Retrato de Edgar Allan Verse

Edgar Allan Verse: El corazón del actor

Biografías apócrifas del fundador espiritual del grupo literario Alamberse! de Villa La Angostura

ALAMBERSE! es un colectivo de creación y acción literaria, cuyo centro de actividades es la Biblioteca Popular “Osvaldo Bayer”, en la ciudad de Villa La  Angostura (Neuquén, Patagonia). En el año 2007, Cecilia Fresco y Laura García Rodríguez convocaron en la biblioteca a un taller literario que luego, hacia el 2010, se consolidó como un grupo estable y autogestivo o como sujeto colectivo inconciente.

A quienes forman parte del grupo nos gusta hablar de Alamberse. Escribir de Alamberse. O Alan Verse. O Allan Berse. Etcéteras. Desde hace una década nos reunimos para compartir lecturas y escrituras, y de paso seguir dándole cuerpo a este ente de muchas cabezas que se siguen sumando y se exprimen en la búsqueda de algo que ni siquiera nosotros sabemos bien qué es.  Así es que nos juntamos para darle vida a Alamberse, un escritor pretérito o futuro, en cualquier caso apócrifo.

En estos años, además de las periódicas reuniones semanales, hemos gestionado talleres, recitales de lectura, presentaciones de libros y numerosísimas juntadas alrededor del fogón. Hemos trasuntado diversas publicaciones, impresas y/o digitales, como nuestro blog http://alamberse.blogspot.com/ en el cual vamos presentando nuestras producciones. Recientemente, Ediciones Desmesura de la ciudad de Bariloche ha reunido algunas de nuestras obras https://edicionesdesmesura.com/triptico-no-120-grupo-alamberse-bett/ y estamos trabajando en una antología que reúna trabajos nuestros de todos estos años.

En esta ocasión particular, queremos compartir con la revista “El ganso negro”, cuatro probables biografías de nuestro héroe / antihéroe inspirador, cuya historia, literalmente, todavía se está escribiendo.

[1]. EDGAR ALLAN VERSE: EL CORAZÓN DEL ACTORPor Diego Rodríguez Reis 

Edgar Allan Verse fue un escritor, poeta, músico, crítico, periodista y actor, oriundo del partido de Vicente López, aunque residió la mitad de su vida en la ciudad de Villa La Angostura. Generalmente, su nombre es reconocido como el de uno de los maestros universales de la improvisación, de la cual fue uno de los primeros practicantes. Considerado prácticamente el inventor del  relato improvisado; contribuyó, asimismo, con el género emergente de ciencia-ficción. Fue el primer escritor de Vicente López de cierto renombre que intentó hacer del arte su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.

Retrato de Edgar Allan Verse
Retrato de Edgar Allan Verse

Fue bautizado como Edgar Verse en el Registro Civil del partido de Vicente López y sus padres murieron cuando era niño. Fue recogido por un matrimonio adinerado: Francisca y Juan Allan, de quienes tomó el apellido, aunque nunca fue adoptado oficialmente. Pasó un curso académico en la Universidad de Buenos Aires y posteriormente se probó, también por breve tiempo, en las inferiores de Atlanta como centrojás. Sus relaciones con los Allan se rompieron en esa época, debido a las continuas desavenencias con su padrastro, encarnizado hincha de Chacarita, quien a menudo desoyó sus peticiones de ayuda y acabó desheredándolo.

Su carrera literaria se iniciaría con un libro de poemas, “Odas, églogas y triunfos improvisados”. No hay ejemplares de esta obra, la cual tampoco se encuentra asentada en el Registro de la Propiedad Intelectual, pero consta que esos poemas causaron un verdadero revuelo en los círculos literarios rioplatenses, debido a la destreza con la cual el neófito poeta dominaba ritmos y técnicas nunca antes vistas (después tampoco). A ese volumen pertenecería el poema que lo haría eternamente célebre, “El zorzal criollo”, que inmediatamente voló de boca en boca, de peña en peña.

Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos. Llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico y elegante, aunque improvisado. Dictó clases de pintura, literatura, actuación, escultura y canto. Debido a su trabajo, vivió alternativamente en Vicente López y en Villa La Angostura, donde habría comprado un terreno con una cabaña miserable, en las cercanías del cerro Belvedere. El gran sueño del artista fue siempre editar su propio periódico y/o fundar su propia compañía de teatro, que iban a llamarse (ambas o cualquiera de las dos) “La Improvisación”. Tan sólo el del periódico se cumplió, aunque a medias.

La figura del artista, tanto como su obra, marcó profundamente la literatura del mundo, de su país (o por lo menos, de Vicente López y Villa La Angostura). Sintió la poderosa influencia de la literatura simbolista francesa y, a través de ésta, del surrealismo y del dadaísmo. Pero su impronta llegaría mucho más lejos. Según sus propios dichos, Dadá y sus seguidores se habían quedado apenas “en los arrabales de la improvisación”. Son deudores suyos toda la literatura improvisada (profesional o no), la ya proverbial “Liga Internacional del Teatro de la Improvisación”, los adeptos y cultores del arte efímero en todas sus ramas y acepciones. No existe antología de la poesía improvisada que cuente con el nombre y la obra de Edgar Allan Verse entre sus páginas. No existe, fundamentalmente, porque todos los proyectos de antologar este género han quedado sólo en eso: en la etapa de proyecto.

Edgar Allan Verse hizo incursiones asimismo en campos tan heterogéneos como la cosmología, la criptografía y el mesmerismo. Su trabajo ha sido asimilado por la cultura popular a través de la literatura, la música tanto moderna como clásica, el cine, el cómic, la pintura y la televisión. Lamentablemente, el carácter inherente del arte “improvisado” ha hecho que esta asimilación haya sido absoluta, tanto así que ha borrado hasta su nombre de la obra realizada. Característica determinada y subrayada por el hecho de la ausencia de originales y copias de la obra de Edgar Allan Verse. Por ello, de su obra ha quedado solamente el recuerdo, las citas y el fruto de sus influencias, las obras de sus admiradores, puntualmente reseñadas por sus múltiples (y a veces contradictorios) biógrafos.

Dos obras, de discutida y dudosa veracidad, han sobrevivido a las garras del olvido que parece haberse ensañado con el trabajo de Edgar Allan Verse. Una, el manual Stándar de improvisación, en el cual se enumeran casi religiosamente las pautas que debe seguir un verdadero artista improvisado. Dos, el célebre texto autobiográfico y de tono confesional llamado El corazón del actor, donde el versátil creador reconoce que es allí en la actuación donde el alma del artista improvisado encuentra el terreno óptimo para desarrollar su arte.

De su desaparición física, sólo existen leyendas. Hay quienes dicen que murió en el destierro, olvidado, incomprendido o sencillamente desconocido. La causa exacta de su supuesta muerte nunca fue aclarada: se atribuyó al alcohol, a un congestión cerebral, cólera, drogas, fallo cardíaco, rabia, suicidio, tuberculosis, una pelea improvisada y un sinfín de causas diversas. Siguiendo un expreso pedido suyo (anterior), se quemaron todas sus fotografías.

“Su agudo y sólido juicio como comentarista de la literatura, el teatro, el fútbol y la vida cotidiana contemporánea, la virtud y el idealismo de su poesía, la fuerza dramática de sus obras, dotes que se le reconocieron ya en vida, le aseguran un puesto destacado entre los hombres de letras más universalmente reconocidos del Partido de Vicente López y la ciudad de Villa La Angostura”

Según consta en la Enciclopedia Biográfica, Histórica y Geográfica Angosturense:

En una de sus cartas (dicen) dejó escrito: “Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo. Un honesto deseo de olvidar el pasado y de prescindir del futuro: de improvisar, de vivir en el precioso encierro eterno del instante”.

