Siete poemas de María Eugenia Simionato

LEER EL FONDO DEL AGUA O MIRAR LA SOMBRA DE UN CUERPO SUMERGIDO

I 

Sólo cuando escribo 
siento el mundo, 
puedo ver las ruinas 
sin haber salido de mi cama, 
escuchar las anécdotas vacías 
de los turistas que, cansados del viaje, 
depositan cada lugar visitado en la rutina. 
Quiero viajar cuando haya sentido 
as ciudades en los ojos de alguien 
que escribió, al regresar, 
una historia o un poema. 


II 

No hay apuro, digo, 
mientras las líneas de mi cara 
se resisten. 
Mi cuerpo sigue flotando 
fuera del mundo. 
"¿Por qué no viajas, ahora que sos joven?" 
Miro mi biblioteca. 
Y en el silencio de las páginas, 
pienso en una isla y un barco l
leno de marineros que miran 
la conjunción del viento y el sol. 


III 

Ahora regresas, 
y tenemos que limpiar una pileta. 
Miro el agua oscura. 
Te digo que tengo miedo de que haya algún animal en el fondo. 
Te reís y decís que estoy grande para tener miedo. 
La pileta se vacía. 
Hay una red en una esquina que sostiene a un hombre dormido.
¿Cómo sobrevivió debajo del agua sucia? 
Se estira como si la falta de líquido tuviera algo que ver con el amanecer. 
El hombre se levanta, seco,
se peina y camina hacia la calle, 
sin decir nada. 
Nos miramos como si hubiésemos visto 
el fondo verdadero del agua, 
un secreto que no podemos develar 
y que nos une. 



SECRETOS 

Es a mi fantasma a quien le hablo 
como si fuera un amor, 
pero a alguien le entrará ese esqueleto 
que sale de la sombra de una flor, 
y si yo no supiera guardar secretos 
como los animales que esconden 
sus excrementos, 
me soplaría el aliento de una mosca, 
pero a alguien le están dando mi silencio 
para que yo me desnude 
con la luz apagada. 


PROTECCIONES 

Un sonido de hojas plateadas 
sobre mi nuca. 
El cielo corta la respiración de las nubes 
que se amontonan como ovejas húmedas 
y calmas. 
La ausencia no existe. 
Inclino la cabeza hacia el eco de los vientos secos, 
elevados. 
Un águila de fuego guía 
en las primeras luces partidas por la sombra. 
Tengo que salir y esquivar con la mirada 
el aliento de dios en mi retina. 


BLANCO

I 

Es sabido que el aire penetra 
los cristales de agua congelada, 
y que la nieve es blanca 
por los efectos que logra sobre el destino de la luz. 
Como la piel negra de los osos polares 
que retiene el aire en su pelo transparente, 
así el amor, 
-Dios invisible- 
entra en las almas capaces 
de reflejar un mundo. 

II 

Me dejo atravesar por tus ojos 
como si fueran restos de un sol dividido 
en un relámpago. 
Cuando dormís conmigo 
mi cama parece el salar de Uyuni 
o una montaña capaz de conservar 
el color blanco de la nieve.

María Eugenia Simionato (Mendoza) es psicóloga con formación en psicoanálisis.. Hizo talleres de escritura y lectura con los poetas Carlos Levy y Diego Muzzio. Escribió su primer libro de poesía «La noche crece como un río solitario» y lo publicó con el sello editorial Alción, en 2018. En 2016 fue invitada al festival internacional de poesía de Mendoza. En 2018 ganó la convocatoria de poetas jóvenes para participar del FIP (Festival internacional de Poesía en Buenos Aires) leyendo sus poemas en el Centro Cultural Kirchner y otras sedes. Su poesía ha sido publicada en blogs y en revistas digitales y en papel, así como en programas de radio, podcasts y en televisión por el canal Acequia. En 2020 ganó un premio en el concurso de videopoesia de la Feria del Libro De Mendoza con su poema “En este mundo”. Actualmente trabaja en un segundo libro de poemas y en la música componiendo sus canciones.


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