…la piel se desvanece / lenta / imperceptible / muda / como la arena / en el reloj. Es difícil encontrar en la poesía del noroeste argentino versos con esta economía de lenguaje y tono susurrante. Fábrica de animales, del escritor y psicólogo tucumano Federico Soler, se inscribe en la escasa poética de la delicadeza en la región.
No por escasa menos iluminada, basta mencionar al salteño Jacobo Regen y a la también tucumana Denise León para encontrar un lenguaje subterráneo donde abreva el tono místico de Fábrica de animales, aunque en este caso no vinculado a la tradición judeocristiana de los poetas antes mencionados. Tal vez lo novedoso en Soler es que la flecha se invierte. Este delicado libro, que viene a ser un solo poema, no trabaja hacia atrás en dirección al paraíso perdido, sino que se centra en el momentum en que la vida entra en la cultura, el pasaje del amnios a la naturaleza exterior. Es así que la trinidad sugerida Ella/Él/El que nace, interactúa en un entrelugar donde la amenaza no es un pecado original, sino la asunción y caída de los cuerpos en la cultura. Es aquí el sentido trágico de Fábrica de animales.
Nos encontramos, entonces, en la zona del misticismo secular o fisiológico de George Bataille, la entrada a la cultura es la entrada a la afectación y al deseo, mientras que la economía productiva: dar vida, desencadena la crisis del erotismo. En medio de la crisis el poeta sabe que hay un pez capaz de “tragar los anzuelos” en ese río que es la economía improductiva de las palabras: un animal poeta / (llena los huecos / que dejan las palabras) / saca la basura / se queda fuera de su casa / junto a una criatura / que no puede decir / padre.
Para dar cuenta de esta experiencia entre la interioridad y la materia sin perderse en el vacío discursivo, el acto poético exige una economía del lenguaje para que el río subterráneo de las imágenes lave el sacrificio, agua que puede transfigurarse en sangre, o líquido que abandona la profundidad: los huecos son la parte visible / del silencio, dice el que sabe que su sacrificio fue el derroche del amor.
Pero hay otro contrapunto que hace de Fábrica de animales dialogue con la poética canónica del noroeste: la presencia de paisaje como una entidad cultural y un territorio de exuberancia, donde el sacrificio conecta con el sentido de la vida.