“Les Inquilines” Antología de alquiler

Narraciones bajo la sombra de un contrato. Alegrías y penurias en este libro de reciente aparición. 

La problemática del alquiler abrió una veta latente en la literatura. Letras que vienen a dar cuenta, de diversas maneras, de una problemática solapada durante años. Este libro grato llega para sumar un fuerte aporte a la temática.

A la luz de la lucha por la Ley de Alquileres se lanza el 1° Certamen de Narrativa Inquilina “La voz de los inquilinos e inquilinas no debe ser del mercado inmobiliario”, organizado por la Asociación Civil Inquilinos Agrupados junto a la Revista Crisis y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Se desarrollará así un  trabajo colectivo que dará como resultado esta antología plural, compuesta por diez cuentos de distintes autores del país, que acaba de lanzar Editorial Funesiana.

Los textos vienen, como explicitan las palabras preliminares -que a modo de prólogo encabezan la publicación- a reflejar condición, experiencia, anhelos y reflexiones de este sector silenciado.

Luciana Ravazzani abre la grilla con “El principio de la enredadera”. Nos sumergimos, en la primera varilla de este paraguas narrativo, para dirimir un tema escabroso: el alquiler en propiedad compartida; pero no con otro inquilino, sino con les dueños. Este contexto de incomodidad y pasos en puntas de pie nos hace pensar los límites de lo íntimo ante lo no propio, las distancias reales y simbólicas con les propietarios y las invasiones que nos llegan sin aviso previo.

Por otro lado leemos “Las bolsas”, de Paz Schechtel, y los desalojos se vuelven vividos. La denigración y el abandono. Todo lo que somos es lo que tenemos y viceversa? Todo cabe en una bolsa o en dos. Cargamos con nuestras cosas y con nosotres mismos. Las bolsas son las maletas del nómade a la fuerza.

Este acto, tan simple en apariencia, que es el alquilar, requiere de un extra problemático: el garante. La necesidad lo cubre todo para el que corre con desventaja, el que no tiene lo necesario, el que recurre a la voluntad de otro. Y ese otro, qué limites posee en el auxilio? La buena voluntad deja de existir cuando el cuerpo es presa de rapiña. María Bondoni nos muestra este lado oscuro en “El Garante”.

Iván Hochman vuelve de “Tres visitas”  una vorágine de vértigo y especulación. El derrotero de la búsqueda frenética. Juego de Tetris donde vemos caer las piezas de las posibilidades esperando hacerlas encajar de manera ordenada y conveniente. Open House donde no sabemos quién/qué está detrás de cada puerta.

“El alta” de Matías Luchetta se sumerge en el más efímero de los contratos para narrar la otra cara de la renta: la de noches fraccionadas. Habitaciones que son el espacio de convivencia y tránsito de un estado a otro.  De la locura a la presunta normalidad. Habitamos los espacios que podemos, ya no los que queremos. 

Felipe Quiroga, autor de “Chanchín”, nos instala en un mundo donde lo inverosímil se vuelve real. Lo absurdo se vuelve lógico y nosotros somos parte de ello. Los contratos que se firman sin leer detalles nos pueden traer consecuencias nefastas (?) cuando hay alguien más que desea mitigar su soledad a como dé lugar y a costa de une. El humor se encarna en un relato entrañable.

El sacrificio puede, en algunos casos, ser una constante cuando lo que se busca es mejorar. “Un cuarto propio” de Claudia Chamudis desmorona la torre de la vida de prestado. 

“Lo hueped” de Oscar Bustamante trabaja la construcción del recuerdo enlazado al objeto. Esto, en les inquilines, es perecedero; el objeto-espacio es mutable. Esporádicamente habrá un nuevo lugar, nuevos recuerdos. Con lo material del lugar que abandonamos, en cada mudanza, nos desprendemos de parte de nuestra máquina de la memoria. Con cada mano de pintura,  que damos antes de restituir las llaves, borramos el paso de la historia que construimos en la tierra prestada a título oneroso. 

Un cíclico agujero negro es el de Daniel Mondotte en “De calefones y paredes”. Arreglar, refaccionar, mantener; un lugar que en definitiva no nos pertenece. Caemos en un pozo sin fin y giramos en el aire mientras vemos pasar al lado nuestro el enduido, las canillas que gotean y el calefón que no enciende.

El último autor es Matías Reyero, “El café no despierta” cierra el libro. Lo leemos y nos enfrascamos, nos oprime el agobio en una rutina de escapes programados, de fines de semana extra volátiles. Siempre buscamos escapar.

Les Inquilines se disfruta desde el primer al último cuento. Narrados de manera magistral, por cada une de les autores. Se van sucediendo sin que el tiempo importe en la lectura. Se nos va el libro mientras viajamos en colectivo, tomamos mate o esperamos en la cola del cajero. Reímos, pensamos, sufrimos, nos indignamos. Miramos por encima de la tapia. Miramos de balcón a balcón. Nos miramos.

Este libro puede ser encargado para la versión papel y también puede adquirirse a un precio más que accesible en una versión PDF para poder leerse en dispositivos. 

Dejamos el Link: 

www.funesiana.com.ar/les-inquilines

Funesiana viene apostando a difundir estos cuentos y a estos autores maravillosos, para ello está realizando entrevistas a les mismes. Pueden verlas en 

https://www.instagram.com/funesiana/channel/

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