Santiago Craig nació en Buenos Aires. En 2012, ganó el Premio Provincial de Poesía de Córdoba con su poemario Los Juegos, publicado luego por la Universidad de esa misma ciudad. En 2013, su libro de relatos Tormentas, obtuvo una mención especial en el Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz. En 2015 ganó el primer premio del Concurso Eugenio Cambaceres, organizado por la Biblioteca Nacional y la editorial interZona, con su cuento “Elefante”. En 2017, Las Tormentas, un libro de relatos, fue finalista del Premio de Cuentos Gabriel García Márquez 2018 y obtuvo la primera mención en el Premio Nacional de Literatura. Durante el mismo año publicó 27 maneras de enamorarse, su segundo libro de cuentos. En 2020, se editó una novela: Castillos, mientras se traducía al francés Las Tormentas, (Les Orages). En 2020, 27 maneras de enamorarse fue adaptado al teatro. Al año siguiente, vio la luz Animales y el libro álbum infantil Un coso , en colaboración con Pablo Bernasconi.
Hoy, amablemente, Santiago Craig nos concede esta entrevista que permite conocer un poco más a uno de los autores más admirados del momento.
Santiago Craig: Se llama Vida en Marta. Se va a encontrar, espero, con Marta. Con algunas cosas que pasan en la vida de Marta. Va a estar con ella en ese paréntesis en el que la vida es algo, es ella. Entre nada y nada, algunas cosas que hace y que le pasan. Espero que se encuentre con alguien con quien quiera estar por momentos. Que el libro le de un rato aparte, un costado, una compañía.
SC: Es una novela que escribí durante varios años. Es algo que hice mientras hacía otras cosas, mientras pasaba todo lo demás. Me hizo más paciente, creo. Me hizo pensar en lo que escribo como algo que tiene que ver con otro tiempo. Con otro ritmo. Me puso afuera de la necesidad y el apuro. No hay para mí un lado profesional y otro personal en la escritura. Hay uno solo, pero creo que no es ninguno de esos dos.
SC: Mi infancia fue buena. A veces estaba solo, a veces estaba con los demás. Mi infancia es más que nada anaranjada y celeste. Esos dos colores los repito mucho cuando escribo. Porque mi infancia es más que nada de esos dos colores. Las tazas de plástico, las piletas, los cielos, los juguetes, las ilustraciones de un libro del que se perdió el nombre.
Estaba mi abuelo, el papá de mi mamá, que me daba la mano, me contaba cosas, me hacía enojar a propósito, me hacía reír. Siempre lo pienso como mi referencia, mi yo antes de mí. El lugar del que vengo. Además de mi mamá y de mi papá, claro. Amorosos y siempre ahí. Tuve una infancia buena y feliz.
Los libros eran un juguete más. Los usaba igual que usaba un muñeco playmobil o un auto de colección. Inventaba con los libros otras historias en mi cabeza, además de las que proponían sus textos y sus ilustraciones. No leía mucho, hasta la adolescencia. Mi mamá contaba cuentos, pero sin leer, cantaba canciones. No había en casa biblioteca. Pero yo la fui armando a medida que crecí.
SC: Mi primera fascinación fue con los poetas: Rimbaud, Baudelaire, Pizarnik, Girondo. Yo quería ser un poeta y para eso había que escribir poesía. Hacía eso. Después: Cortázar, Borges, Bioy, Ocampo, Arlt; después: Beckett, Celine, Kafka, Henry Miller, Dostoievsky; después: Hemingway, Chejov, Cheever, Carver; después: Sara Gallardo, Virginia Woolf, Clarice Lispector, Flannery O’Connor. Su impronta es siempre la de horizontes y compañía: amigos y amigas con los que me gusta estar, como los que me gustaría ser.
SC: Todos los que nombré antes. Y muchos que se van sumando, contemporáneos también. No creo en eso de dejar atrás a los autores. Me gustó Cortázar a los 13 y acá lo llevo puesto, lo mismo la primera lectura de Pinocho o el deslumbramiento con algo que tal vez, de haberlo conocido ahora, me hubiera impactado de otra manera, por ejemplo, Henry Miller o Borges. Me cuesta ser consciente de la influencia de autores específicos en lo que escribo. A veces me las marcan, y siempre que me las marcan digo que sí, que están todos ahí, porque están conmigo, porque de alguna manera, soy ellos.
SC: Yo escribo siempre con otro presente. No digo nunca para mí, ni para alguien que siente ahí a escucharme. Así leí a esos autores que te nombraba, así me vinculé siempre con la literatura, conversando. Lo que busco es que eso que escribo se encuentre con alguien que lo complete, lo asimile, lo incorpore a sus emociones o sus pensamientos personales. No es algo que haga para explicarle nada a nadie, más bien es un modo de compartir el desconcierto. Escribir, para mí, es una forma de ofrecer y buscar el amparo de una compañía.
SC: La verdad es que, cuando escribo un cuento o una novela, no los separo. Escribo siempre poesía, a veces, sola, pero si no es un poema, lo que escribo de todos modos está cruzado por la poesía.
Pienso más en imágenes, en sonidos, en formas de decir y frases que en tramas y acontecimientos y peripecias. Trato de armar lo que cuento con esos elementos que tal vez estén más asociados a la poesía que a la narrativa. De hecho, leo también así. Hay ciertos automatismos de la narrativa que me expulsan de los textos. Me gustan los autores y las autoras que escriben desde las palabras y no tanto desde las ideas. Trato de ir hacia ahí.
SC: Yo siempre sé lo que quiero escribir y nunca sé lo que estoy escribiendo. Sé eso. Sé que no sé. Me gusta pensar así. No entregarme a la intuición (seguiría siendo eso de algún modo algo mío), pero sí a lo que aparece (sin mi voluntad) mientras escribo. Me gusta pensar que la escritura, si tiene volúmen, tiene sombra. Armar la forma, trabajarla, pensar, corregir, reescribir, pero dejando siempre ese lugar para que la sombra se forme también.
SC: Puede haber algo de eso. Mirar algo hasta que de tanto mirarlo o de mirarlo así se vuelva propio o tenga una forma que solo encuentre el modo de decir que surge en la escritura. No creo que haya cosas comunes, me parece que justamente lo más común es lo extraordinario tipificado, llevado a la fórmula, a la búsqueda del efecto, el cliché. La escritura puede iluminar y también opacar. Esas dos formas de aproximarse a lo que cuenta o muestra me parece que son igual de sustanciosas para el lector. Esto lo digo justamente como lector, no tanto como escritor. Soy mucho más consciente de esas cosas cuando leo que cuando escribo.
SC: Tengo ya casi listo un libro híbrido que es un poco poesía, un poco relato, un poco reflexiones sobre la escritura. Se llama “Al costado de las cosas” y saldrá por Editorial Bajo La Luna. Además estoy también con una novela corta que seguro me llevará bastante tiempo escribir.