¿Cómo se vive cuando el corazón se rompe dentro nuestro? ¿O es que -en realidad- se sobrevive? ¿Se vuelve la escritura una forma de llenar -o al menos el intento- una ausencia hecha de palabras? ¿Qué papel juega la Poesía en el transitar de un cuerpo carente?
“Todo lo que es seguir con el corazón roto” es el título del segundo poemario autogestionado de la autora tucumana Melina Martínez Zulli y funciona como puerta de ingreso a un universo donde el yo poético se doblega y se fractura ante la pérdida en el juego amoroso. Tratándose a veces de la pérdida de la persona amada, a veces de la memoria, a veces de las palabras, a veces (muchas) de su propia identidad. ¿Cómo (re)construirse y significarse habitando lagunas de borramiento? ¿Acaso hay alguna forma de sanar y volver a respirar después de escocer?
El rompecabezas adquiere una dimensión central en sus poemas y, me atrevería a decir, que se configura como la búsqueda del sentido mismo en este peregrinar por encontrar la auténtica voz entre ecos desgarrados causados por la destrucción. Juntar las piezas provoca que el dolor de las heridas se expanda y el lenguaje se resquebraje en el intento por moldear un mundo de sobrantes.
¿Cómo seguimos sin partes? El miedo de no ser lo suficientemente valientes como para erguirnos y andar devora las fantasías de un horizonte esperanzador; paralizándonos en ocasiones. Sin embargo, resulta que al final, la escritura de Melina se abre como un punto de fuga del cual abreva su palabra poética que desmembra, pero que también libera de los huecos del tormento.
Mel Martinez Zulli, sueña con ser exitosa y dejar de ser patética y miserable. Quería ser sirena pero terminó estudiando letras y escribiendo poesía. Escribe para sobrellevar los ataques de ira que le dan cuando las cosas no salen como planea. Aspira a una vida llena de viajes en la que pueda descorchar un vino por noche y ser (un poquito) feliz.