[2]. A. LAMBERSE – Por Laura García Rodríguez

“…También navegó con el gran Hipólito Bouchard en 1817 acompañándolo en sus embajadas para que se reconozca a la República Argentina como tal. Una intensa amistad surgió entre estos dos admirables hombres que lograron el primer reconocimiento de la República en las islas Hawaii. Se sabe que Don Bouchard, más conocido como el corsario albiceleste, le dio abundante material para sus poemas. A. Lamberse plasmó en sus textos el espíritu aventurero de una época:

…sobre la madera curtida

desplegando su velamen

batiéndose en la bravura

navega La Argentina…”

(Extracto rescatado de la biografía “A. Lamberse: genio y figura”, cuyo manuscrito se malogró con la inundación del Paraná de 1858. Documento cedido por la bisnieta de A. Lamberse en línea directa materna, Doña Efraína López).

[3]. ANTONIO LAMBERSE – Por Carlos Chávez

Antonio Lamberse (1922-1979). Poeta nacional uruguayo, autor de odas, églogas y triunfos. También reconocido centrojás de Peñarol. Desde su más tierna infancia se sintió inclinado por las letras. Por ello, también se lo conoció como «el itálicoico». Tanto su dominio del lenguaje como del balón provocaron innumerables dolores a propios y extraños.

Gracias a un documentalista alemán, de paso por Montevideo para estudiar los movimientos migratorios del tero, llegó a vislumbrarse parte de su destreza durante un partido que Peñarol disputó con Huracán Buceo, se cree que a mediados de los años treinta. Como decíamos, sólo se ve parte de su destreza, porque de acuerdo a testigos que aseguran conocer a alguien que la vio, la cinta es muy borrosa y avanza a demasiada velocidad o es muy lenta y por momentos no se puede identificar el deporte que se practica, lo cual es lógico tomando en cuenta la época en que fue tomada, en la que más bien se privilegiaba el espíritu de competencia deportiva y no tanto el apego a las reglas, sean éstas de rugby, fútbol o lucha libre.

No sabemos si fue por esto, o por otra cosa, que antes de morir, ordenó quemar todas sus fotografías. Hizo lo que quiso. O lo que pudo.

[4]. ALAN VERSE – Por Facundo Bocanegra

La genialidad no tiene límites. Atrincherado en la imaginación, el polifacético aventurero Alan Verse dispara una vez más perdigones de luz a los biombos de la ignorancia: “Soy un carroñero del lenguaje”, declaró frente a lo que suponía una multitud, en el último Congreso de la Lengua Angosturense.

“Al despertar, sólo pienso en seguir durmiendo”: con estas palabras inauguró su exposición titulada Aquí me ando soñando, donde pone de manifiesto la importancia de la somnolencia a la hora de abordar la creación artística. Y luego agrega: “He de confesar que muchas de mis obras más representativas fueron gestadas bajo el marco, de este, un estado de modorra”. Comprendemos entonces que sólo un genio pudo dar a luz complejas estructuras literarias con una pluma y una almohada.

Persiguiendo a Jodorowski, El roto y el descosido y Hay merengue en Italia, son sólo algunos de los ejemplos que distinguen la burda haraganería del talento innato y un estilo propio y consolidado. Periodista, escritor, músico aficionado, irreverente detractor, Alan Verse cuestiona incansablemente el régimen académico y pone en jaque a la técnica exponiendo su inusual modo de trabajo con su obra Levántate infelí.

Amamantado por una tía del campo, tras el exilio de sus padres a Canadá, país del que nunca regresarán, el pequeño Alan dio sus primeros pasos entre cardos y guano de gallinas. “Como todo, todo comienza en la infancia”, confiesa que fue conociendo desde muy temprano el arduo sacrificio que demanda la vida rural: “Ví mis sueños violentados desde que soy un pichón”.Su gran amigo y compañero Euclides “el Profe” Córdoba, deja constancia de esta etapa amputada en su texto “Sueños de Tacuara”, publicada en 1985 en el periódico La Improvisación: “La tía Maruca poco entendía de buenos modales”, dice y luego describe minuciosamente cómo abordaba a su infante sobrino con tacuarazos limpios antes de la salida del sol…


Algunas de estas biografías apócrifas fueron publicadas originalmente en el folleto “A lamberse! Primer Round”, Villa La Angostura, Diciembre 2012.



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