca de tormentas girando girando en la calle desierta orbitando, inundada de fé.
Corroe lo que nos sostiene alejar la mano del pecho retirar el alimento del animal pequeño que habita en el corazón secar su pastura trae el desastre o el incendio pero el animal sabe, huele la chispa y se resguarda en la cuenca del hombro, otras veces el río no alcanza a dar en el fondo de su sed las precipitaciones desde tu mirada son escasas: tenés que mirar lejos para que crezca el caudal llenar el paisaje de plantas carnosas dejar una ofrenda viva que huela a lluvia nueva en la tierra seca. El animal insiste mastica lento y guía la música en tu boca se demora la palabra, escuchás su huella pesada cruzando las costillas la fuerza sin nombre ilumina los huesos reflejan su lomo ¿cómo pudiste olvidar la lisura de su pelaje acariciando lo cóncavo en cada latido? pelaste la superficie de la casa hasta quedar de frente a su blancura blanco todo blanco pedías durante años desplazarte por la tundra con el sonido de tus huesos y músculos látigo de cortaderas contra el mar única música rebotando en las paredes del invierno despeñadero blanco todo se disuelve con blanco el cielo recortado contra el verde el árbol se aquieta en el tiempo que te antecede y esta fragilidad es solo una espina afilada en el agua que se va.
hasta tocar el maíz con la lengua del arco, galopa campotraviesa: ahí va el caballo rojo de mi fé, la crin hachada por lo imposible todo tuyo el paisaje en la dentadura ahí va, contra toda tristeza no deberías ir tan rápido ¡más rápido! todo se aleja el pasto crece los girasoles tuercen su raíz para verte llegar ahí vas caballo rojo máquina de fé reluciente en la lluvia por la noche en el rocío nada te detiene tan rápido, tan rápido ahí vas sos una figura a contraluz que ya no recuerda este, su nombre.
con la piel más suave: envuelvo este gesto de ala de cisne en despedida esta órbita de sol a contraluz,este tacto de fruta mordida, un corte oblicuo a este sentimiento podría ser un eslabón perdido de pequeña fiereza sangre dulce en el labio una palabra de perdón o tu corazón latiendo por la espalda como el telón de la fiesta del tiempo contra el vidrio de la noche, por la piel más suave el corte a mi mansedumbre abre un ojo al bosque donde aún canta un pájaro desde el futuro.
las mejillas enrojecidas por destiempo o calma por espejismo por todos los artefactos rotos en tu casa un acuerdo engranajes que saltan uno por uno y otro más saltan como tus venas cuando extraen de vos tu roja fuga tu cuerpo evita así lenta pérdida de energía salta se queman las lámparas tus mejillas aguantan una trinchera arrebatada aguantan los capilares sanguíneos aguantan estás por decir si hubiera visto antes la sombra de tu ala rayando la galería tu perfume en Flores tu codo en la ventanilla en el tren de humo pero no decís nada, algo estalla una nueva alergia, pensás, un pequeño duelo: estás de rodillas en el templo del amor, las flores son centauros testigos, es brutal la primavera.
la aspereza dorada de la espiga es esta espada contra el corazón, llevar esta fe esta piedra entre los dientes, con la tensión exacta quedar unida a algo mnos leve que la nada, con la mordida justa sin quebrar el óseo río, que no haya costilla al aire no haya empuñadura para el filo de lo que digo cuando no bro la boca y riego que el agua corra el agua suba y cubra la playa donde alguna vez dejé mis ofrendas a la crecida como pidiéndole: que venga el desastre o que no venga.

Gabriela Clara Pignataro (1985,barrio de Floresta, Buenos Aires) es escritora, fotógrafa, actriz, pedagoga y educadora social.
Publicó La última oleada se llevó todo menos esto (Editorial Subpoesía 2013), Eso que no se parte es una respuesta (Difusión A/terna 2014), Muta (Nulu Bonsai 2014), Floresta (LFS 2015), Esto pasa: Poesía en Buenos Aires. Antología (Llanto de Mudo 2015), Formas de lo invisible. El espectro como cuestión estético-política (Karmacorp Ediciones, 2017), Tundra (Añosluz Editora, 2018), Tranço cabelo cai um raio (Benfazeja Editorial 2018), Dos poemas (Ediciones Arroyo 2019),Tus profes te leen- Antología (2020), Puma (Editorial Promesa, 2022).
Estudia una Maestría en Políticas Públicas en Educación, trabaja como docente, educadora popular y asesora pedagógica. Da talleres de lectura y escritura en «Bajo la Araucaria», espacio desde el cual con su compañera Clara Del Valle, llevan adelante una investigación sobre el mapa federal de talleres de lectura y escritura, sus didácticas y pedagogías.
Una idea sobre “Poemas de Gabriela Clara Pignataro”
Que poesías tan motivadoras!! Me encantan. Espero que sigas progresando con tu carrera y publicando más poesías como estas.