Poesía: Metáfora y Resistencia IX – Sí, sin dudas duele.

La poeta, novelista y traductora sueca Karin Boye nos legó, en su breve vida, una escritura potente donde pone en cuestión el binomio disidencia sexual/amor, pero también las relaciones estado/individuo a partir de una de las distopías más apasionantes de la literatura del siglo XX

A mi amigo Martín le fascina la literatura escandinava, particularmente el Noir nórdico, poblado de detectives antihéroes devastados por el fracaso en sus vidas. El Noir nórdico es un género de estilo simple, realista y preciso, carente de adornos, donde más allá del crimen que dispara la trama se expone a una sociedad con aparente igualdad, justicia social y liberalismo (el exitoso modelo del estado de bienestar) impregnada de secretos oscuros: misoginia, crimen, violaciones, asesinatos, racismo, etc.

Martín me habla de sus lecturas de Henning Mankell, donde el inspector Kurt Wallander a lo largo de una serie de 12 libros resolverá asesinatos en contextos y causas disímiles, por ejemplo en La leona blanca (Den vita lejoninnan, 1993), Wallander investiga un crimen en Ystad relacionado con una conspiración política en la Sudáfrica de fines del Apartheid. O en Asesinos sin rostro (Mördare utan ansikte, 1991) desentraña el asesinato de un matrimonio de ancianos en la campiña sueca.

La mayoría sólo conocemos a Stieg Larsson autor de la saga Millennium, por las películas, amamos a la antihéroe hacker Lisbeth Salander, por oscura y antisocial.

Martín me recomienda que busque sobre Karin Boye, que puede interesarme. No se equivocó.

Karin

Karin Boye nació en Gotemburgo, a comienzos del otoño sueco de hace 120 años. Fue poeta, narradora, editora, traductora, bisexual, socialista, suicida, moderna, osada y hermosa. Llevo una vida fugaz e intensa.

Nació en una familia acomodada lo que le permitió acceder a una buena educación graduándose en la Universidad de Uppsala. Siempre presentó inquietudes por los movimientos sociales de la época y ello desembocó en su participación activa en el grupo socialista Clarté donde conoce a quien sería luego su esposo, Leif Björck. 
Fundó en 1931, junto a otros poetas, la revista literaria Spektrum. En esta revista se publicaron las voces nuevas, muchas por primera vez, al igual que a poetas extranjeros introduciendo así el surrealismo a Suecia. Karin Boye tuvo un importante papel en la traducción de la obra de Walt Whitman y T.S.Eliot al sueco, de este último junto con el crítico Erik Mesterton tradujeron «La tierra baldía», muchos críticos definen este libro de Eliot como uno de los más influyentes de la poesía moderna:

“Abril es el mes más cruel: hace brotar
a las lilas en la tierra muerta,
mezcla memoria y deseo, revive
apagadas raíces con lluvia de primavera.” (Eliot, 1922)

En 1932, después de separarse, tuvo una relación amorosa con Gunnel Bergström, esposa del poeta más renombrado en Suecia: Gunnar Ekelöf. Fruto de ese romance escribió su novela Crisis (Kris). Bengt Davidsson en su artículo “La sed de lo prohibido” sostiene:

“Crisis es extraña en muchos sentidos. El contenido autobiográfico es, por supuesto, de interés para cualquiera que quiera saber algo sobre cómo la vida y las experiencias de Karin se reflejan en su poesía. Pero la forma en que se describe la crisis religiosa de Karin en el libro es probablemente la razón más importante por la que el libro sigue vivo hoy, sobre todo para los lectores jóvenes. Crisis es también una de las pocas descripciones de estudiantes que tenemos en la literatura sueca. El problema de que un joven en crisis apenas recibe ayuda de los profesores u otros adultos, es tan relevante para la juventud de hoy como para la Karin de los años veinte. La autobiografía también es única porque Karin revela su orientación bisexual. Nosotros, los lectores modernos, apenas podemos entender cuán increíblemente audaz era esa confesión en ese momento. También confirma el enorme valor moral de Karin.”

Nuestra poeta publicó en narrativa cinco novelas: Astarte, Merit despierta, Crisis, Demasiado poco y Kallocaina; y dos colecciones de cuentos: Anunciación y Enfrentamientos.

En su producción poética tenemos: Nube (1922), Tierra oculta (1924), Los hogares (1927), Por el bien del árbol (1935) y Los siete pecados capitales (1941) este último publicado póstumamente.

Kallocaína

Leo Kall es un inventor, un científico ficticio del Estado Mundial totalitario, que después de veinte años de cautiverio en el Estado Universal escribirá sus recuerdos de la distopía en la que tuvo la desgracia de vivir. La kallocaína no es un opioide como podría suponerse a partir de su nombre, sino una droga que podríamos definir como «suero de la verdad», que inyectada en el torrente sanguíneo de una persona, afloja su voluntad de manera tremendamente efectiva. Kallocaína describe un mundo totalitario, en pleno siglo XXI, donde en el Estado Mundial (no es el único, está en guerra con su vecino el Estado Universal) el individuo queda supeditado a lo que el este disponga en cada momento.

