Escritura en contexto de encierro: cuerpo, espacio y sentidos

Hace unos años, recién había ingresado a trabajar como operador en el Instituto Roca, nombre amablemente puesto por el uso popular ya que el otro lo designa como un centro de recepción y clasificación de menores y que, por lo menos a mí, me generaba escozor y referencias a épocas más crudas. En este contexto y con la ley de protección integral buscando hacerse efectiva en las diferentes áreas estatales que tenían contacto con niñes y adolescentes, en el Roca también y a paso de burocracia iban adaptándose algunas lógicas que llevaron por ejemplo a reemplazar con operadores a celadores con rol policial; en el encierro las complejidades tienen raíces más profundas y los modos de intervención llevan otras lógicas y tiempos distintos a cualquier dispositivo comunitario. En aquellos años la modalidad  que primaba era que los pibes tenían que estar el mayor tiempo posible encerrados y lo más tranquilos posibles. Los espacios educativos estaban limitados a un par de horas de clase y algunos escasos talleres buscaban llenar tiempo, entonces quedaba para los operadores la tarea cuántica de pensar en estrategias para trabajar conducta con los pibes durante guardias de 8 hs. Allí se nos planteaba el desafío a varios de, no solo hacer que el tiempo pase, sino darle otra dinámica que nos posibilite trabajar lo conductual por una parte y por otra construir acuerdos convivenciales; a algunos compañeros les servía el juego, a otros la música o la conversación, a mí me interesó siempre la poesía así que encontré en ese territorio una herramienta para trabajar cuestiones que iban mucho más allá del entretenimiento. 

Al momento de pensar cómo desarrollar un taller de poesía literalmente en una celda, necesariamente hay que hacer consciente de la realidad del cuerpo, no solo por las condiciones físicas de ingreso de los pibes al instituto sino también a la idea de que son cuerpos institucionalizados que han perdido una gran parte de su libertad y que en ese proceso de adaptación es donde nosotros estamos interviniendo por lo que la estrategia debe contemplar el reordenamiento de la realidad bajo la cual esos pibes están siendo sometidos y que los cuerpos deben comprender ese estado de cosas. Es por esto que para diseñar un taller tomamos en primera instancia esta idea de adquirir consciencia de esa realidad física y deshabituarla, así podemos tomar referencia del estado anterior y posterior a la dinámica, para ello el teatro tiene herramientas interesantes sobre trabajar el cuerpo en el espacio. Nuestro objetivo en este primer momento, como hemos dicho es deshabituar las posiciones habituales que tienen los pibes en el encierro, y que ellos puedan sentir esas diferencias, reconocer dolores, posturas a medida que van adentrándose en la dinámica. Para un segundo momento, les proponemos un trabajo sensitivo que posibilite reconocer el contexto físico en el que se encuentran, en este caso en particular recorrimos todo el sector con los ojos cerrados, tocando y registrando todas las texturas y olores del entorno, podemos así comenzar a conectar el cuerpo con el lugar y los detalles que podemos encontrar allí, toda esa información nos está dando palabras. En el tercer momento vamos a registrar todas esas palabras, sensaciones y ligarlas a través de oraciones con algunos recuerdos a los que hayan sido transportados. Es el primer momento de producción escrita y del que podremos obtener oraciones o construcciones primarias y que a la vez son registros personales de la experiencia.  El siguiente momento es colectivo en el que leemos las oraciones en voz alta y vamos categorizándolas, dándole un orden; esto nos posibilita a estimular la toma de decisiones y tener argumentos para las mismas para que eso aporte a una construcción de un texto al que se van sumando los aportes colectivos. Una vez que tenemos una versión rudimentaria del texto comienza ya un trabajo más técnico de escritura donde se realiza el trabajo fino para así llegar al resultado final. Es importante comprender la consciencia que hay que tener sobre el proceso de taller, pero también cuáles son los objetivos de cada una de las dinámicas que se usan, la consciencia sobre el cuerpo, estimular la sensibilidad, fortalecer el diálogo interior y la toma de decisiones, el respeto por los acuerdos y los aportes a una producción colectiva. Más allá de si el taller es un espacio permanente o eventual, debe estar orientado a recuperar la idea de que nuestras percepciones, experiencias, nuestra memoria, nuestros dolores aún en el encierro nos construyen como seres que podemos ejercer autonomía, que somos actores de aquello que construye nuestra identidad. Dejo a continuación dos textos construido colectivamente en el encierro y que carga una belleza dura y sentida.

El ingreso

Desnudate, me dicen y no quiero, pero tengo. El que llegó recién me dice que no es policía. El doctor me dice que me de vuelta y anota algo sobre las escoriaciones y no sé qué. Me dice que me vista, me visto. Quiero fumar. El otro me dice que lo acompañe, me duelen las piernas. Me dice que ese es mi sector, que no me preocupe. Me da colcha y colchón, abre la reja y paso. Quiero fumar y encima no conozco a nadie, me dicen que ahí voy a estar diez días. ¿Puedo fumar? Pregunto. No, me dice, más tarde. Saludo a siete y veo que hay uno más durmiendo. No quiero entrar, me quedo cerca de la reja mejor. Bañate chango, me dicen y me pasan un sobrecito de shampoo y un jaboncito. Recién me doy cuenta lo sucio que estoy. Recién me doy cuenta lo cansado que estoy. Quiero fumar. Me desnudo pero me dejo el calzoncillo puesto. Me duele todo. Recién siento las llagas en la boca y los dedos quemados. Voy y pido agua, me dan. Pregunto cuánto voy a estar aquí, no sé eso decide el juez, me dicen. También dicen que seguro que mañana me llevan a declarar. Quiero fumar, pregunto si puedo, ya te dije que más tarde me dicen. Se me acercan dos y me preguntan de dónde soy, le contesto. Me dicen que ya van a traer la comida, que si quiero puedo ranchear con ellos. Recién me doy cuenta del olor a meo y humedad. Les digo que sí, llevo mi colchón y colcha al arresto. Me convidan galletas dulces. Muy cansado estoy y encima muero por fumar. Me duele todo, más la cabeza. Me acerco y les pido una pastilla. Uno que tocaba la guitarra abre la reja y me lleva a la enfermería. El doctor me delira con que ahora me preocupo de que me duele. Las rejas te duelen, me dice, quiero mandarlo a la mierda. Pero me da una pastilla y un vaso de agua, me la tomo, me revisa la boca para ver si la he tomado. Vuelvo, un perro aparece y me lame la pierna, entra conmigo. Voy y me acuesto. Quiero fumar. Me tiro, el colchón me pica y tiene olor. Me duele todo, me pega la ruedita y ya estoy muerto, casi me duermo. Colcha de mierda, me pica todo. Casi me duermo y también quiero fumar. Los demás se han callado. Quiero fumar y me duermo, quiero recordar y no puedo, quiero dormir y no fumo, quiero temblar y no puedo, quiero morir y no quiero, ahora sí voy a dormir. 
 
 
Hoy es domingo de visitas
Abro mis ojos
Hay rejas
Hay muchas rejas
Me duelen los riñones
Hace frío
Hay muchas rejas
Las rejas son frías
Las rejas son ásperas
Las rejas están oxidadas, despintadas
Me despierto
Somos tres en el arresto
A todos nos duele algo
Nos duelen las rejas
Pero hoy no importa
Hoy es domingo de visitas

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