Laura Moreno, nació en Córdoba en el 62, es docente y escritora. Publicó Bisagras y escenas finales (2016), Paquidermo (2019) y Licor de Mandarinas (2022). Ganó diversos premios en Argentina y en España. Su último título, un libro de cuentos delicioso, es Los sensuales, que presentó en la Feria Internacional de Buenos Aires, durante el 2024, junto a los editores del sello Falta Envido Ediciones.

Conducidos por el deseo de conocer más sobre la autora y su obra, surge esta charla. Aquí la compartimos:
Laura Moreno: En casa no había biblioteca, al principio, pero pasaban vendedores de libros. Así llegaron algunos a mis manos: cuentos infantiles, diccionarios y un par de enciclopedias. Quizás, porque en diversas ocasiones lo dijeran, mi mamá y mi papá, que valoraban el estudio, la lectura, o porque me veían muy interesada en las historias que leía o me leían, fue que en cada uno de sus viajes al centro de Córdoba, volvían con esos paquetes que yo amaba y sabía que eran libros envueltos en papel madera. ¡El placer de abrir esos paquetes! Escribí mucho a partir de los diez años, todo tipo de textos, poemas y cuentos en la escuela, las revistas Anteojito y Billiken. En casa llevaba un diario y, además, está esa otra literatura tan de moda en los 60 y 70, las cartas. Escribía largas y entretenidas cartas a mis primas/os. Participé en dos certámenes, y gané el primer premio en ambos: fueron libros.
L.M: Tuve la colección casi completa de Mis animalitos, cuentos de Editorial Sigmar que se reeditaron años después y los compré para la biblioteca escolar, La isla del Tesoro de Stevenson y Azul de Rubén Darío; tres faros en mi infancia y adolescencia. Y no puedo dejar de nombrar El conde de Montecristo, un regalo de mi abuela paterna cuando cumplí quince años. Me voló la cabeza.
L.M: En mi vida adulta fueron muy importantes para mí las obras que pude leer en bibliotecas públicas: novelas de autores y autoras del sur de EEUU, y varios libros de Cortázar. También autores rusos, en especial Dostoievski.
L.M: Los temas que me importan son los viajes, las aventuras, las historias policiales y el terror. Tengo intereses muy diversos, pero el principal y que abordo con insistencia es el desafío que suponen las relaciones humanas, cuando surgen intereses contrapuestos, y cómo se resuelven, tanto en la narrativa como en la poesía.
L.M: En el pasado y en el presente, abracé la poesía, que me resulta de navegación fácil, te diría, la produzco casi con naturalidad. En cambio, para la narrativa, que es mi pasión ahora, tanto en la lectura como en la escritura, intento decodificarla, entenderla, además de disfrutarla. Escribir narrativa es un esfuerzo intelectual que resulta agotador por el trabajo de reescritura, pero fascinante.
L.M: Sin duda me inclino hacia la música. Siempre me he visualizado cantando con una banda de rock sinfónico. También, en ocasiones, sueño despierta que soy baterista. El ritmo y la letra de la música están muy emparentados con la escritura, por eso escucho mis favoritos en pódcast mientras escribo mis primeras versiones de cuentos. Es divertido y me hace feliz pensar que podría haber sido cantante, en otra vida. Lo disfruto mucho, además de leer.
L.M: No tengo problemas de inspiración al escribir, muchas veces me leen mis pares —otros escritores, algunos editores— y se sorprenden de la variedad de temas que abordo, me preguntan ¿cómo se te ocurren estas cosas? La verdad, no sé. Será de las lecturas, de las películas, de otros libros. Eso sí, mis textos tienen mucho esfuerzo detrás, luego de los primeros borradores, vienen las correcciones, los juegos en distintas versiones de un mismo relato o poema. Los trabajo mucho y tengo que reconocer, que disfruto de esa intensidad de trabajo. Lo hago a gusto y porque estoy convencida de que es el camino.
L.M: Quién sabe hacia dónde va la narrativa en adelante… quizás se explore más la hibridación entre géneros, creo que por ahí va. Por otra parte, he comprobado que muchos clásicos del cine que me gustan provienen de muy buenos libros: Psicosis de Hitchcock, por ejemplo, está basado en el libro homónimo de Robert Block; o la serie Wallander, de los libros de Henning Mankell; la serie sueca La chica del dragón tatuado, basada en la trilogía de Stieg Larsson. Creo que las películas nos llevan a los libros y viceversa. Hay versiones cinematográficas muy buenas de obras literarias, otra podría ser Orgullo y prejuicio de Jane Austin, preciosa en su versión británica del 2005, a la que vuelvo una y otra vez. Otras: Los miserables, El padrino, uf, tantas… Creo firmemente que se potencian mutuamente, la literatura y el cine o las series. Gracias a las series japonesas, chinas y coreanas he leído y recomiendo: La vegetariana, de Han Kang, Almendra, de Won-pyung Sohn; y Ella y su gato, de Naruki Nagakawa.
L.M: Los sensuales eran cuentos que, a medida que los escribía, iban a parar a una carpeta en especial, en la computadora, a la que llamé Los sensuales, porque son relatos que tienen en común la mayoría, algún encuentro sensual entre dos personas, o que la imaginación de alguno de los personajes torna a través del deseo, cierto conocimiento sensual del otro. Después me enteré de la convocatoria que hacían una pareja de editores de Tucumán, Zaida Kassab y Daniel Ocaranza, a la que se presentaron más de seiscientas obras de todo el país. Ellos seleccionaron una veintena de libros para publicar, entre los cuales estuvieron Los sensuales, El trago Bolche y Chiquito —admiro mucho a mis compañeros editados, los autores de esos libros—. Me avisaron que quedaba seleccionada, y firmamos un contrato, un par de años después y con muchas y felices correcciones, nació Los sensuales como quedó finalmente, con ese diseño de tapa precioso que hizo Zaida Kassab que además de editora es poeta y diseñadora gráfica. Que mi obra haya sido seleccionada por ellos para publicar, fue un premio, una felicidad que me dura hasta hoy.
L.M: En estos días estoy trabajando en dos novelas inéditas, una de corte realista: un crimen que ocurre en un pueblo al sur de Córdoba; y otra con un entorno futurista donde también ocurre un crimen, en un entorno laboral, en la ciudad de Córdoba. Tengo un libro de poemas terminado que siempre reescribo, corrijo, y ahora está concursando en España. Espero tener buenas noticias en noviembre, cuando salga el fallo y si no es así, lo seguiré corrigiendo y cambiándole el título hasta que quede un “texto decente” como dice Teuco Castilla y sea publicado el año que viene, con suerte.