María Izquierdo: reivindicar la libertad

Considerada una de las más grandes artistas de la pintura moderna Mexicana, María Izquierdo es la representación cabal de la lucha sostenida por las artistas mujeres para ganarse el respeto y el prestigio ante el monopolio del machismo en el mundo del arte, en un México de comienzos del siglo XX, que atravesaba un proceso posrevolucionario en busca de una identidad, un arte que fuera capaz de conciliar tradición y modernidad.

Podríamos decir que en toda su vida María Cenobia Izquierdo Gutiérrez jamás pudo encajar en los parámetros en que se la quería encasillar, tanto que hasta su fecha de nacimiento es discutida por la crítica que la sitúa entre 1902 y 1906, aunque la primera es la más aceptada. Lo que sí sabemos con precisión es que nació en San Juan de los Lagos, Jalisco, en el seno de una familia humilde de clase media. Con tan solo catorce años sus padres la casaron con un militar mucho mayor que ella, un alcohólico que la maltrataba y aunque ella afirmaba que su primer marido fue Cándido Posadas, cómo se lee en muchas biografías sobre la artista, el historiador del arte Luis Martín Lozano sostiene que Posadas en realidad fue su segundo esposo, e Izquierdo nunca reveló el nombre de su primera pareja por razones que se desconocen, y que incluso sus mismos descendientes no logran dilucidar. 

Como fuere, la artista mexicana se traslada en 1923 a la ciudad de México con Posadas y sus dos hijos. Con su pareja tendrá un hijo más en esta ciudad. Se separará al poco tiempo. En 1928 comienza a tomar clases de en la Escuela Nacional de Bellas Artes, no hace falta recordar las dificultades de la decisión tomada por parte de Izquierdo al ser una mujer divorciada, vivir sola, ser madre soltera de tres hijos y, para “colmo de males”, artista dentro de una sociedad retrógrada y machista, incluso dentro del ámbito artístico de ese México post revolucionario.

Alegoría de la libertad
Alegoría de la libertad 1937, Gouache sobre papel

Sin embargo, la personalidad de María pudo más y comenzó a destacar entre sus pares tanto por ser alguien independiente, así como por su talento. Su obra fascina al artista Diego Rivera en una exposición organizada por la academia, de la cual Rivera era director por ese entonces y, sin saber que el artista M. Izquierdo era una mujer, alaba sus pinturas y las pone como ejemplo del arte moderno. Sorprendido de conocer la identidad de María brindará su apoyo a la naciente carrera de esta, pero esto será hasta que sus intereses choquen como veremos más adelante. Sin embargo, este hecho le valió  el acoso y la envidia de sus compañeros de la academia, decidiendo abandonarla al poco tiempo en junio de 1929. Por aquel entonces también la artista sostenía un romance con el artista Rufino Tamayo el cual era docente de dicha institución, relación que durará hasta 1933 y constituirá una gran influencia en el crecimiento personal y artístico para ambos.

La tierra, 1945. Óleo sobre tela

Izquierdo se constituyó también en la primera artista mexicana que expuso en Estados Unidos en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York en 1930. En esta década también se acercó a la influencias del surrealismo por su amistad con el Poeta Antonin Artaud, son conocidas sus series de circo y naturalezas muertas durante la época.  Además en un viaje a México el poeta Pablo Neruda entablará una estrecha y sincera amistad  que implicó intercambios de elogios, poemas y pinturas entre ambos en señal de admiración.

1940 Caballos amorosos

Una de las características más importantes que se suele resaltar en su obra es que nunca se adhiere totalmente al movimiento fuertemente indigenista que propiciaba el muralismo mexicano, el cual abrevaba en la épica y hundía sus manos en las  raíces de sus tradiciones ancestrales. Si bien a mediados de la década del cuarenta vemos como la artista  toma la iconografía indigenista, es para abordarla desde una manera totalmente personal, más enfocada en mostrar la cultura mexicana del día a día y salir de la épica del muralismo para enfocarse en la tradición popular y el paisaje local. Además de introducir la imagen femenina en sus pinturas de manera activa, como protagonista y no como ser pasivo, sumiso dentro de la obra.

Alacena, 1947.

En 1945  Izquierdo recibe y firma un contrato con el gobierno para pintar un mural en un edificio que se conoce actualmente como el Antiguo Palacio del Ayuntamiento en el Distrito Federal de México. Este encargo tiene mucha repercusión por parte de la prensa que destaca a la artista por ser la primera mujer en romper la ”tradición mural” que estaba a cargo solamente de hombres en México, aunque este dato no sea cierto, pero como afirma la doctora en artes Nancy Deffebach denotaba la idea de un espacio totalmente masculino. Ya sea por celos, envidias, machismo o intereses económicos o todo junto, fue que en un debate que se volvió público los artistas Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros hicieron lo imposible para impedir la realización del mural, argumentando que la artista no tenía preparación en cuanto técnica (al fresco)  y por su condición de mujer no estaba apta para tal empresa. Después de idas y vueltas esta última postura ganó. La indignación de Izquierdo fue tal que aunque nunca llegó a realizar ese mural, pintó con la técnica al fresco dos paneles para demostrar que no tenía nada que envidiarle a un hombre en cuanto habilidades. 

Zapata, 1945.

María Izquierdo tuvo una vida prolífica, expuso dentro y fuera de México con gran éxito  y recorrió también Sudamérica como “embajadora de las artes de México” en Perú y Chile. En 1944 se casó con Raúl Uribe en el país trasandino. Escribió además una serie de artículos que fueron publicados en el periódico Excélsior en la capital mexicana, que describen sus viajes,  experiencias y opiniones que le merecían las escenas artísticas de los países que visitó. En 1948 sufre una hemiplejia que la deja sin habla y con el lado derecho paralizado, aunque esto no fue un impedimento para volver a aprender a pintar, la artista era derecha y con una dolorosa recuperación aprendió de nuevo a adueñarse del lenguaje que le fue arrebatado. Seguirá pintando, no sin dificultad, hasta que en 1955 un derrame cerebral logró detener su mano para siempre y la inmortalizó en la historia del arte.

Autorretrato, 1940.

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