La desconfianza y la paranoia es imperante en este mundo “ficticio”, es casi una forma de vida. Los delitos comunes existen, pero los que el régimen persigue y reprime son los delitos del pensamiento. La expresión de cualquier pequeña duda del buen hacer y la sabiduría del Estado es motivo suficiente, en caso de ser mínima duda, de una declaración pública de arrepentimiento. En caso que no sea mínima se convierte en destino seguro de pena de muerte.

“Kallocaína también tiene algo de novela amorosa: una historia sobre los matrimonios fracasados, la desconfianza en la monogamia, el pavor hacia la palabra “familia”, tan recurrente e importante en regímenes de derechas, conservadores o totalitarios como el que se describe en la novela”. Nos comenta el prólogo de la versión en castellano de la novela, traducida por Carmen Montes Cano y que puede conseguirse en papel (y pirateada en las redes).

Karin viajó a la Unión Soviética junto con otros compañeros socialistas de la revista Clarté, eso sumado a su conocimiento de Alemania, donde acudía a sesiones de psicoanálisis, serán las dos realidades que inspirarán la escritura de Kallocaína, por un lado la gran decepción de la URSS comunista y por otro el vertiginoso ascenso e instalación del nazismo en el poder.

Kallocaína (1941) forma parte del selecto club donde se emparenta con grandes novelas como Un mundo Feliz (1932) de Aldous Huxley o Rebelión en la granja (1945) y 1984 (1949) de Orwel, Fahrenheit 451 (1953)  de Ray Bradbury, Nosotros (1924) de Zamiatin y podríamos sumar a La Rebelión de Atlas de Ayn Rand.

Si, sin dudas duele.

Karin comenzó su búsqueda desde la escritura a los diez años, ya muy tempranamente aparecieron determinados temas que serían los recurrentes en su obra: la vida y la muerte, el sentido de la existencia y una intensa, casi mística, curiosidad por el dolor humano. Su escritura se caracterizó por el uso de palabras sencillas para abordar con profundidad su visión del mundo con una inercia poética única.

Ya desde su primer poemario Nubes aparecen las reflexiones sobre Dios y la fragilidad de la vida.

Luego de vivir en Berlín, nuestra poeta decidió regresar a Suecia con su compañera sentimental Margot Hanel, viviendo entre dos amores, el de Hanel y el de Anita Nathorst -esta última nunca la correspondió-. Luego de meses de profunda depresión, Karin Boye decidió, en abril de 1941, suicidarse con una sobredosis de somníferos en el bosque cercano al sanatorio de Allingsås (donde estaba internada Anita para tratamiento de un cáncer). Un mes más tarde también Margot Hanel se suicidó. A los meses Anita murió a causa de su enfermedad.

Su hermano relata en su diario cómo se enteró del hallazgo del cuerpo de Karin:

“Cuando regresamos, nos enteramos de que habían encontrado a Karin muerta en Bolltorp. Bratt (Ivan Bratt era médico de Karin) y yo fuimos allí y declaramos el hecho. Una botella de agua Vichy, vacía, y el frasco de Adophenyl estaban allí. Había estado sentada en una posición medio tendida en un bosquecillo de hojas frente a una gran roca que dominaba el valle y la ciudad. Un lugar muy hermoso.

Equipos de la Cruz Roja la llevaron en camilla al depósito de cadáveres y una niña, a quien había visto previamente ayudar con el reconocimiento en el bosque, vino con un ramo de flores, pidió que se lo diera a Karin, era una ramo de anémonas.”

En el site www.karinboye.se puede accederse a información sobre su vida y obra, también se encuentran sus poemas traducidos al inglés por David McDuff de su libro Karin Boye: Complete Poems, me permito versionar desde el inglés, del libro Por el bien del árbol de 1935, quizás uno de sus poemas más conocidos y bellos.

Si, sin dudas duele

Si, sin dudas duele cuando las yemas brotan
¿Por qué más la primavera dudaría?
¿Por qué todo el ardiente deseo
se uniría en helada y amarga palidez?
La yema estuvo escondida todo el invierno.
¿Qué sucede ahora que hay algo que se consume y estalla?
Si, sin dudas duele cuando las yemas brotan
duele lo que crece
 y duele lo que destruye.

Si, es duro cuando las gotas caen.
Temblando de miedo cuelgan pesadamente
sujetadas a las ramas, crecen, resbalan.
Su peso las hace caer, aunque sigan aferrándose
Difícil ser incierto, temeroso y escindido,
difícil sentir como el abismo llama, atrayéndote,
y aún así, perdurar estremecido
difícil querer permanecer
Y querer caer.

Entonces, cuando en medio de la agonía, sin remedio,
despiertan las yemas como en júbilo.
Entonces, cuando ya no existe ningún temor,
resplandecientes caen las gotas de las ramas
olvidando el temor por lo nuevo
olvidando la angustia por el viaje
sienten por un segundo su mayor certeza,
descansa en la confianza
 que crea el mundo.

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